Generalmente al terminar un artículo para Mirador Salud, comento con la familia y amigos los aspectos que me motivaron a escribirlo, activando nuevas ideas. En los artículos de abril y mayo empecé a explorar el tema de la compasión y formas de desarrollar este centro de equilibrio humano con la autocompasión. Varias de las personas con las cuales hablé al respecto pensaban que generalmente eran autocompasivas, aunque alguna de sus experiencias demostraban lo contrario. Deseando explorar más, les pedí que recordaran situaciones en las cuales sentían que no eran compasivas con otros.
En uno de los casos, una joven mujer con varios años de casada me comentó que cuando su esposo se quejaba por algo que debía hacer o amanecía malhumorado porque no había dormido lo suficiente, ella no lograba tener empatía con él. Le fastidiaba que no asumiera sus compromisos sin lamentarse o que no hubiera organizado bien el día anterior para obtener el descanso necesario. En fin, no sólo lo culpaba a él de lo que le pasaba, sino que ella se sentía peor al iniciar un torbellino de comentarios improductivos responsabilizándose mutuamente de sus respectivas molestias.
Empezamos a indagar maneras de cambiar esta dinámica negativa aplicando los principios de la compasión. Para su asombro, al analizar estas dificultades con su pareja pudo reconocer aspectos suyos que pudiera modificar para sentirse mejor consigo misma. Entre otras cosas, le pregunté lo que sentía cuando él se quejaba de lo que debía hacer. Me respondió que no lo entendía porque ella hacía “todo lo que debía hacer” sin quejarse. Esta afirmación motivó una exploración de las múltiples ocasiones cuando ella asumía sus deberes automáticamente, sin estar consciente de sus motivaciones para hacerlos, ni mucho menos ser autocompasiva en el caso de que no todo saliera bien. Observaba que no estaba considerando sus valores y que quizás debía cambiar la forma de abordar “lo que debía hacer” estando más consciente de sus razones profundas.
Este argumento nos llevó a considerar otra de las premisas de la compasión: para ser autocompasivos primeramente debemos estar presentes o atentos a lo que nos sucede y estar pendientes de descubrir las motivaciones intrínsecas que subyacen en nuestros frecuentes “deber ser”. Acordamos analizar por separado cada una de las acciones que ella asumía como inevitables. Reflexionando sobre el “tener que” preparar la lonchera para su hija, ella reconoció cuán importante era esto para ella. No solo porque debía mandarle comida a la escuela, sino porque la entusiasmaba y motivaba asegurarse de que organizaba una lonchera nutritiva y balanceada posible para las necesidades de crecimiento de su hija. Al darse cuenta de la motivación intrínseca que la animaba para realizar esta tarea, le cambió la expresión de su cara. Estaba feliz de poder hacer la lonchera diaria. Dimos así un primer paso en la búsqueda de una nueva dinámica para abordar su “deber ser” y posiblemente ayudar a su marido a descubrir los suyos.
Otra de las situaciones que se le presentaban generalmente a esta joven mujer, activa y eficiente, era que para aprovechar al máximo el tiempo disponible, terminaba una tarea y empezaba otra en cadena. Ignoraba la ansiedad y tensión que iba acumulando al correr contra el tiempo para hacer el mayor número de tareas, sin pausa para restaurar su energía. No se detenía para atentamente reconocer cada avance y celebrarlo, aspecto importante para mantener una productividad saludable. Se dio cuenta que ella o él estaban en libertad para tomarse un pequeño descanso o cambiar de actividad entre tareas antes de sentirse abrumados o al borde de sus capacidades. En su caso y posiblemente en el caso del marido también, se trataba no sólo de planificar adecuadamente las tareas diarias, sino, igualmente estar atento a cómo se sentían durante su realización, aplicando la atención plena. En este caso – de nuevo – estaba ignorando las señales de su cuerpo, además añadiendo posibilidades de equivocarse en lo que estaba haciendo y en consecuencia sentirse peor por ello.
Generalmente planificamos pensando en los escenarios más favorables: asumimos que todo va a suceder de acuerdo al plan. No vamos a tener interrupciones de llamadas urgentes que debemos atender o de choques en la vía cuando vamos a hacer una diligencia, por lo cual los tiempos justos que teníamos asignados a lo que estábamos haciendo o a lo planificado, no serán los mismos. ¿Qué hacer en estos casos? Me pregunta ella. De nuevo reconocemos, que el cambio por hacer es actitudinal. Reconocer cada una de estas situaciones con ecuanimidad, especialmente las que son condiciones externas que no podemos cambiar y asumirlas como oportunidades para ser creativos e idear qué hacer durante esa pausa inesperada. Por ejemplo, podemos aprovecharla como un momento para relajarnos, bien sea respirando calmadamente (en el caso de la llamada) u oyendo música (en el caso del choque) para no angustiarnos por la tardanza o por el cambio inesperado de planes.
Esta experiencia narrada, bastante común, creo que nos puede servir de guía para destacar aspectos de posibles prácticas activadoras de nuestra compasión para otros y para nosotros mismos. Cerramos así el tema iniciado de cómo a través de la compasión podemos ayudar a resolver la molestia de esta joven esposa por las quejas del marido y de cómo ella podría reconocer las señales para activar su autocompasión.
Antes quiero compartir una de las enseñanzas de Thupten Jimpa – traductor oficial del actual Dalai Lama – de su libro “A Fearless Heart: How the courage to be compassionate can transform our lives”. Este investigador budista nos dice que él está en desacuerdo con quienes dicen que no podemos tener compasión con otros, si no tenemos autocompasión. El plantea “que la compasión por otros, especialmente por quienes padecen necesidades, es un instinto natural humano”. Además añade que es posible encontrarse con personas compasivas y altruistas quienes al mismo tiempo son duras e intolerantes con ellas mismas. O personas que cuidan a otros, como padres o buenos amigos que se preocupan sinceramente y dan todo de sí mismos con amor, pero que no atienden sus propias necesidades de autocompasión. Es importante recordar que descuidar nuestras propias necesidades puede llevar al agotamiento en el tiempo, dejándonos mermados y exhaustos.
A los asiduos lectores de Mirador Salud, los invito a conocer, a través del siguiente enlace, un poco de la interesante vida de Thupten Jimpa y la forma como ha integrado sus estudios científicos y la filosofía budista con la cual creció y se formó. Además les dejo seis mensajes del libro de Jimpa para inspirarnos a ser más compasivos con otros y con nosotros mismos.
- Trataré de comprender y ser paciente con los aspectos de mi personalidad que no me gustan o me molestan. (Activar mi bondad)
- Cuando estoy pasando por tiempos muy difíciles, me brindo el cuidado y la ternura que necesito. (Activar mi bondad)
- Cuando me siento inadecuado de alguna manera, trato de recordarme que sentirse inadecuado es algo que comparto con muchas personas. (Humanidad compartida)
- Cuando me están saliendo mal las cosas, veo las dificultades cómo parte de la vida que todos transitamos. (Humanidad compartida)
- Cuando me siento triste trato de abordar mis sentimientos con curiosidad y apertura. (Atención plena)
- Cuando fallo en algo importante para mi, trato de mantener la situación en perspectiva. (Atención plena)
Espero que estos mensajes iluminadores les permitan activar la compasión y la autocompasión en su cotidianidad. Cómo siempre, se les agradece cualquier comentario sobre este artículo o sugerencias de temas que desearían ver abordados aquí.
Jeannette Díaz
Fotografía: Priscilla-du-Preez de Unsplash
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a profesionales creativos, arquitectos y emprendedores a cerrar la brecha entre sus expectativas y logros alcanzados. Página web de Jeannette Díaz.
2 Comentarios
Alicia Ponte-Sucre
Gracias por este hermoso artículo. Cuanto necesitamos cada uno de la compasión y la autocompasión… casi que desdoblarnos para vernos desde afuera y poder pasarnos la mano y consolarnos en las situaicones complejas… Gracias
Jeannette Diaz
Mi agradecimiento para ti. Escribo estos artículos para motivar a nuestros lectores a seguir explorando y desarrollando las capacidades que compartimos como humanos. Venezuela comparte con otros paises del mundo difíciles problemas con causas estructurales y coyunturales. Sin embargo, debemos cultivar la común humanidad que también nos une. Es un maravilloso aliciente tu comentario.