El problema de la resistencia bacteriana está aumentado globalmente, particularmente en los países de ingresos medios y bajos, como resultado del alto e indiscriminado consumo de antibióticos, muchas de las veces innecesariamente.
En países desarrollados el uso continuado y creciente de antibióticos en hospitales, comunidad, en la agricultura y ganadería (medicina veterinaria) ha contribuido con la aparición de cepas resistentes que ha forzado a cambios en el consumo por antibióticos más caros y de mas amplio espectro, mientras que en los países de bajos y medios recursos, el consumo ha aumentado debido a que han mejorado los ingresos y en consecuencia existe mayor disponibilidad de compra y el consiguiente aumento de las hospitalizaciones y de las infecciones intrahospitalarias.
“Una era post-antibiótico – en la cual las infecciones comunes y lesiones menores puedan matar – está lejos de ser una fantasía apocalíptica, es más bien una posibilidad real para el siglo XXI”, ha señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su más reciente reporte de la vigilancia de la resistencia antimicrobiana en 114 países para el 2014. El contenido de este documento es una alerta para el mundo.
En una nota de prensa del 30 de abril, el Dr. Keiji Fukuda, asistente de la Directora de la OMS añadió: “Los antibióticos eficaces han sido uno de los pilares que nos permiten vivir más, vivir más saludables y beneficiarnos de la medicina moderna. A menos que tomemos acciones significativas para mejorar los esfuerzos para prevenir las infecciones y también para cambiar cómo producimos, prescribimos y usamos los antibióticos, el mundo perderá más y más este bien de la salud pública global y las implicaciones serán devastadoras”.
Según la OMS, la resistencia en las bacterias más comunes que causan, por ejemplo, las infecciones urinarias, neumonías, sepsis, infecciones en neonatos o la gonorrea se ha extendido a todos los continentes.
Otra complicación es la resistencia a los medicamentos para tratar la tuberculosis, que cada vez es más extendida, se ha agravado hasta llegar al uso de las drogas inyectables de segunda generación y porque los tratamientos son muy largos y costosos. Igualmente el problema de resistencia también lo presentan los medicamentos para tratar la malaria y el HIV.
Precisamente, en Venezuela, en el Hospital Miguel Oráa de Guanare, en la primera semana de mayo murieron por sepsis neonatal 13 recién nacidos en solo 8 días, a causa de una contaminación por una bacteria altamente resistente en la Unidad de Neonatología, a los que se sumaron 2 muertes ocurridas el 9 de mayo. Estos hechos que no han sido confirmados por las autoridades sanitarias, pero reflejan cuan grave puede ser la situación, específicamente cuando existe una situación precaria en la salubridad ambiental.
En Europa y Estados Unidos ha aumentado la resistencia en bacterias como la E.coli y K. pneumoniae a antibióticos de tercera generación e igualmente ha aumentado la resistencia combinada, según el último reporte (Noviembre, 2013) del Centro Europeo para la Prevención y Control de la Enfermedad (ECDE, por sus siglas en inglés).
La resistencia bacteriana incide en la prolongación de la enfermedad, en una alta mortalidad y en un aumento de los costos del tratamiento. Se ha estimado, por ejemplo, que anualmente mueren 25.000 personas por este problema en Europa y unas 23.000 en Estados Unidos.
Los países europeos de menores recursos presentan un alto consumo, agravado por la utilización generalizada de antibióticos de segunda y tercera generación o incluso de combinaciones perjudiciales en infecciones comunes. Este consumo inapropiado conduce a una pérdida invalorable de la efectividad del antibiótico, por causa de la resistencia, ante el tratamiento de una infección grave que de verdad necesite de su utilización. Más aun, los adelantos médicos que han ocurrido en este milenio serían imposibles sin la disponibilidad de tratamientos efectivos para las infecciones bacterianas. Un estudio reciente ha mostrado que sin antibióticos eficaces, el 30 – 40% de los pacientes, a quienes se les reemplazó la cadera tendrían una infección post-intervención, con una letalidad de 30%. La OMS, ha señalado que los pacientes infectados con Estafilococus aureus resistente a la meticilina tienen una probabilidad mayor de morir (64%) que aquellos infectados con bacterias sensibles.
La resistencia aparece por mutaciones que ocurren en las bacterias, por transmisión horizontal de una bacteria a otra o por la aparición de una presión selectiva que permite sobrevivir a los microorganismos que tienen ventajas competitivas. Así mismo el uso sub-óptimo del antibiótico o de una dosis menor a la requerida es un paso para la aparición de la resistencia. Aunque la resistencia reside en el cromosoma también se encuentra en elementos extra-cromosomales o plásmidos que son de fácil propagación por transmisión horizontal, hecho que ha aumentado y permitido la producción de clones de bacterias resistentes que se transmiten muy rápidamente en el mundo. Tales son los casos de ciertas E. coli, Klebsiella y Estafilococus aureus resistentes a la meticilina.
Las causas de este fenómeno son múltiples y complejas porque son parte del comportamiento humano, lo importante aquí es recordar que las consecuencias nos afectan a todos. Así como los problemas climáticos afectan el planeta, la resistencia microbiana también lo afecta. Es decir el uso individual de un antibiótico afecta también a la población. No solo me hago daño a mí mismo sino que daño mi comunidad. De aquí que el problema es global y requiere de soluciones globales.
Resultados de las redes de vigilancia del consumo de antibióticos en países de Europa y en los Estados Unidos muestran diferencias en el consumo de antibióticos entre distintas poblaciones debido a variaciones en los sistemas de salud, nivel socio-económico, educación, el uso sin receta médica, factores culturales y la venta indiscriminada.
La adquisición de antibióticos sin receta médica en el mundo, con excepción de Canadá, Estados Unidos y el noreste de Europa, oscila entre 19 y 100%, pero es peor aún, si le añadimos que las recetas médicas son también inapropiadas en un alto porcentaje.
Un programa apropiado para el uso correcto de los antibióticos debe partir de una vigilancia regular que monitoree el consumo y venta de antibióticos así como la incidencia y resistencia de los microorganismos. Estos datos son valiosos para evitar la utilización excesiva o inadecuada de los mismos e indicar los correctivos que se deben aplicar en el tiempo.
¿Cómo hacerle frente a la resistencia antimicrobiana?
Lo primero es crear una conciencia del problema e involucrar a todos los sectores: público, gobiernos, autoridades de salud, industria y organismos internacionales en todos los países. Si no actuados todos a la vez y coordinadamente el problema no disminuirá y mucho menos desaparecerá.
Según la OMS, en su reporte de 2014 se deben tomar las siguientes medidas más específicas:
.- No automedicarse. La población debe ser más responsable en la venta y utilización de los antibióticos, no comprarlos sin receta médica y cumplir lo indicado por el médico.
.- Los trabajadores de salud y farmacéuticos deben hacer prevención informado al público y únicamente vender los antibióticos con una receta médica.
.- Las autoridades de salud deben establecer sistemas de vigilancia para monitorear la resistencia.
.- Los legisladores deben regular su adecuada utilización por el público en general y el personal de salud, así como su comercialización por las farmacéuticas.
.- Los políticos y la industria deben fomentar la innovación, investigación y desarrollo de nuevos medicamentos y promover la cooperación y el intercambio de información entre los interesados.
Irene Pérez Schael
Nota: Para los que quieran profundizar en el tema visiten esta excelente revisión.