El nuevo número del Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición tiene como tema central “Urbanización, transformación de los sistemas agroalimentarios y dietas saludables a lo largo del continuo rural-urbano”, debido a que contribuyen a grandes desafíos en materia de seguridad alimentaria y nutrición como lo son el aumento del hambre y la malnutrición, mayor desigualdad en el acceso de alimentos y el aumento de las enfermedades crónicas.
Se estima que en promedio 735 millones de personas en el mundo enfrentaron hambre en el 2022, lo que representa 122 millones más de personas respecto a al 2019 antes de la pandemia por COVID-19.
La evidencia presentada en este informe apunta al hecho de que, aunque la prevalencia de la desnutrición a nivel mundial se mantuvo relativamente sin cambios entre 2021 y 2022, el hambre estaba aumentando en muchos países. Los impactos negativos sobre la seguridad alimentaria que dejó la pandemia por COVID-19, los conflictos armados, especialmente la guerra en Ucrania el aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y los fenómenos meteorológicos extremos, producto del cambio climático, se sintieron con más fuerza en algunos lugares que en otros. Asia occidental, el Caribe y todas las subregiones de África, fueron las regiones donde hubo un mayor aumento de los índices de hambre entre su población.
Cuando analizamos a América Latina y el Caribe, vemos que el panorama de la seguridad alimentaria y nutricional de la región es complejo y desafiante. La región ha logrado avances significativos en la reducción del hambre en las últimas décadas, pero todavía enfrenta una serie de desafíos, como la inseguridad alimentaria moderada o grave, la desnutrición, el déficit de micronutrientes y la obesidad.
América Latina y el Caribe registró en el último año, una disminución del número de personas con subalimentación, estimada en 7 millones, pasando de 50,7 a 43,7 millones de personas entre los períodos 2021-22 y 2022-23.
Ahora bien, cuando nos enfocamos en el comportamiento de Venezuela, encontramos que para el 2023 se mantuvo la tendencia regional en la disminución de la prevalencia de subalimentación. Entre el 2022 y 2023 se reportaron 1,4 millones de personas menos con subalimentación (figura 1).
A pesar de este leve descenso, Venezuela se ubica entre los 5 países de la región con mayor prevalencia de subalimentación, estando por debajo de Haití, Bolivia, Honduras y Nicaragua.
Figura 1. Tendencia de subalimentación en Venezuela. 2017-2023
Como se comentó en el análisis del año pasado del SOFI 2022 en Mirador Salud, la tendencia en el descenso de la prevalencia de subalimentación pudiese ser atribuida a la ayuda humanitaria que se ha implementado en los últimos años en el país por parte de agencias internacionales y otras organizaciones no gubernamentales, pero sin duda, estos datos llaman la atención ante la realidad que vivimos todos los venezolanos frente al costo de la canasta alimentaria, la pérdida del poder adquisitivo del venezolano, y pulverización del salario.
Este panorama nos llama a la reflexión, debido a que toda ayuda humanitaria es finita y ya se observa una disminución en la asignación de presupuesto para los programas de atención nutricional en el país. En este sentido, pensemos un poco sobre cuál es nuestro futuro, ¿será que cómo sociedad hemos aprendido estrategias para mejorar nuestra alimentación y aprovechar los recursos que tenemos?, ¿será que los entes tomadores de decisiones del país, cambiarán sus políticas públicas para garantizarle a la población seguridad alimentaria y dietas saludables? o por el contrario, ¿volveremos a los índices de subalimentación de hace tres años? Todo esto de acuerdo a los datos de las agencia de Naciones Unidas que consolidan el SOFI.
Sin embargo, todavía las cifras de la situación alimentaria y económica publicadas en el SOFI no son despreciables. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) reportó, en enero de este año que la situación de seguridad alimentaria en Venezuela seguía siendo “inquietante”, por lo que alrededor de 5 millones de personas continúan necesitando ayuda alimentaria. Además, se sabe que la producción de alimentos en el país es escasa, lo que implica que la mayoría de los alimentos provienen de importaciones (70% de alimentos procesados importados, según PMA), lo que se traduce en un aumento en el precio de los alimentos.
En relación a esto último, el Banco Mundial publicó en el informe sobre inseguridad alimentaria, que tiene una inflación nominal de alimentos de 403% para Agosto del 2023, ubicando a Venezuela como el país del mundo con la tasa de inflación más alta, encabezando la lista del Top 10. Esta situación es alarmante ya que la inflación impacta indirectamente a la seguridad alimentaria y al estado nutricional de la población.
Definitivamente, debemos continuar haciéndole seguimiento a toda la crisis humanitaria en el país, y continuar realizando acciones y generando políticas públicas para frenarla.
Finalmente, algunas de las recomendaciones específicas para abordar los impactos de la urbanización, la transformación de los sistemas agroalimentarios y las dietas saludables a lo largo del continuo rural-urbano y que podemos rescatar del informe SOFI 2023, son:
- Invertir en agricultura familiar y sostenible.
- Promover la producción y el consumo de alimentos locales y frescos.
- Fortalecer los sistemas de protección social para garantizar el acceso a alimentos asequibles.
- Educar a los consumidores sobre la importancia de las dietas saludables.
Estas recomendaciones pueden ayudar a garantizar que todas las personas, independientemente de su ubicación, tengan acceso a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos.
Claret Mata y Pablo Hernández
Sobre los autores
La profesora Claret Mata es Licenciada en Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magister en Nutrición (USB). Profesora de Evaluación Nutricional en la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV y Profesora invitada del postgrado de Nutrición Clínica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV. Miembro de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición y miembro institucional de la Fundación Celíaca de Venezuela.
El profesor Pablo Hernández es Licenciado en Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magister en Nutrición (USB), Especialista en Análisis de Datos en Ciencias Sociales. Profesor de Nutrición Humana en la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV. Profesor del Diplomado de Educación en Diabetes Terapéutica (UCV). Representante de Venezuela ante la International Affiliate of Academy of Nutrition & Dietetics (IAAND). Miembro del Observatorio Venezolano de Salud (OVS), de la Fundación “5 al día” Venezuela, de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, y de la Fundación Bengoa para la Alimentación y la Nutrición.
3 Comentarios
Alicia Ponte Sucre
Gracias Mirador Salud, como siempre brillante exposición y muy necesaria. Es notable que un país con tantos recursos esté en una situación tan precaria como otros países con mucho menos recursos.
Gracias por enseñarnos siempre sobre este tan tan importante
Mirador Salud
Gracias Dra. Ponte Sucre. Los autores hicieron un buen análisis: hay disminución de la prevalencia de la subalimentación de acuerdo a los datos de las agencias de la ONU, pero ello nos enfrenta a una realidad que nos confunde y que sigue empeorándose como es el costo de los alimentos y el empobrecimiento de la población. Saludos cordiales.
Carlos Eduardo Machado Allison
Las recomendaciones finales de los autores son acertadas, pero sin un cambio en la economía, los salarios y las políticas públicas, es difícil incrementar la adquisición y consumo de alimentos.