Lavarse las manos, una medida muy simple de aplicar, es la mejor herramienta en la prevención de las infecciones en el hogar, la comunidad y, particularmente, en los hospitales; es considerada por muchos como “una medida modesta con grandes efectos”.
La mayoría de los agentes infecciosos se transmiten a través de las manos. Las manos sirven como vectores de microorganismos de origen fecal, provenientes de infecciones en pacientes enfermos y de materiales u objetos contaminados que luego son ingeridos directamente o pasan a los alimentos o bebidas y de allí a la boca del huésped susceptible.
Numerosos estudios han comprobado el impacto que tiene el lavado de las manos en la morbilidad y mortalidad, al prevenir las infecciones gastrointestinales, respiratorias así como también las infecciones intrahospitalarias.
En los hospitales, los organismos están presentes en la piel de los pacientes y en los objetos contaminados (fomites), donde son fuente de infección pero, además, estos organismos son capaces de sobrevivir en las manos, lo que facilita su transmisión.
El primer estudio que demuestra el papel de las manos en la transmisión de infecciones en un hospital fue en Viena, en 1847, cuando el Dr. Ignaz Philipp Semmelweiss descubrió la etiología y prevención de la fiebre puerperal en una maternidad de la universidad de Viena. A raíz de sus observaciones, él propuso el uso de componentes clorados para desinfectar las manos de los estudiantes y médicos después de trabajar con cadáveres y antes de atender un parto y así disminuyó notablemente la mortalidad en este tipo de pacientes.
Mucho se ha avanzado desde aquél momento, pero todavía las infecciones adquiridas en los hospitales representan un problema de salud pública en el mundo desarrollado y en desarrollo. Por esta razón, este año en ocasión del Día Mundial de la Higiene de Manos, celebrado el 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso de relieve la importancia de la higiene de las manos en la transmisión de infecciones en los hospitales.
Es crítica la importancia que tiene mantener la higiene de las manos de los trabajadores de la salud, sean médicos, enfermeras, camareras, o cualquier persona que preste servicios en un establecimiento de salud, a fin de evitar la transmisión de microorganismos en la atención entre pacientes, en la elaboración de los alimentos, en la limpieza del centro de salud y en la higiene personal, entre otras actividades.
En el cuidado de la higiene de las manos se debe usar siempre agua y jabón pero debe ser más riguroso y en momentos específicos en ambientes hospitalarios. La OMS recomienda utilizar un desinfectante a base de alcohol como el método más efectivo y fácil para mantener sistemáticamente la higiene de manos durante la prestación de servicios en los centros de salud.
La campaña de la OMS para ese día significó la aplicación de una práctica óptima de higiene de las manos en casi 10 millones de trabajadores del sector salud en el mundo.
Irene Pérez Schael