Vamos a comenzar con una pregunta: ¿por qué es tan importante conocer cómo evoluciona el cerebro durante la primera infancia? Hay varias respuestas indiscutibles en razón de su utilidad: para estimular las capacidades cognitivas y emocionales en el momento correcto, así como conocer las posibilidades para satisfacer las necesidades de los niños, amén de una muy evidente, aunque, poco conocida, como es la reprogramación de la educación escolar con el objeto de aprovechar oportunamente las capacidades de aprendizaje de los escolares para luego guiarlas con conocimiento de causa. ¡Es necesario repensar la educación!
No obstante, y dados los avances en el mundo de la neurociencia y de su significación en el crecimiento del ser humano, existen otras razones presentes, especialmente, en tiempos tan convulsionados como los que se viven actualmente en el mundo que deben ser desveladas al público para su manejo y comprensión.
Para muestra, hace pocos días fue publicado un estudio en JAMA que postula que la pandemia puede retrasar el neurodesarrollo motor y social a los 6 meses de edad de bebés nacidos durante el 2020, sin que este resultado tenga que ver con la infección prenatal con la Covid-19. Los autores potencialmente atribuyen este hallazgo al estrés de la madre originado por la pandemia y comentan que se necesitan futuros estudios para determinar su impacto en la generación nacida durante la misma. Un estudio anterior había encontrado que niños nacidos en la pandemia tenían menor IQ (78) comparado con los nacidos en 2019 (100), siendo los más afectados aquellos de menores recursos económicos, como era de esperarse. Los investigadores atribuyeron el resultado a la falta de estimulación e interacción en el hogar por parte de padres estresados y agotados. No obstante, como se verá más adelante este efecto puede ser reversible cuando se conocen los avances del neurodesarrollo en la primera infancia.
Neurodesarrollo y ambiente
En general, el desarrollo del cerebro, desde que el bebé es concebido en el vientre materno hasta más o menos los 7 años de edad, dependerá del entorno familiar, escolar, social y cultural; es decir la evolución del cerebro estará intrínsicamente vinculada al ambiente que lo rodea durante la primera infancia. Estimular la interacción del niño con el ambiente en esta etapa facilitará su desarrollo cognitivo, emocional y social. En fin, del cuidado de los niños, especialmente en la primera infancia, dependerá el futuro comportamiento en la edad adulta. En este video sobre la evolución del desarrollo cognitivo y lenguaje se muestra de una manera muy sencilla cómo es el neurodesarrollo desde la concepción, el cual servirá de base para comprender lo que se expone en este artículo.
Al mismo tiempo, es importante resaltar que la nutrición también cumple un papel destacado durante el embarazo y después del nacimiento, período cuando los cuidados nutricionales son esenciales para el desarrollo potencial del cerebro del niño. Por ejemplo, la deficiencia de hierro severa puede socavar el crecimiento normal del cerebro, así como la maduración neuronal y el desarrollo conductual del niño.
Así que, el ambiente es fundamental para satisfacer las necesidades cognitivas y emocionales y para la adquisición de nuevas habilidades mediante el aprendizaje. Cuando el aprendizaje ocurre en un ambiente que transmite al niño amor, seguridad y muchas oportunidades para jugar o explorar nuevas experiencias, el desarrollo del cerebro será saludable, mientras que un ambiente perturbador, lleno de estrés y donde no hay amor, el aprendizaje será lento y poco saludable. Tanto la deprivación afectiva, de experiencias como la de nutrientes inciden sustancialmente en el neurodesarrollo y el aprendizaje.
Lo niños aprenden mejor cuando los padres se turnan para hablar y jugar, y cuando fomentan las habilidades e intereses de cada niño. Hablar con ellos, jugar y leerles estimula el crecimiento y las capacidades del cerebro.
Por otra parte, cuando se observa una habilidad que se destaca en un pequeño, sería interesante estimular su práctica y así coadyubar con el desarrollo de esa destreza. Igualmente, sucede con los talentos o los intereses claramente manifiestos; los cuales hay que apoyar e incentivar al ser descubiertos.
Desarrollo normal en la primera infancia.
Ahora, nos referiremos al desarrollo normal del niño y a algunos consejos sobre una enseñanza saludable; para ello nos basaremos en las guías del CDC (Atlanta – USA), mostradas en la sección “Desarrollo temprano del cerebro y salud”. Esto constituirá la base para evaluar individualmente y hacerles seguimiento a los indicadores de desarrollo. En esta sección, además, se muestra cómo evitar el maltrato y algunas recomendaciones para practicar una crianza positiva.
Es conocido que existen indicadores que deben haberse alcanzado a los 5 años. Ellos están asociados al juego, aprendizaje, al hablar, actuar y moverse y muestran lo que es un desarrollo normal, para que, en caso de haber deficiencias, éstas pueden ser corregidas al momento y oportunamente.
Fuente: CDC-USA
Igualmente, como se mencionó existen recomendaciones para prevenir el maltrato que sirven de guía hacia una crianza feliz, es decir segura, estable y afectuosa. Estas indicaciones contemplan: aprender a comunicarse y darle instrucciones al hijo, crear una estructura y reglas, aplicar una disciplina, o utilizar claves para emplear eficazmente una herramienta llamada “tiempo fuera” con el propósito de detener los malos comportamientos.
Por último, en la sección Consejos de crianza positiva del CDC, se describen algunos consejos para una crianza positiva de acuerdo a la edad: 0-1 año, 1-2 años, 2- 3 años, 3 – 5 años, 6 – 8 años, 9 – 11 años, 12 – 14 años y de 15 – 17 años. A manera de ejemplo, se incluyeron dos enlaces, sin embargo, cada rango de edad tiene su fuente en el artículo original.
Los ejemplos de algunos factores ambientales que contribuyen al buen neurodesarrollo del niño, mencionados anteriormente, unido a las claves de un desarrollo normal de la niñez sirven de introducción para conocer cuál es el desarrollo normal del cerebro en un niño.
Cerebro y neuronas.
Ahora, incursionaremos en el cerebro para sustentar las bases de lo expuestos anteriormente. Él es el órgano vital e imprescindible para mantener la vida, de allí su complejidad; se encarga de las funciones cognitivas que conforman los procesos mentales, de dar respuesta a la información recibida, sea esta interna, como la que proviene de los pensamientos, o sea externa en forma de estímulos, y de transmitir esa respuesta a través del sistema nervioso periférico a todo el cuerpo. Al mismo tiempo, regula las funciones biológicas y se encarga de interpretar la información según lo aprendido esencialmente en la infancia, de manejar la creatividad y la memoria y es la esencia de la mente.
Entre las células del sistema nervioso, las neuronas son las más abundantes, altamente especializadas, y son la puerta para el proceso de la información. Existen entre 80 y 100 mil millones de neuronas que tienen la capacidad de comunicarse entre ellas y de transmitir y recibir información entre las distintas zonas del cerebro. Las neuronas forman redes mediante conexiones a través de las sinapsis y cada una tiene en promedio de 7.000 a 10.000 sinapsis para un total de 100 – 500 billones de sinapsis en todo el cerebro. Las conexiones y redes crecen cuando reciben señales o información conocidas o desaparecen cuando no son sensibilizadas o utilizadas con el fin de mejorar la eficiencia del cerebro. A mayor exposición a la misma información mayor será el crecimiento de las redes y a menor exposición las redes tenderán a desvanecerse. A mayor uso, mayor es el aprendizaje.
Lo complejo de la neurona no reside solamente en la función individual y en su capacidad de multiplicarse por medio de la neurogénesis, incluso en la edad adulta, sino en su habilidad para crear conexiones muy complejas que son la base biológica de la inteligencia, creatividad, capacidades y destrezas. A la vez, poseen plasticidad y flexibilidad para transformarse ante factores externos o internos y adaptarse a los cambios del ambiente. Debido a esta capacidad el cerebro puede cambiar a partir de las experiencias del entorno y en nuestras manos está el poder para modelarlo. Por esto no hay dos cerebros iguales.
Es importante apuntar que a medida que el cerebro del niño crece van apareciendo nuevas neuronas que conforman redes, como ya se explicó, pudiéndose formar hasta 1 millón de nuevas conexiones que le van dando forma a la arquitectura del cerebro. Estas nuevas conexiones aparecen en función del aprendizaje del niño y de acuerdo a la información y estímulos recibidos que con la práctica refuerzan las conexiones existentes, como ya se mencionó. En fin, la interacción del cerebro con las experiencias ayuda a modelar el cerebro del niño con el fin de que pueda comprender, cada vez más, el mundo que lo rodea.
En esta imagen se puede observar el crecimiento de las conexiones neuronales en función de la edad, lo cual va en paralelo al crecimiento del cerebro como se verá posteriormente (Fuente: Neuropediatría. Org).
Las redes fortalecidas por la práctica permiten al niño adquirir nuevas habilidades y fortalecerlas, factor fundamental durante el aprendizaje, por lo que la primera infancia es el momento para aprender. Por ejemplo, cuando el bebé comienza a gatear y luego a dar sus primeros pasos hay que estimularlo a que lo intente de nuevo hasta que haya aprendido. Pero, cuando un niño crece en un ambiente sin estímulos y limitado en experiencias tendrá menores probabilidades de aprender al máximo y alcanzar su potencial porque no crecerán ni se fortalecerán sus conexiones neuronales.
A la par, aunado a la plasticidad existe una sensibilidad cerebral en períodos específicos que puede ser estimulada por las experiencias, tanto positivas como negativas, las cuales influyen en el modelaje de las habilidades (motora, emocional, social, auditiva y atencional), concretamente en los períodos de mayor sensibilidad para cada aprendizaje. Por esto, es bueno conocer esos períodos para aumentar la funcionalidad cerebral. En fin, estos primeros 7 años son fundamentales para el óptimo neurodesarrollo del sistema nervioso central.
Neurodesarrollo en la infancia.
La neurociencia estudia la relación entre el cerebro y el comportamiento del ser humano, así como los factores ambientales que influyen en el desarrollo del cerebro. La neurociencia explica las interacciones entre la genética y el ambiente, aparte de definir “por qué somos lo que somos”.
En general, esta ciencia ha avanzado significativamente en lo cognitivo, emocional, social y educativo, incursionando con más profundidad en cada área, de manera que cada una constituye una rama en sí misma, aunque todas están relacionadas entre sí. En fin, es necesario conocer la evolución del neurodesarrollo enfocado en la infancia para aplicarlo cotidianamente, sea en la familia, escuela, comunidad o en otro sector. En este sentido, es importantísimo entrenarse en estos niveles desde el nacimiento del bebé.
La Dra. Ana Lucía Campos, experta en el campo de la neuroeducación, comenta que es esencial conocer cómo ocurre el proceso del neurodesarrollo (crecimiento, desarrollo y maduración de las neuronas), para comprender el proceso educativo y tomar ventaja en el adecuado momento de la neuroevolución. Agrega que esta evolución: “es significativa porque es guiada por el encuentro entre factores genéticos, ambientales y las experiencias individuales y culturales”.
Para ella existen evidencias que apoyan esta evolución. Una sería el crecimiento del cerebro, el cual al nacer tiene un tamaño que corresponde al 25% del cerebro adulto, pero al año ha crecido hasta un 70%, llegando al 85% a los 3 años, al 92% a los 5 y al 95% a los 7 años. Al mismo tiempo, este proceso es acompañado por una maduración paulatina que le permite alcanzar mayor funcionalidad al cerebro, reflejado en la evolución de las redes neuronales, como fue descrito. Esta madurez que se alcanza pausadamente permite la incorporación del aprendizaje proveniente del entorno al neurodesarrollo. Es así como incorporamos las costumbres, creencias, valores, cultura.
El desarrollo del lenguaje es una muestra de esta evolución, ya que el bebé primero percibe el habla y cuando los papás le conversan, cantan o ríen, estimulan la maduración de esta área, luego a los 6 meses se expresa la oralidad y al año ya hay una conexión entre ambas áreas. Posteriormente, es cuando él niño comprende lo que habla, es decir el lenguaje primero se percibe, luego se expresa y por último se comprende. Otro ejemplo, es la maduración de los nervios que irradian los dedos y de la funcionalidad. Esta maduración se alcanza entre los 2 años y medio y los 3 años y medio de edad, por lo cual el niño no puede agarrar un lápiz y mucho menos unas tijeras, antes del tiempo necesario para madurar.
Aunque no entraremos en detalle, no quería dejar pasar y darle una mirada al neurodesarrollo de las sensaciones, el movimiento y la música, muy bien explicado por la Dra. Ana Lucía Campos en su conferencia: La neuroeducación: sensaciones, movimiento y música. Ella explica que el despertar de los sentidos desde muy temprano ayuda al desarrollo y maduración del sistema nervioso central y son parte un constructo cognitivo. Por otro lado, es importante conocer que el impacto en el cerebro cuando se escucha la música es diferente a cuando ésta se practica. El estudiar música o un instrumento musical tiene mayor impacto y activa la parte creativa, la imaginación y la intuición, a la par que entrena al cerebro a pensar. En resumen, las sensaciones, el movimiento y la música constituyen la combinación perfecta para el desarrollo cerebral en la infancia.
Se debe aprovechar la maleabilidad y flexibilidad del cerebro durante la infancia para entrenarlo o modificarlo, porque, aunque la plasticidad cerebral continuará a lo largo de la vida, decaerá con el tiempo y se necesitará mayor disciplina y trabajo para lograr cambiar y poder adaptarnos al ambiente. Para la Dra. Campos, los procesos que deben ser desarrollados durante la primera infancia son los siguientes: exploración, descubrimiento, percepción, imitación, atención, memoria, lenguaje, razonamiento y resolución de problemas, entre otros.
La maduración del cerebro comienza en la parte de atrás y con el tiempo va subiendo hasta llegar a la corteza pre-frontal, más o menos a los 20 años. Cuando el bebé nace su corteza prefrontal es completamente inmadura, aunque se puede activar con la luz, el sonido y el movimiento. Estos estímulos hacen que el bebé preste atención, la cual se va direccionando en el tiempo para que pueda prestar una atención más sostenida en el colegio, en un juego, o cuando lee un libro.
Según la psiquiatra Marian Rojas-Estapé, quién ha estudiado el cerebro y el mundo digital, en estos tiempos la maduración de la corteza pre-frontal se interrumpe con el uso de las pantallas que incrementan la atención hacia la luz, el sonido y el movimiento, lo que atrofia la atención hacia procesos cognitivos y interrumpe el desarrollo de la corteza prefrontal.
Otro aspecto primordial es que el cerebro responde a la información o señales que recibe de dos maneras: inconsciente y consciente. Los procesos inconscientes son encauzados por el sistema límbico, particularmente por la amígdala, y producen una respuesta automática e impulsiva que se siente, se manifiesta, más no se puede ver. En cambio, el proceso consciente pasa por la corteza prefrontal, la cual hace posible la ejecución de capacidades cognitivas como analizar, pensar, razonar; de esta manera se piensa antes de responder y se actúa en consecuencia. En el bebé y en los primeros años de vida, los procesos son inconscientes porque su corteza prefrontal es inmadura y aprenden más por imitación que por razonamiento, porque la respuesta está más relacionada con lo conocido y con la práctica, aspectos muy significativos en la primera infancia.
Por otro lado, cuando la recepción de la información se hace de manera consciente se aprende según lo guardado en la memoria, señaladamente durante la infancia, y en función de la experiencia, hecho que permite la transformación y respuestas adecuadas a la situación. En esto consiste “el pensar”.
Asimismo, ambos tipos de procesos causan una emoción, pero de manera distinta. La emoción inconsciente es inmediata, involuntaria y no se piensa, ni se razona. Ejemplos de conducta automática son caminar, bañarse, comer o montar bicicleta, entre otras. Es interesante recordar el ejemplo de la evolución del lenguaje, en donde en las primeras etapas no interviene lo cognitivo, sino que se aprende por imitación, proceso en donde intervienen las neuronas espejo, cuya la función en el aprendizaje es sumamente importante. Por el contrario, la emoción procesada de forma consciente involucra procesos cognitivos que son más lentos, de aquí la idea de contar hasta diez antes de responder, y la respuesta es elaborada con lógica y razonamiento a causa de “el pensar”. Las emociones asociadas a esta conducta son emociones positivas.
En resumen, el vivir es un proceso emocional en el 95% del tiempo. Sin embargo, esto se puede equilibrar estimulando pensamientos positivos y comportamientos más conscientes y asertivos practicando la atención y el vivir el presente, es decir ejerciendo la función de “pensar”. La palabra y el lenguaje cumplen funciones específicas y cruciales en el modelaje de la mente por su vinculación con los procesos neurológicos, por lo que es fundamental observar las palabras que se utilizan en la comunicación con los bebés y los niños mayores. De igual manera, el lenguaje afecta la comprensión lectora de acuerdo al número de palabras que manejan en la familia. Al comparar 600 palabras que, por ejemplo, utilizan en promedio las familias de bajos recursos con las 2000 que manejan las familias de profesionales se observa una gran diferencia en la posterior comprensión lectora.
Este contexto, aunque expuesto de una manera muy resumida, nos permite tener herramientas para modificar el neurodesarrollo de los niños y reparar las alteraciones negativas ocurridas, al igual, como hemos visto, potenciar las habilidades existentes. En el artículo referido en “el pensar”, llamado ¿Cómo funciona la mente?, encontraran más detalles sobre los mecanismos neuronales que yacen en la mente.
Algunos ejemplos para estimular el neurodesarrollo
En esta parte, se muestran algunos videos con ejemplos para estimular el neurodesarrollo. Comenzamos con la estimulación en los primeros seis meses de vida, seguimos con la estimulación del lenguaje y finalizamos con la atención y concentración, capacidades muy complejas que ayudan a entrenar la respuesta consciente. Entre las actividades que ayudan a mejorar la atención, de acuerdo a la edad, se encuentran: realizar rompecabezas, recortar y pegar figuritas en cartulina, seguir instrucciones como caminar, saltar, correr y pararse/stop, entre otras. Por lo demás, no debemos olvidar las estrategias que contribuyen con la salud emocional.
La idea esencial de este artículo es incentivar la necesidad de indagar y conocer el papel del neurodesarrollo en la infancia, ubicado en el contexto de la investigación sobre el cerebro, la mente y el comportamiento que hemos venido realizando en MiradorSalud.
“El conocimiento nos da poder para conseguir el bienestar y la funcionalidad del cerebro”. Somos los dueños de nuestro Ser.
Irene Pérez Schael
2 Comentarios
Beatriz
Gracias por el artículo. Ya le dije a la abuela y al papá que no le estén poniendo videos o aplicaciones a mi hija!
Mirador Salud
Gracias Beatriz por tu comentario. Si, hay que tomarse en serio el neurodesarrollo de los niños y, especialmente,
en estos tiempos llenos de incertidumbre.
Abrazos
Irene