En este primer artículo del año, aprovecho para desearles el mejor año que puedan crear para ustedes. Como es usual iniciando el año, es difícil no pensar sobre lo que queremos dejar atrás del año pasado y en lo que deseamos iniciar o cambiar a partir de enero. Seguramente recordaremos viejas resoluciones pendientes. No estamos solos en esto, múltiples reportes demuestran que las resoluciones que se siguen cumpliendo después del primer trimestre del año representan un porcentaje muy bajo comparado con el total de compromisos que entusiastamente hicimos en los principios de año. Si están animados a proponerse resoluciones más exitosas pudiera interesarles revisar estos tres artículos pasados: Gratitud y metáforas para el nuevo año, ¿Iniciar el nuevo año con viejas rutinas? y Estrategias para dejar de posponer los eternos pendientes.
Estamos atravesando una situación crítica global por la pandemia, que ha desnudado e incrementado nefastas consecuencias sociales, económicas y culturales con alcances impredecibles, todavía. Consciente de esto les propongo para este año una nueva serie de artículos con mayor énfasis en las relaciones interpersonales e interés colectivo. Espero así complementar los temas de desarrollo personal que se publicaron el año pasado. He decidido también hacer estos artículos más concisos como mi contribución a balancear el incremento de información que recibimos por las redes sociales producto de esta situación.
La productividad personal y logros colectivos
Me entusiasmó iniciar la exploración de la necesidad de un cambio temático de lo personal a lo colectivo, al leer un excelente artículo publicado en la revista The New Yorker a fines de 2020, por Cal Newport. Este profesor de Computación en la Universidad de Georgetown y autor de libros sobre la productividad personal hace un recorrido histórico sobre los orígenes del concepto de productividad personal. Plantea que centrarse en la persona, como principal generadora de la productividad y su evaluación como medio para incrementar la eficiencia en los trabajos está desactualizada. Por el contrario, resulta más bien una distracción para mejorar resultados o incrementar la eficiencia general. En realidad, no es la persona y su autonomía laboral sobre lo que hay que enfocarse, sino la dinámica grupal o de equipo que sucede lo que permite lograr una mayor productividad general. No se trata de negar la importancia del desarrollo de capacidades personales para brindar el mejor aporte al grupo, sino de mover el foco hacia la optimización de la dinámica de los individuos que participan, que será lo que a fin de cuentas generará la eficiencia general buscada.
Newport explica cómo el concepto de productividad surgió a partir del trabajo en las primeras industrias. En esa época se requería buscar formas y espacios que permitieran ahorrar tiempo y reducir costos. Este concepto fue traducido al ámbito personal por Peter Drucker, apreciado académico especializado en el área de negocios, quien también acuñó el término “trabajador del conocimiento” como “alguien que trabaja principalmente con información o que desarrolla y utiliza sus conocimientos en el lugar de trabajo”. Drucker abogaba además por la autonomía de la persona en el trabajo y durante las siguientes décadas se generaron multitud de sistemas y métodos para la productividad personal, incluyendo el énfasis en la responsabilidad personal para su logro.
Según Newport no ha habido suficiente presión en el sistema laboral para colocarse en una perspectiva distinta, más integradora, donde se incluyan todos los niveles decisionales. Por ejemplo, lo que a veces conviene al individuo – delegar más tareas – puede ser dañino para el equipo y para el trabajo a realizar, quedando algunas personas con una carga desproporcionada de tareas, entre otras desventajas.
La epidemia generada por COVID-19 ha puesto en evidencia muchas fallas con esta forma generalizada, establecida de trabajar y de medir la productividad centrada en la persona. Newport predice que el cambio hacia otro sistema, más equilibrado y eficiente que el de la productividad personal, sucederá con el tiempo. Nos insta a considerar como ejemplo un sistema virtual – utilizado por los desarrolladores de software – que permite evidenciar claramente el flujo de tareas y así de un vistazo se puede apreciar lo que está sucediendo dentro de los equipos, quién está haciendo cada tarea y su avance respectivo. En reuniones de seguimiento, al visualizar el panorama general, es posible hacer preguntas significativas sobre las cargas personales de trabajo. Se puede determinar – sin imposición – la cantidad o el tipo de trabajo que una persona debe o puede hacer para cumplir con lo que necesita un proyecto determinado. Con un sistema como este, se hace posible una verdadera optimización que beneficie tanto al individuo como al producto colectivo.
Entre los aspectos que pude concluir sobre este interesante planteamiento están los siguientes:
- Pareciera necesario adoptar la premisa de que el producto del trabajo – con claras excepciones de ciertos tipos de trabajo – es logrado por la contribución de varios individuos, cuya dinámica grupal es lo que determina el resultado final o productividad general.
- Para favorecer la optimización o eficiencia que se desea se requiere la mayor transparencia en los procesos y en la distribución de tareas, según las capacidades y experiencias individuales (sistema virtual planteado por Newport arriba). De esta forma se logra la más eficiente asignación de tareas dentro de un equipo, formado por individuos con diversas capacidades y experiencias.
- El engranaje de un nuevo sistema, alejado de la autonomía personal como principal ingrediente de la evaluación de la productividad aupada por Drucker hace unas décadas, requiere a mi juicio cultivar la inteligencia emocional y social de los individuos del equipo o grupo de trabajo y desarrollar capacidades para la mejor comunicación interpersonal.
Espero que esta “dieta obligada” de interacciones humanas para evitar el contagio del virus nos haya hecho valorar no solo nuestra necesidad de contactos humanos, sino su contribución e importancia en lo que hacemos. Les propongo que observen su forma de trabajar o relacionarse y piensen sobre cómo pueden hacerla más participativa y lograr mayor fluidez, satisfacción y productividad.
Si no alcanzaron a leer el artículo pasado Cierres y Aperturas, les recomiendo hacer la práctica incluida sobre el re-encuadre generativo para asumir con mayor claridad y optimismo la época de transición que estamos viviendo. Como siempre, mucho les agradezco ideas o comentarios sobre este artículo o sobre la serie propuesta que pueden enviarlos vía Mirador Salud o directamente por a mi dirección web.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a profesionales creativos, arquitectos y emprendedores a cerrar la brecha entre sus expectativas y logros alcanzados. Página web de Jeannette Díaz