Es responsabilidad de todos ayudar a nuestros jóvenes a convertirse en su día, en padres de niños sanos y de larga vida. Dra. Mary Barker. Universidad de Southampton, Reino Unido
Continuamos en MiradorSalud la discusión de la serie de la revista The Lancet sobre el importantísimo tema de salud preconcepcional.
Primer paso: Reconocer los factores de riesgo preconcepcionales que afectan la mujer y al hombre y pueden cambiar la vida de los hijos y de los padres.
La salud, el metabolismo, y los hábitos de vida de ambos padres antes de la concepción impactarán la vida de los hijos concebidos. La evidencia sugiere que el tabaquismo, el alto consumo de alcohol y cafeína, la dieta, la obesidad y la desnutrición pueden causar cambios genéticos, celulares, metabólicos y fisiológicos durante el desarrollo del bebé nonato, con profundas implicaciones posteriores en el crecimiento, el desarrollo y la salud del recién nacido, y con consecuencias duraderas en la edad adulta pues aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, inmunes y neurológicas.
Por ejemplo, un estudio publicado sobre el efecto en la salud de la descendencia de factores de riesgo conductuales como el consumo de alcohol antes y durante el embarazo, concluye que en los bebés concebidos por mujeres que beben alcohol en la época cercana a la concepción, se aumenta drásticamente el riesgo de diabetes tipo 2 y de obesidad en su adultez temprana.
Algo muy importante que se debe recordar es la epigenética: Los factores de riesgo, pueden alterar la naturaleza del ADN de todas las células –tanto esperma como óvulos– y por lo tanto, estos cambios pueden ser transmitidos a la descendencia, pasando de generación en generación.
Un buen ejemplo se encuentra en los resultados de una investigación que muestra que el tabaquismo de muchachos en la infancia media puede contribuir a la obesidad de la progenie de la generación siguiente, específicamente en sus hijos varones adolescentes (no las hijas). Esto pone de manifiesto la importancia de la edad de inicio de la exposición paterna al tabaquismo, y se explica por efectos epigenéticos que causan metilación del ADN durante la espermatogénesis expresándose el impacto preconcepcional del tabaquismo de los progenitores varones en sus hijos varones.
La obesidad materna está asociada con un mayor riesgo de la mayoría de los principales resultados adversos maternos y perinatales: la incapacidad de concebir, aumento de los niveles de inflamación, hormonas y metabolitos que pueden alterar directamente el desarrollo del óvulo y del embrión, complicaciones del embarazo (p. ej., preeclampsia, diabetes gestacional) y parto (p. ej., macrosomía), anomalías congénitas, muerte fetal intrauterina, bajo peso al nacer, lactancia no exitosa e incluso muerte materna.22-25.
Pero la salud antes de la concepción incluye igualmente a los hombres. El aumento global de la obesidad entre los hombres (3-11% entre 1975 y 2014) no es irrelevante. La obesidad paterna se ha relacionado con una alteración de la fertilidad que afecta la calidad, cantidad y motilidad de los espermatozoides y se asocia con un aumento del riesgo de enfermedad crónica en la descendencia.
Sin embargo, es incierto si la dieta paterna y la obesidad tienen una influencia tan fuerte como la salud materna previa a la concepción.
¿Qué hacer para ayudar a mejorar la salud en las generaciones futuras?
Los autores de la serie sugieren una mejor orientación y apoyo para las personas que planifican el embarazo, y un aumento de las medidas de salud pública para reducir la obesidad y mejorar la nutrición.
Identifican tres estrategias prometedoras de intervención preconcepcional: suplementación y el enriquecimiento de los alimentos (ya discutido en MiradorSalud), transferencias de efectivo (cash transfers), e incentivos, e intervenciones de cambios de comportamiento.
Veamos cómo se abordan las intervenciones en la serie. Lo primero es que los autores recomiendan intervenciones que abarquen toda la vida, que deben comprender y aprovechar las razones de las personas para comprometerse con la salud preconcepcional en diferentes etapas de sus vidas para ayudarlas a cambiar:
1. Intervenciónes en niños y adolescentes
Sentar las bases para una vida sana es esencial por razones independientes de cualquier agenda de salud previa a la concepción, y existe la necesidad de crear conciencia sobre la preparación saludable para el embarazo como concepto desde una edad temprana.
En la primera fase de la acción previa a la concepción, la motivación para convertirse en un padre se forma sin ninguna capacidad física para la procreación. Por ejemplo, cuando los niños juegan a ser padres. Esto cambia por supuesto, a medida que los niños se convierten en adolescentes.
El reconocimiento reciente del triple beneficio de la inversión en la salud de los adolescentes -su salud ahora, su salud en el futuro y la salud de la próxima generación- ha centrado la atención en esta fase del ciclo de vida.
El 90% de la población mundial de adolescentes que es de 1.800 millones, vive en países de bajos y medianos ingresos, la mitad de ellos experimenta retraso en el crecimiento y el embarazo precoz es común.
Para este grupo, una intervención clave para mejorar los resultados en madres y bebés, es retrasar el primer embarazo más allá de los 18 años, cuando ya no se necesitan nutrientes para apoyar el crecimiento materno.
Las respuestas fisiológicas y los comportamientos de salud establecidos durante la adolescencia continúan hasta la edad adulta, y los cambios neurológicos y epigenéticos en la adolescencia sugieren que es un período crucial para establecer el riesgo a largo plazo para la salud.
Los adolescentes suelen desconectarse de los mensajes de salud tradicionales, priorizando lo inmediato a largo plazo, y al tener un fuerte deseo de autonomía hace que rechacen la educación sanitaria instructiva. Por lo tanto, las intervenciones efectivas con adolescentes necesitan empoderar y alentar dándoles, en lugar de quitarles, responsabilidad.
Un ejemplo es la intervención Ntshembo (Esperanza) en zonas rurales de Sudáfrica, donde hay altas tasas de sobrepeso y obesidad entre los adolescentes, que busca mejorar su salud y bienestar con el fin de limitar la transferencia intergeneracional del riesgo de enfermedad metabólica, en particular el riesgo de diabetes, mediante un programa de 2 años de apoyo al cambio de comportamiento.
2. Intervenciones con adultos que no pretenden inmediatamente quedar embarazadas
En esta segunda fase, el objetivo de convertirse en padre se refina y configura según el estado psicológico, social, económico y biológico del individuo.
A medida que los adultos jóvenes maduran, los objetivos de desarrollo como completar la educación, la obtención de empleo y la formación de relaciones íntimas generalmente tienen prioridad sobre convertirse en padres. En consecuencia, la salud previa a la concepción tendrá poco valor de motivación durante esta fase. Los métodos efectivos de participación en esta etapa serán altamente específicos del contexto.
La ausencia de atención médica previa a la concepción en muchos países significa que las intervenciones para mejorar el estado nutricional preconcepcional necesitan aprovechar el contacto habitual entre adultos jóvenes y profesionales de la salud, haciendo uso, por ejemplo, de los servicios médicos de las empresas.
En contextos fuera del cuidado de la salud, los supermercados representan una oportunidad para promover la nutrición preconcepcional por su alcance en las comunidades y contacto con el cliente. Ofrecer apoyo nutricional preconceptivo junto con las ventas de ácido fólico y otros suplementos es algo que podría desarrollarse en países de altos ingresos y, si tiene éxito, traducirse a países de bajos ingresos a medida que los supermercados se extiendan.
Intervenciones con adultos que pretenden quedar embarazadas
En la tercera fase, el objetivo de convertirse en padre se activa a través de una combinación de normas sociales (p.ej. normas subjetivas), situacionales (p.ej. matrimonio) y biológicas (p.ej. edad).
Esta fase se caracteriza por una mayor inversión de pensamiento, tiempo y esfuerzo para quedar embarazada. La disposición para participar en las intervenciones aumenta, y los comportamientos pueden variar. Con el apoyo adecuado, es probable que las intervenciones previas a la concepción se traduzcan en un cambio de comportamiento.
Las intervenciones deben permitir una implementación rápida y discreta, dada la naturaleza sensible de los planes de concepción de las parejas, y la promoción activa a través de canales como el asesoramiento sobre anticoncepción.
Dado que es probable que este grupo participe y busque información, los servicios de salud previos a la concepción en atención primaria, con un enfoque en nutrición, podrían ser apropiados. Las intervenciones ofrecidas en este entorno pueden mejorar los comportamientos de salud previos a la concepción en mujeres que planean quedar embarazadas.
La detección de la intención de embarazo, permitiría a los profesionales de las clínicas de salud sexual y reproductiva ofrecer apoyo preconcepcional, por ejemplo, a las mujeres que acuden para la extracción de implantes y dispositivos intrauterinos y otros tipos de consulta.
Comentario final: Resulta muy interesante revisar las estrategias planteadas por estos respetados investigadores, que de manera ineludible nos lleva a los venezolanos a confrontarlas con la precaria realidad de nuestro país.
Tenemos que recordar algo, y es que simplemente es imposible cambiar los comportamientos de las personas en cualquier etapa de la vida, si los derechos a la alimentación, la salud y la educación no están garantizados. Por ello, cualquier estrategia o intervención de salud previas a la concepción tiene que combinar el cambio de comportamiento con la seguridad alimentaria y nutricional: medicinas, agua potable, servicios públicos, educación e institucionalidad, además de alimentos.
Los invitamos a releer este artículo publicado en MiradorSalud:
La embarazada adolescente en Venezuela
María Soledad Tapia