Desde 1988 con la creación de del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC) se reconocieron los efectos del calentamiento global sobre la humanidad. Desde ese momento y hasta el presente la literatura científica ha demostrado que el cambio climático ha ejercido efectos sobre las enfermedades.
Estos efectos en la salud relacionados con el cambio climático pueden ser tanto directos, como las olas de calor, o indirectos, a través de cambios en los vectores (malaria , dengue, chikungunya, zika, virus del Nilo Occidental, virus neurotropos, etc.), en el agua (cólera, criptosporidiosis, Campylobacter, leptospirosis, etc.), en el aire (tuberculosis, ántrax, varicela, influenza, sarampión, viruela, criptococosis , etc.) y en los alimentos (diarreas, malnutrición, eutrofización, etc.).
En relación con el incremento en la mortalidad y morbilidad por enfermedades cardio-respiratorias inducidas por sostenidas olas de calor, los resultados muestran alteraciones en presión arterial, viscosidad sanguínea y frecuencia cardíaca, además de aumento en la broncoconstricción. Igualmente se han observado asociaciones entre el cambio climático y el asma bronquial, donde no se puede descartar la contaminación del aire.
Pero el mayor impacto del cambio climático es sobre las enfermedades infecciosas, especialmente las transmitidas por insectos vectores. Entre estas enfermedades están malaria, dengue, Enfermedad de Chagas, Enfermedad del sueño y leishmaniasis, las cuales son endémicas en muchas partes del mundo en desarrollo y matan millones de personas cada año. La transmisión de estas enfermedades involucran a 3 organismos: un parásito, un insecto vector y un hospedador mamífero.
Numerosos trabajos han demostrado que factores climáticos como la temperatura y las lluvias influyen sobre el crecimiento de los insectos vectores, sus hábitos alimenticios y los microorganismos que los parasitan, incrementando las tasas de transmisión de las enfermedades a medida que aumentan la temperatura y las precipitaciones.
Existe una clara periodicidad anual de la transmisión malárica asociada con la entrada y salida de las lluvias (estacional) la cual condiciona un incremento de la densidad de los vectores. El venezolano Arnoldo Gabaldón describió por vez primera la existencia de una periodicidad interanual cada cinco años, la cual denominó paraquinquenal (Gabaldón, 1949). Bouma y colaboradores en 1997, demostraron que está periodicidad está asociada con el fenómeno de El Niño, el cual afecta con mayor intensidad a Centro y Sur América. En la actualidad, cuando el fenómeno de El Niño ha alterado su aparición cíclica gracias al cambio climático, la malaria también se presentado en ciclos más cortos e irregulares aumentado su prevalencia.
La publicación de Kevin D. Lafferty (2) sugiere que el calentamiento global pudiese disminuir la presencia de algunas enfermedades, cuestionando así la validez de algunos de los modelos utilizados en la actualidad. Lafferty enfatiza que los modelos estadísticos obvian la complejidad de los sistemas biológicos y las condiciones meteorológicas, donde en muchos casos gobierna la teoría del caos.
Por ejemplo el estrés calórico pudiese modificar el curso natural de las infecciones, en forma similar como demostramos en nuestro Laboratorio utilizando un estrés agudo por inmovilización en modelos múridos de leishmaniasis. Experimentos que demostraron una enfermedad exacerbada en ratones genéticamente susceptibles y una mejoría en ratones genéticamente resistentes. Trabajos que demuestran como un estrés altera nuestra condición genética de resistencia o susceptibilidad a una enfermedad, y como cada grupo de individuos responden en forma distinta.
En conclusión necesitamos nuevos modelos y más conocimientos para abordar el problema. Necesitamos tiempo, o será que después de este período de desglaciación complicado por la actividad humana, sobrevivirá un nuevo grupo de seres humanos más resistentes al calor o simplemente el Homo sapiens se exterminará, cual dinosaurio, dando paso a nuevos gobiernos terráqueos. Algo para reflexionar y tomar acciones.
Nota: Imagen es tomada del libro de la OMS «Climate change and human health : risks and responses», Editores: A.J. McMichael, D.H. Campbell-Lendrum, C.F. Corvalán, K.L. Ebi, A.K. Githeko, J.D. Scheraga and A. Woodward , Ginebra, Suiza 2003, ISBN 92 4 156248 X. Puede estar sujeta a derechos de autor.
Félix J. Tapia
Nota sobre el autor: Félix J. Tapia se define en su blog como biólogo, inmunólogo, parasitólogo, rockero, farandulero, ucevista y venezolano. Biólogo de Concordia University, Montreal, Canadá e inmunólogo de la Universidad de Londres, Reino Unido. Profesor Asociado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Jefe del Laboratorio de Biología Molecular, Instituto de Biomedicina, UCV. Ha publicado más de 100 artículos en revistas científicas y capítulos en libros. Premio Fundación Empresas Polar “Lorenzo Mendoza Fleury” 2005. Fue miembro de comités editoriales de las revistas Histology and Histopathology, Acta Microscopica, Dermatología Venezolana, Vitae, Immunobiology; y actualmente de Our Dermatology, Journal of Microbiology & Experimentation e International Journal of Clinical Dermatology & Research. Activo en el ciberespacio con publicaciones en Blog Felix J. Tapia, Piel Latinoamericana, Código Venezuela, RunRunes y DermPathPro. Blog de Félix Tapia.