¿Sabía usted que la demencia es diagnosticada en 1 de cada 7 personas en el mundo? ¿Sabía usted que un joven de 25 años recuerda 14 palabras mientras que un adulto de 75 años recuerda sólo nueve palabras? Estos cambios acontecen con la edad.
Se ha comprobado que las habilidades cognitivas normalmente declinan con la edad; aunque esto no ocurre igualmente en todos los seres humanos. Por ejemplo, existen individuos que sus cerebros envejecen muy poco e incluso tienen cerebros jóvenes que presentan habilidades cognitivas muy bien conservadas. Por otro lado, también se conoce que el cerebro puede cambiar y no necesariamente en el sentido negativo ya que con el auge de la investigación en la “neuroplasticidad clínica”, en el siglo XXI, se puede afirmar que nosotros mismos podemos encauzar positivamente esta plasticidad cerebral. Podemos ser dueños de nuestro cerebro.
Cerebros jóvenes en personas de la tercera edad.
La pérdida de la memoria con la edad es un fenómeno natural que ocurre en la mayoría de los casos. La memoria involucra procesos de codificación, almacenamiento y recuperación de la información; es decir primero ponemos atención para codificar la información, luego la almacenamos para utilizarla en el largo plazo y al final, al necesitarse, se recupera mediante la activación y acoplamiento de áreas del cerebro donde ocurren los procesos de la memoria; por eso se habla de varios tipos de memoria. Con la edad la integridad de la estructura cortical del cerebro de las áreas asociadas a la memoria se pierde porque se encogen, atrofian y pierden su funcionalidad.
Una investigación publicada en septiembre en el Journal de Neurociencia muestra que el cerebro de adultos de la tercera edad (60-80 años) que poseen muy buena memoria presenta una integridad neuroanatómica similar a la de jóvenes adultos (18-32 años) y mas conservada que la de adultos de la tercera edad que tienen problemas de memoria normales para su edad. Los individuos de la tercera edad con cerebros juveniles fueron llamados “superviejos”, traducción mía del término “superagers”. La idea del estudio fue demostrar mediante el uso de técnicas de imágenes de resonancia magnética funcional que los “superviejos” con buen funcionamiento cognitivo y una memoria juvenil debían tener un cerebro que no hubiera sufrido el deterioro asociado a la edad, es decir que no se hubiera reducido o encogido. Los investigadores encontraron que los “superviejos” tenían conservaba su neuroanatomía de las redes del cerebro que apoyan la memoria sin presentar el deterioro típico para la edad. Más aun, encontraron una correlación entre el funcionamiento de la memoria y el volumen del hipocampo y el grosor de la corteza temporal anterior, la corteza media prefrontal y de la circunvolución del cíngulo.
Es decir, este estudio demostró una correspondencia entre la neuroanatomía y la funcionalidad y entre el tamaño de las áreas y la memoria. Los autores concluyen que se necesitan investigaciones futuras centradas en la identificación de factores que podrían estar involucrados con la integridad neuroanatómica del cerebro de los “superviejos” como, por ejemplo, las características demográficas y educativas, o elementos como el ejercicio, dieta, actividades sociales o a causas genéticas, todos ellos factores que han sido vinculados en estudios clínicos con el deterioro de la memoria.
Bradford Dickerson, primer autor del trabajo, comentó: “Nosotros necesitamos desesperadamente saber cómo adultos mayores son capaces de funcionar muy bien a los setenta, ochentas y noventas. Esto podría darnos claves importantes para prevenir la pérdida de memoria y del pensamiento que acompaña a la edad en la mayoría de nosotros”.
Estudios clínicos de la neuroplasticidad cerebral.
La neuroplasticidad es la capacidad de las células cerebrales de cambiar como respuesta a factores intrínsecos o externos, cambios que pueden ser positivos o negativos a lo largo de la vida. Muchos estudios clínicos enfocados a la salud, enfermedad o el bienestar así lo indican. Esta parte es un resumen basado en una revisión recientemente publicada en la revista “Frontiers in psychology” que actualiza excelentemente este tema.
Marian Diamond, “la madre de la neuroplasticidad”, como la refiere la autora del trabajo identifica 5 factores que contribuyen con una plasticidad saludable del cerebro. Estos son: la novedad, el reto, el ejercicio, la dieta y el amor.
La novedad y el reto.
Diamond en 1971 fue la primera en probar que el cerebro a cualquier edad se encoge con la pobreza y crece en un ambiente nutritivo. Es así que la estimulación ambiental es crítica para incrementar y mantener el funcionamiento cognitivo. Por ejemplo, la atención y el reto son esenciales para la función cognitiva. Se ha demostrado en ratas que nuevas experiencias y enriquecedoras disminuyen el deterioro asociado a la edad debido a la acumulación lipofuscina en el giro dentado del borde hipocampo, además no está limitado a una edad crítica. También se ha demostrado que aprender una segunda lengua o estudiar más de 4 años de música antes de los 18 años disminuye el riesgo de deterioro cognitivo. La música, compleja y enriquecedora sensorialmente, tiene un efecto positivo en la neuroplasticidad en zonas como la corteza pre-frontal. Por otro lado, a personas que asistieron a clases de ejercicios con música durante una hora semanal por 6 meses les disminuyó la ansiedad y mejoraron su habilidad para resistir las interferencias. El tipo de música también influye en el efecto positivo. Por otro lado, el uso diario de la computadora en personas de 65 años o mayores ayuda a mantener el volumen del hipocampo, mientras que el hipocampo se redujo en las que no la usaron diariamente.
Ejercicio.
En MiradorSalud hemos señalado en múltiples oportunidades los beneficios del ejercicio en la salud. Sin embargo, al referirnos más específicamente, se observa que el ejercicio regular en adultos de la tercera edad mejora el funcionamiento cognitivo, aumenta el volumen del hipocampo, mantiene la integridad de las redes relacionadas con la memoria, aumenta la materia blanca del cerebro, aumenta la neurogénesis – producción de nuevas neuronas – y la sobrevivencia y maduración de estas nuevas neuronas, aumenta la materia gris en el hipocampo y la corteza pre-frontal y actúa terapéuticamente en personas con deterioro cognitivo leve. Según la autora de este trabajo ES URGENTE LA PRESCRIPCIÓN DEL EJERCICIO A CUALQUIER EDAD y acota “El solo gasto calórico, sin importar el tipo y duración del ejercicio, puede moderar la neurodegeneración e incluso aumentar el volumen de las estructuras del cerebro vinculadas a la función cognitiva”.
Dieta e inflamación.
Aquí comenzamos por recordar que la restricción calórica acompañada de un buen balance de nutrientes es la mejor manera de llegar a viejos saludablemente. Igualmente, la combinación óptima de nutrientes mejora el rendimiento cognitivo. La reducción del 30% de calorías – en un estudio – mejoró la memoria verbal y se asoció a la reducción de procesos inflamatorios y oxidativos; a la par, se demostró en otro estudio que mejora las sinapsis. Las dietas más recomendadas son la mediterránea, de la cual se ha escrito mucho en MiradorSalud, y la dieta Okinawa, cuyo nombre viene de un archipiélago de Japón, en donde sus habitantes son longevos y con buena salud. La dieta Okinawa es semi-vegetariana, pobre en grasas y calorías y los alimentos se deben consumir de acuerdo a su densidad energética. Como ambas dietas hacen énfasis en el consumo de vegetales, frutas, pescado como fuente proteica y de alimentos de bajo índice glucémico entonces son ricas en polifenoles y grasas poliinsaturadas, lo que proporciona beneficios antiinflamatorios y antioxidantes.
Asimismo, ha sido demostrado el valor de los flavonoides del cacao en la neurogénesis y cambios en la morfología de las neuronas, principalmente las asociadas al aprendizaje y la memoria, debido a sus efectos anti-inflamatorios y antioxidantes. También el cacao es un neuroprotector. Los ácidos grasos esenciales como omega3 (EPA y DHA) incrementan la materia gris en áreas de la memoria y función cognitiva y están asociados en 40% a la disminución del riego de demencia y a la optimización de las sinapsis.
Otros factores.
Richard Davidson trajo a la vanguardia la neurociencia afectiva al demostrar ganancias en la neuroplasticidad asociadas al pensamiento. Ya se mencionó la importancia para el cerebro de la meditación centrada en la atención o mindfulness. Años de práctica de meditación nos protegen del envejecimiento del cerebro. Igualmente, se ha demostrado que una red social enriquecedora de amigos o familiar promueve un envejecimiento saludable. En contraste, el estrés y la depresión en animales reducen la neurogénesis. El sueño también es un factor determinante en la salud. Estudios en ratones han mostrado que la falta de sueño o insomnio produce inflamación en el hipocampo y déficit en el aprendizaje y la memoria. En humanos, se asocia con atrofia del hipocampo, disminución de la neurogénesis y déficit cognitivo. El sueño es esencial para la eliminación de desechos y la distribución adecuada de la glucosa, lípidos, aminoácidos, neuromoduladores y el factor de crecimiento.
Décadas de investigación de neuroplasticidad cerebral en animales y humanos han demostrado que el declive de nuestras facultades con la edad puede enlentecerse, detenerse o incluso revertirse. Podemos ser dueños de nuestro cerebro con disciplina, dedicación y entrenamiento aventurándonos a lo nuevo, afrontando los retos, practicando el ejercicio tanto como se pueda, alimentándonos con una dieta saludable, meditando enfocados en nuestra respiración y manteniendo nuestra atención en el presente (mindfulness). No es fácil, pero se puede lograr.
Irene Pérez Schael
Un Comentario
geyna rivas
Excelente articulo voy a poner en practica todas las recomendaciones sobre todo aprender a meditar lo cual me parece muy dificil cariños