Un estudio reciente reveló un aumento significativo de la inflamación de ciertas áreas del cerebro en personas que manifestaban síntomas de depresión mayor. Este hallazgo, que tiene importantes implicaciones para el desarrollo de nuevos tratamientos para esta afección, se obtuvo mediante la aplicación de una técnica para obtener imágenes cerebrales llamada tomografía por emisión de positrones.
La investigación fue realizada por el Centro para la Adicción y Salud Mental de los Estados Unidos (Centre for Addiction and Mental Health) y fue publicada en la prestigiosa revista JAMA Psychiatry, en su edición de marzo de 2015.
Estudios previos, realizados en personas que presentaban síntomas de depresión, habían encontrado marcadores de inflamación en la sangre de los pacientes afectados, pero los hallazgos del estudio que nos ocupa representan la primera evidencia definitiva y convincente de inflamación en ciertas áreas del cerebro durante un episodio de depresión mayor.
Es importante recordar que la inflamación es la respuesta biológica natural del sistema inmune frente a estímulos nocivos como células dañadas, irritantes, o patógenos (bacterias, virus y hongos), con la finalidad de eliminar el agente causal o agresor y llevar a cabo el proceso de curación.
La inflamación aguda o de corto plazo tiene efectos protectores, ya que es un proceso mediante el cual el cuerpo, a través del sistema inmune, trata de curarse a sí mismo, mientras que la inflamación crónica es perjudicial para el organismo y suele causarle daño a las células y a los tejidos afectados.
Con la finalidad de estudiar el efecto de la inflamación en el cerebro, el equipo de investigadores que llevó a cabo el estudio que nos ocupa logró medir la activación de un tipo de células, que forman parte del sistema inmune del cerebro, conocidas como microglia, que juegan un papel fundamental en la respuesta inflamatoria de este órgano.
Las células de la microglia normalmente vigilan de manera constante el tejido cerebral. Cuando se produce algún daño o se presenta una infección bacteriana o viral, la microglia se activa, responde al daño neuronal, elimina las células afectadas y contribuye con la reparación del tejido nervioso. Sin embargo, la activación crónica de estas células puede causarle daño a las neuronas a través de la liberación de moléculas potencialmente tóxicas como las citoquinas proinflamatorias.
Los investigadores cuantificaron la activación de las células de la microglia, mediante una técnica de imágenes cerebrales llamada tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en ingles), para constatar si la inflamación del cerebro se incrementaba en las personas que presentaban síntomas de depresión mayor.
El estudio involucró a un grupo de 20 pacientes que presentaban depresión, pero que no tenían manifestaciones o diagnóstico de otra enfermedad y a un grupo control integrado por 20 participantes sanos.
A todos los participantes se les practicó la tomografía por emisión de positrones. Esta técnica de imágenes cerebrales les permitió a los investigadores medir los niveles de un marcador de inflamación en el cerebro conocido como proteína “translocadora” (translocator protein).
Los investigadores encontraron que en los pacientes con depresión los niveles de esta proteína “translocadora” presentó un incremento de 26% en la corteza prefrotal, de 32% en la corteza cingulada anterior y de 33% en el área de la ínsula del cerebro, en comparación con los participantes sanos.
La inflamación en la corteza cingulada anterior parecía estar más vinculada con la severidad de la depresión.
Estos procesos inflamatorios podrían afectar la actividad de las neuronas en el cerebro y la forma en que se comunican entre ellas.
Un creciente número de evidencias sugiere el papel que desempeñan los procesos de inflamación en la generación de los síntomas que se presentan en los episodios de depresión mayor como, por ejemplo, la disminución del estado de ánimo, pérdida del apetito, y dificultad para conciliar el sueño.
La depresión es una enfermedad compleja y de origen multifactorial, por lo tanto, los autores señalan que “la inflamación de ciertas áreas del cerebro es uno de esos cambios biológicos que pueden contribuir con el desarrollo de esta afección”.
El estudio que nos ocupa es el primero en demostrar que la inflamación del cerebro puede desempeñar un papel importante en la instalación de los síntomas de la depresión, incluso, en ausencia de una enfermedad física.
Investigaciones previas han relacionado los procesos de inflamación que se producen en algunas afecciones como el cáncer, las enfermedades autoinmunes y las infecciones sistémicas con el desarrollo de síntomas depresivos. Cuando se activa el sistema inmune periférico en respuesta a estos padecimientos se producen citoquinas (proteínas proinflamatorias), que envían señales a las células del cerebro, en particular a la microglia, lo cual puede conducir a una exacerbación de la enfermedad y al desarrollo de los síntomas de la depresión en las personas vulnerables.
Estos fenómenos podrían explicar la mayor prevalencia de depresión clínica en las personas con enfermedades físicas. Por lo tanto, la inflamación es un evento biológico importante que podría aumentar el riesgo de episodios depresivos mayores, al igual que los factores genéticos y psicosociales.
El estrés y el trauma emocional también pueden causar inflamación
Por otra parte, no sólo las infecciones, los procesos autoinmunes o el cáncer pueden desencadenar una respuesta inmune, el estrés y el trauma emocional también pueden causar inflamación.
Un estudio previo reveló que el estrés crónico puede cambiar la expresión de algunos genes de las células del sistema inmune. Como resultado de esta alteración, las células inmunes afectadas se preparan para combatir enfermedades que no existen y, en consecuencia, se desarrolla un proceso de inflamación, que puede causar estragos en los tejidos afectados.
Uso de antiinflamatorios en la depresión mayor
La depresión severa es una afección devastadora que afecta aproximadamente 4% de la población general en el mundo. Aproximadamente, 20 a 30% de los pacientes no responden al primer antidepresivo que se les prescribe.
Se estima que aproximadamente 10% de los casos de depresión son resistentes al tratamiento y no responderán a los antidepresivos prescritos.
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones importantes para el desarrollo de tratamientos dirigidos a un grupo de personas que padecen de depresión mayor que no responde a los medicamentos convencionales.
Por lo tanto, los autores recalcan la importancia de implementar futuras investigaciones para estudiar el posible impacto que tendrían los medicamentos antiinflamatorios en los síntomas de la depresión mayor.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian