¿Consume usted suplementos dietarios pensando que los nutrientes y sustancias benéficas para la salud y nutrición tienen el mismo efecto cuando son liberados en el organismo en forma aislada, que cuando son ingeridos como componentes de los alimentos?
Pues si bien los suplementos juegan un papel muy importante en la salud y nutrición, lo recomendable es pensar primero en los alimentos, y después, de la mano de su médico, en los suplementos.
Una característica fundamental de los alimentos naturales es que sus constituyentes están “coordinados” dentro de una entidad física intacta con la célula como “un director de orquesta” e integrador central de los constituyentes.
La composición de un alimento -tal como nos lo entrega la naturaleza- refleja la “sabia” biología del mismo. Así, los alimentos que contienen altas cantidades de grasas no saturadas tales como las nueces, son ricos a su vez en altas cantidades de compuestos con propiedades antioxidantes que los protegen de la inestabilidad de estas grasas. Entonces, una dieta que consista mayoritariamente de nutrientes purificados nos estaría privando de los beneficios de esta “coordinación” intrínseca de los alimentos.
Los suplementos dietarios son vitaminas y minerales (micronutrientes), fitoquímicos antioxidantes y otros compuestos benéficos no-nutrientes, por ejemplo fibra dietaria, que se consumen adicionalmente a la dieta, en forma de píldoras, cápsulas, cápsulas blandas, comprimidos, polvos o líquidos.
La identificación de los constituyentes fundamentales de los alimentos marcaron un hito en la ciencia de la nutrición. Tal es el caso de la vitamina C (ácido ascórbico) y la dilucidación de su papel en enfermedades carenciales. Ya que el organismo humano no puede sintetizarla, el consumo de dietas ricas en ácido ascórbico de fuentes naturales como las frutas cítricas y hortalizas es casi un “mandamiento”. Sin embargo, el consumo adicional de ácido ascórbico a través de suplementos es a veces necesario por razones médicas.
Igualmente, a las embarazadas se les prescribe ácido fólico, vitamina del complejo B, (B9), que ayuda a la formación neurológica fetal previniendo ciertos defectos de nacimiento en los bebés. Así también, los suplementos de calcio son prescritos habitualmente con fines de prevención de osteoporosis y de riesgo de fracturas en mujeres postmenopáusicas, entre otros.
Para una mejor comprensión de la nutrición y su aplicación a nuestra dieta nos puede ser de utilidad manejar el concepto de “sinergia en los alimentos”, de acuerdo al cual, la acción del alimento como una matriz, sobre el sistema biológico humano, es mayor que la acción individual correspondiente a cada componente del alimento.
Es decir, las interrelaciones entre los constituyentes de los alimentos son significativas, y dependen del balance e interacción entre sí, y de aspectos como su comportamiento ante la digestión humana, su absorción intestinal, la estabilidad de su actividad biológica y cuanto de la misma alcanza el nivel celular. Esto aplica igualmente a alimentos procesados.
Muchas investigaciones actuales evalúan el efecto de la dieta, o de un tipo de alimento, sobre la salud y nutrición. Así, por ejemplo, un estudio concluye que las frutas cítricas disminuyen el riesgo de accidentes cerebrovasculares (ACV) en mujeres. La vitamina C, previamente considerada como factor de protección cardiovascular, no estuvo asociada a reducción de riesgo de ACV en esta investigación sino los flavonoides dietarios. Los autores recomiendan entonces el consumo de cítricos.
Otro ejemplo: ante los resultados de un estudio a gran escala que representa la primera gran evidencia epidemiológica de que las bayas (“berries”) rojo-moradas pueden retardar la progresión del deterioro cognitivo en mujeres de edad avanzada, los autores concluyen que el aumento de la ingesta de estas bayas representa una modificación bastante sencilla de la dieta e instan a su consumo.
Ni aún con la gran cantidad de información que vincula al licopeno (carotenoide dietario) con reducción de riesgo de cáncer de próstata, la American Cancer Society antes que recomendar la ingesta de licopeno en forma de un suplemento dietario, prefiere animar a la población a comer una variedad de alimentos, especialmente frutas y hortalizas, recomendando la ingesta de aquellas de colores vivos y fuertes, entre los que se incluyen los tomates, ya que muchos estudios sugieren un menor riesgo de varios tipos de cáncer al consumirlos.
El estudio publicado este año sobre la cohorte alemana (Heidelberg) dentro del proyecto “European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition study (EPIC)”, que durante 11 años ha recogido datos de cerca de 24.000 personas, encontró resultados muy interesantes al tratar de establecer la relación del calcio dietario/suplementos de calcio, con el riesgo de mortalidad cardiovascular general. Los autores encontraron que una ingesta moderada de calcio (820 mg/día), tanto en suplementos como en la dieta, se asociaba con una reducción del 30% en el riesgo de infarto al miocardio, pero tomar más de 1.100 mg/día no parecía tener ninguna protección.
En aquellos participantes que tomaban suplementos, los autores observaron un aumento del 86% de las posibilidades de sufrir un infarto comparado con los que no los tomaban. Sorprendentemente, ingerir una cantidad similar de este mineral, pero con la dieta, no implicaba ningún riesgo.
De acuerdo a los autores, mientras el calcio de la dieta se toma en pequeñas cantidades durante todo el día junto con las grasas y proteínas de los alimentos, el mismo se absorbe lentamente provocando pequeños cambios en los niveles de calcio en sangre, mientras con la ingesta de suplementos se pueden producir “picos de calcio” lo cual puede tener efectos adversos sobre los vasos sanguíneos. La conclusión es ser cautelosos y no abusar de las concentraciones de calcio recomendadas administradas por vía de suplementos.
Una conclusión lógica tratando de no sobre-simplificar este complejo tema es que la sinergia, o la forma en la que los nutrientes interactúan en un alimento, puede ser más efectiva que los nutrientes u otros constituyentes administrados de manera aislada.
Si bien en múltiples ocasiones los multivitamínicos son necesarios y prescritos médicamente, una dieta variada y balanceada, con abundancia de frutas y hortalizas de colores intensos, de granos y cereales integrales, y por supuesto de proteínas y grasa de buena calidad, puede ser una mejor opción. Se recomienda igualmente, no sobre-dosificar los suplementos que estemos consumiendo.
Así pues, los consumidores debemos enfocarnos más en la calidad de la dieta y en los alimentos como un todo, considerándolos más que los nutrientes, como la unidad fundamental de la nutrición.
María Soledad Tapia