Las mujeres con cáncer de mama podrían incrementar su sobrevida si eliminan de sus dietas los productos lácteos con alto contenido de grasas, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Journal of the National Cancer Institute, el 14 de marzo de 2013.
El objetivo de la investigación fue evaluar si la ingesta de productos lácteos tanto de alto como de bajo contenido de grasas incidía de modo significativo en la mortalidad de las pacientes con diagnóstico de cáncer de mama, ya que los estudios previos habían arrojado resultados contradictorios.
El estudio fue realizado por un equipo de investigadores del Kaiser Permanente Division of Research en Oakland, California, EE.UU.
Productos lácteos con estrógenos naturales
Los autores señalan que los procedimientos de reproducción, alimentación y crianza que utiliza, actualmente, la industria de lácteos, para aumentar su producción, permiten que las vacas puedan ser ordeñadas durante el tiempo en que están embarazadas. Bajo estas condiciones, los estrógenos que se producen en el transcurso de la gestación pasan a la leche y se fijan a las partículas de grasa que ésta contiene.
Por lo tanto, la leche completa y sus productos derivados pueden presentar niveles significativos de estrógenos ligados a las grasas, mientras que los alimentos lácteos descremados, usualmente, contienen cantidades muy pequeñas de hormonas.
Estrógenos y cáncer de mama
La exposición prolongada a los estrógenos es uno de los principales factores de riesgo de cáncer de mama. Las circunstancias que favorecen esta condición son: la menarquia precoz (primera menstruación), la menopausia tardía, la condición de nulípara, el primer parto a una edad madura y la terapia de sustitución hormonal. La lactancia materna, por el contrario, tiene un efecto protector.
Otros factores de riesgo modificables que contribuyen al aumento de la exposición a los estrógenos son: el sobrepeso y la obesidad, el consumo de alcohol y la inactividad física.
El incremento del índice de masa corporal en las mujeres postmenopáusicas aumenta el riesgo de cáncer de mama. El tejido adiposo (grasa corporal) es la fuente más importante de producción de estrógenos durante la menopausia, por lo tanto, cuando hay un incremento de los depósitos de grasa, aumenta la concentración de estas hormonas en la sangre.
La pérdida moderada del peso corporal en las mujeres postmenopáusicas mediante una dieta saludable y ejercicio puede reducir significativamente los niveles de hormonas sexuales femeninas que están asociadas al aumento del riesgo de desarrollar cáncer de mama, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Journal of Clinical Oncology, en mayo de 2012.
Por otra parte, la ingesta de alcohol también aumenta los niveles de estrógenos, ya que favorece la conversión de la testosterona, presente en el tejido adiposo de las mujeres, en estradiol (estrógeno).
Un estudio publicado en la revista Alcohol and Alcoholism en marzo de 2012, reportó que, incluso, el consumo bajo de alcohol, equivalente a una bebida diaria, se asocia a aumento del riesgo de cáncer de mama.
Algunos tumores mamarios tienen receptores de estrógenos (REs) y se llaman RE-positivos. Al disminuir, eliminar o bloquear la acción de estas hormonas se evita que el tumor se desarrolle o crezca.
El estudio que nos ocupa agrega a la lista anterior otro factor modificable de riesgo de cáncer de mama: los productos lácteos con alto contenido de grasas. Estos incluyen la leche completa, evaporada y condensada, queso, helado, crema de leche, mantequilla y yogures que no han sido descremados.
Igualmente, esta investigación tiene el mérito de ser la primera en separar los efectos de los productos lácteos de alto y bajo contenido de grasas en las mujeres con cáncer de mama.
Para probar su hipótesis, los investigadores le hicieron seguimiento a un grupo de 1.893 mujeres que presentaban cáncer de mama en estadio precoz, diagnosticado dos años antes del inicio del estudio.
Las participantes respondieron un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos tanto al inicio del estudio como al cabo de 6 años de observación. El período de seguimiento duró, aproximadamente, 12 años.
Las mujeres que consumieron una o más porciones diarias de productos lácteos con alto contenido de grasas presentaron un riesgo 49% mayor de fallecer de cáncer de mama y una probabilidad 64% mayor de morir por cualquier causa como enfermedad cardiovascular, en comparación con aquellas participantes que habían ingerido media porción diaria o menos de esos alimentos.
Sin embargo, los investigadores no observaron ninguna asociación entre la ingesta de alimentos lácteos descremados y el aumento de la mortalidad por cáncer de mama.
Un vaso de leche completa equivale a una porción, al igual que una cucharadita de crema o 28 g de queso.
Los autores señalan en el estudio que el aumento de la mortalidad por cáncer de mama se asocia a los estrógenos presentes en la leche y no a la grasa a la cual se fijan estas hormonas.
Los investigadores llegaron a esta conclusión, ya que el incremento de la ingesta de grasas saturadas provenientes de otras fuentes no aumentó el riesgo de morir por cáncer de mama de modo tan significativo como lo hizo el consumo de productos lácteos ricos en grasas.
El consumo de grasas de buena calidad como las procedentes de las nueces, el aguacate o palta y el aceite de oliva no aumentaron la mortalidad de las mujeres que presentaban cáncer de mama.
Cientos de investigaciones han examinado el papel que desempeñan los factores de riesgo modificables en la prevención del cáncer de mama, pero pocos estudios han explorado como éste el efecto de los hábitos alimentarios en el pronóstico y evolución de la enfermedad una vez que ha sido diagnosticada.
En conclusión, las mujeres que presentan un diagnóstico de cáncer de mama deberían consumir, exclusivamente, productos lácteos descremados en cantidades moderadas, si es posible, no más de una porción diaria.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian