La homeostasis ácido-base es fundamental para el buen funcionamiento del organismo. Este equilibrio puede ser alterado por la dieta de estilo occidental o la dieta moderna que contiene una mayor proporción de elementos formadores de ácido provenientes de alimentos de origen proteico animal en comparación con los alimentos alcalinos -precursores de anión bicarbonato- contenidos en el grupo de frutas y hortalizas (F&H).
La homeóstasis es la capacidad y tendencia de los organismos vivos a adaptarse a nuevas condiciones y a mantener el equilibrio a pesar de los cambios externos. Nuestras células mantienen su composición interna estable, con un pH próximo a 7, mediante el equilibrio ácido-base que mantiene los valores de los iones hidrógeno de los líquidos corporales dentro de los límites normales. Ej: la sangre tiene un pH promedio de 7,4.
El exceso en el consumo de proteínas de origen animal, cereales, granos y sodio ha demostrado tener un efecto acidificante en la sangre, principalmente debido al metabolismo de los aminoácidos que contienen azufre.
Dicho efecto acidificante conduce a una disminución progresiva del contenido mineral óseo, originando pérdida de calcio en la orina, formación de cálculos renales, riesgo de presentar osteoporosis en el adulto y retardo del crecimiento en los niños.
Asimismo, la acidosis metabólica crónica, acelera el catabolismo proteico en el músculo esquelético, induciendo un balance nitrogenado negativo y una disminución de la masa muscular.
El tema del exceso en el consumo de proteínas en la dieta de niños y adolescentes tiene connotaciones particulares debido a que la sociedad moderna vive en un paradigma que favorece el consumo de proteínas por encima de los demás nutrientes y les adjudica una importancia inapropiada como factor determinante en el crecimiento.
Una dieta hiperproteica es aquella en la cual se exceden las recomendaciones establecidas para los requerimientos diarios de proteínas. En las edades pediátricas dichos requerimientos son de 2 g/kg/día hasta los 3 meses, 1,4 g/kg/día entre 3 y 6 meses, 1,2 g/ kg/día entre 6 y 12 meses y 1 g/kg/día en mayores de 1 año. En niños escolares (7-10 años de edad), los requerimientos proteicos disminuyen a 0,76- 0,77 g/kg/día, muy cercanos a los recomendados en los adultos.
Diversos estudios realizados tanto en adultos como en niños, han reportado que en la mayoría de los países industrializados y en muchos de los países en vías de desarrollo, el consumo de proteínas excede las recomendaciones establecidas internacionalmente, alcanzando los 40 g/d a los 2 años (aproximadamente 3,5 g/kg/d), 60 g/d a los 3 años (mayores de 3 g/kg/d) y más de 100 g/d a los 13–15 años, lo cual corresponde a valores de tres a cinco veces superiores a los recomendados. Aún en poblaciones de bajos recursos se ha reportado que más de 50% de los niños consumen una dieta hiperproteica.
En los adultos, este consumo elevado de proteínas se ha acentuado aún más con las dietas de adelgazamiento que se han popularizado durante las últimas décadas a medida que la obesidad adquiere características de epidemia mundial.
En la edad pediátrica parecen existir momentos críticos durante el desarrollo en los cuales la ingesta excesiva de proteínas constituye un factor de riesgo para la obesidad en etapas posteriores de la vida. Entre ellos se encuentra el contenido proteico de la dieta de los lactantes durante la transición entre la alimentación con fórmulas infantiles y alimentos de continuación a la dieta habitual del resto de la familia.
Los alimentos que contribuyen a mejorar el balance ácido base de la dieta son las frutas y hortalizas, las cuales aportan las cargas alcalinas necesarias para balancear las cargas ácidas aportadas por los productos lácteos, carnes y cereales, entre otros.
El aumento de la ingesta de frutas y hortalizas, disminuye la excreción urinaria de calcio, beneficia la salud de los huesos y de los músculos (fundamentales en el periodo de crecimiento y desarrollo), y previene la aparición de hipertensión arterial, de cálculos renales y de osteoporosis, entre otras patologías.
Con una dieta equilibrada y variada, que posea la cantidad adecuada de todos los grupos de alimentos, las consecuencias de un desequilibrio acido-base pueden ser prevenidas y tratadas.
En este sentido, la educación nutricional juega un papel fundamental, pudiéndose evitar consecuencias como la hipercalciuria desde edades tan tempranas como la niñez, durante la cual, el desequilibrio ácido-base que se presenta en individuos aparentemente sanos pudiese estar causado por inadecuados hábitos de alimentación.
Michelle López de Liendo
Nota sobre la autora:
La doctora Michelle López de Liendo es médico especialista en pediatría y nefrología. Conduce la Clínica de Litiasis del Hospital de Niños J.M. de los Ríos, Caracas, Venezuela y es miembro del Departamento de Pediatría del Centro Médico Docente La Trinidad, Caracas. En su honor se celebró el LVIII Congreso Venezolano de Pediatría “Dra. Michelle López de Liendo». Reconocida experta nacional e internacional en el tema de acidosis tubular renal, hipercalciuria y de la importancia del balance ácido base en la alimentación.
Un Comentario
miguel toyo
Por la forma acelerada en que vivimos o la presión social que ejerce el hecho de ser obeso, nos olvidamos de lo importante, que es llevar una dieta balanceada. Como químico, desconocía los equilibrios ácido base de la alimentación, sus consecuencias y agradezco a la doctora por este maravilloso articulo.