Olvidar nombres o perder las llaves son situaciones que nos preocupan cuando envejecemos. Sin embargo, para las personas que presentan diabetes tipo 2 el deterioro cognitivo es una amenaza real, ya que su riesgo de desarrollar algún tipo de demencia es aproximadamente 65% más elevado, en comparación con aquellos individuos que no padecen ese trastorno metabólico.
Así lo señala un estudio relizado por un equipo de neurólogos del Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston, EE.UU, y publicado, el 8 de julio de 2015, en la edición en línea de Neurology, la revista médica de Academia Americana de Neurología.
En tan solo dos años, los participantes del estudio que tenían un diagnóstico de diabetes tipo 2 presentaron cambios que afectaron la capacidad de regular de manera flexible el flujo de sangre de los vasos sanguíneos del cerebro
La regulación normal del flujo sanguíneo permite redistribuir la sangre a las áreas del cerebro que aumentan su actividad mientras desempeñan ciertas tareas. Por ejemplo, en la respuesta de vasodilatación aumenta el calibre de las arterias, lo cual permite incrementar la perfusión sanguínea en determinada región, en circunstancias de mayor demanda como los retos mentales.
Por lo tanto, la flexibilidad para regular el flujo de sangre de las arterias del cerebro se asocia a una buena salud vascular.
La capacidad de dilatación de las arterias depende del endotelio vascular, que es una fina capa de células que recubre la superficie interna de los vasos sanguíneos. Las células endoteliales, en condiciones normales, producen óxido nítrico (ON), una sustancia vasodilatadora.
La disfunción del endotelio vascular es una de las manifestaciones precoces del proceso de ateroesclerosis y es ocasionada por factores agresores que causan inflamación como niveles elevados de azúcar en sangre y los radicales libres, que causan estrés oxidativo, lo cual puede alterar la capacidad de las arterias para dilatarse y regular el flujo sanguíneo.
Un estudio que nos hace reflexionar sobre cómo quisiéramos envejecer
Los investigadores reclutaron 65 participantes de entre 50 y 85 años, 35 de ellos presentaban diabetes tipo 2 y habían recibido tratamiento para su afección durante 13 años, en promedio.
Los participantes fueron evaluados al comienzo del estudio y al cabo de dos años, al finalizar la investigación. La evaluación incluyó pruebas de cognición, memoria y estudio de imágenes por resonancia magnética, para evaluar el volumen cerebral, la capacidad de regulación del flujo sanguíneo y la perfusión de sangre global y por áreas del cerebro.
Igualmente, a todos los participantes les practicaron determinaciones de glucemia, hemoglobina glicosilada (HbA1c), un examen de laboratorio que muestra el nivel promedio de azúcar (glucosa) en la sangre durante los últimos tres meses, y marcadores de inflamación en sangre como la proteína C- reactiva.
Además, los investigadores analizaron las asociaciones entre los marcadores de inflamación en sangre, la regulación del flujo vascular cerebral regional y las funciones cognitivas y de memoria.
Los participantes con diagnóstico de diabetes tipo 2, al comienzo de la investigación, presentaban en el cerebro vasos sanguíneos un poco más estrechos, en comparación con los participantes no diabéticos. Sin embargo, al cabo de dos años, esa diferencia del calibre de las arterias entre los diabéticos y los sujetos sanos fue más pronunciada y significativa.
Tanto al inicio del estudio y más notablemente después de dos años, los vasos sanguíneos del cerebro de los diabéticos mostraron una menor capacidad para expandirse y contraerse, en otras palabras, de regular adecuadamente el flujo sanguíneo, cuando tenían que responder a los retos de las tareas mentales como las pruebas de memoria y cognición (aprendizaje y razonamiento complejo).
Los resultados de las pruebas para medir las capacidades cognitivas y de memoria de los participantes con diabetes tipo 2, al inicio de la investigación, estaban, en su mayoría, dentro de límites normales, pero las puntuaciones fueron menores a las que obtuvieron los individuos sanos.
Sin embargo, al cabo de dos años el rendimiento cognitivo y la memoria de las personas con diabetes tipo 2 había disminuido notablemente, mientras que los individuos sanos mostraban pocos signos de declive de sus capacidades mentales.
Los investigadores observaron que la reducción de la capacidad de regular el flujo sanguíneo en el cerebro, que presentaban los diabéticos, se asociaba de modo significativo a puntuaciones más bajas en las pruebas de memoria y cognición y a una disminución de las habilidades para completar algunas actividades diarias como bañarse y cocinar.
Igualmente, los diabéticos tenían un menor volumen cerebral, una prueba de que el proceso de atrofia ya había comenzado.
Los niveles elevados de marcadores de inflamación en sangre, al inicio de la investigación, también se asociaron a una disminución significativa de la regulación del flujo sanguíneo en el cerebro.
Mientras que los diabéticos que tenían un control deficiente de la glucemia al comienzo del estudio se desempeñaban peor en las pruebas de cognición y memoria.
Es importante recordar que la inflamación aguda o de corto plazo es la respuesta biológica natural del sistema inmune frente a estímulos nocivos como células dañadas, irritantes o patógenos (bacterias, virus y hongos), con la finalidad de eliminar el agente causal o agresor y llevar a cabo el proceso de curación, mientras que la inflamación crónica es perjudicial para el organismo y suele causarle daño a las células y a los tejidos afectados.
Muchos factores contribuyen con el deterioro cognitivo en las personas con diabetes, sin embargo, los hallazgos del estudio que nos ocupa refuerzan el argumento de que los procesos de inflamación crónica, sistémica y de bajo grado, que se asocian a la reducción de la capacidad de los vasos sanguíneos para regular el flujo de sangre juegan un papel importante en el declive de las habilidades cognitivas y de la memoria.
La obesidad causa inflamación sistémica, crónica y de bajo grado
Se ha demostrado que la acumulación de grasa en la zona abdominal se debe mayoritariamente a un aumento de la grasa visceral, que es aquella que se deposita alrededor de algunos órganos abdominales.
Hasta hace relativamente poco tiempo se consideraba que las células adiposas tenían una función pasiva como simples depósitos de grasa. Actualmente, se sabe que el tejido adiposo, en particular la grasa visceral, se comporta como un órgano con funciones metabólicas, endocrinas e inmunológicas.
Se ha comprobado que el exceso de grasa visceral aumenta la producción de unas proteínas llamadas citoquinas, que producen un estado de inflamación sistémica, crónica y de bajo grado, que contribuye con el desarrollo de la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2, la enfermedad cardiovascular y las afecciones vasculares del cerebro.
La diabetes tipo 2 aumenta el riesgo de Alzheimer y otras demencias
Las personas con diabetes se enfrentan a un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Pero lo más sorprendente es que, incluso, niveles de glucosa en la sangre mayores que los normales, pero no lo suficientemente altos como para diagnosticar diabetes, condición conocida como prediabetes, pueden incrementar significativamente las probabilidades de desarrollar estas afecciones neurodegenerativas, según un estudio previo.
La resistencia a la insulina afecta las células del cerebro
Durante el período en que se instala la prediabetes puede presentarse resistencia a la insulina, una condición que se caracteriza por el uso ineficiente de esta hormona por parte de las células del hígado, tejido muscular, adiposo y del cerebro, lo cual obliga al páncreas a incrementar su producción (hiperinsulinemia), para normalizar los niveles de glucosa en sangre.
Si esta situación no se corrige, el páncreas se agota y no puede mantener la elevada demanda de insulina y, en consecuencia, aumenta progresivamente la glucosa en ayunas dando lugar al desarrollo de la diabetes tipo 2.
Estudios previos han demostrado que la insulina promueve la salud de las células del cerebro, su crecimiento, supervivencia, remodelación, plasticidad de las sinapsis, memoria y aprendizaje. Alteraciones tanto cualitativas como cuantitativas de esta hormona pueden afectar estas funciones.
El sobrepeso, la obesidad y, en particular, el aumento de la circunferencia abdominal son los factores de riesgo más importantes del desarrollo de la resistencia a la insulina tanto a nivel periférico como en el cerebro.
Las personas que presentan resistencia a la insulina o diabetes tienen un riesgo de dos a tres veces más alto de desarrollar deterioro cognitivo y demencia.
La resistencia a la insulina contribuye de modo independiente al deterioro cognitivo causado por la enfermedad de Alzheimer.
Por otra parte, la diabetes aumenta el riesgo de enfermedad vascular en el cerebro, que a su vez empeora el daño cognitivo ocasionado por el Alzheimer.
Prevención contra el olvido
La recomendación de consumir una dieta saludable y balanceada rica en frutas y vegetales, realizar ejercicio aeróbico como caminar de modo vigoroso al menos 150 minutos a la semana y mantener un peso adecuado contribuye a prevenir el desarrollo de la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2, la demencia de origen vascular y, además, podría retrasar la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
Un Comentario
Rosa Piña
– Excelente… información de gran provecho y beneficio… Felicitaciones y gracias…