En 200 años, la expectativa de vida se ha más que duplicado alcanzando 79,5 años para el hombre y 83.1 para la mujer, según datos de 2016. Sin embargo, de estos años solamente se viven con buena salud el 80% (63.4 años) en los hombres y el 77% (64.1 años) en las mujeres. Es decir que el envejecimiento alcanzado por la medicina no siempre es sano porque de 16 a 19 años los vivimos enfermos. ¿Son ganancia estos años más de vida que hemos conquistado? Es la pregunta que me haría.
Anteriormente, la gente se moría de enfermedades infecciosas y en un corto período de tiempo; ahora son las enfermedades crónicas, tales como demencia, diabetes y cardiovasculares, las que mantienen a las personas incapacitadas pero debido a los avances médicos la vida se prolonga y las personas tardan mucho más tiempo en morirse. Son enfermedades que incapacitan y consumen mucho en tratamiento y cuidados paliativos. Entre ellas la demencia es la que tiene mayor impacto en esta terrible situación.
Demencia
En el mundo existen 47,5 millones de personas que sufren demencia, definida como una enfermedad crónica de naturaleza progresiva donde el individuo pierde gradualmente su capacidad de memoria, orientación, comprensión, aprendizaje, comunicación, lenguaje y juicio que generalmente aparece alrededor de los 65 años. Todo este deterioro de las funciones cognitivas se acompaña de un deterioro del control emocional, motivación y de la conducta social que amerita el cuidado de familiares, a menudo afectados por la depresión, y de personas especializadas. Existen varios tipos de demencia, pero el Alzheimer es la más común, contribuyendo con el 60-70% de los casos; otros tipos puede ser la consecuencia de un derrame cerebral. En las demencias no entran desórdenes mentales como la depresión, esquizofrenia, enfermedad bipolar, entre otras.
Los síntomas de la demencia comienzan cuando aparece el olvido, se pierde la noción del tiempo, la persona se extravía en lugares familiares; luego no se recuerdan eventos recientes ni los nombres de la personas, se pierden en la casa y terminan avanzando hacia la necesidad de atención en el cuidado personal hasta llegar a la dependencia total, no reconocer a familiares ni al entorno y tener dificultad para caminar y comer.
Se estima que esta población llegará a los 75 millones para el 2030 y 132 millones para el 2050. Se ha calculado que el costo global para tratar y cuidar a las personas con demencia es más de US$ 800 millones y que llegará a trillones de dólares en el 2030, de los cuales el 80% se dedica al apoyo familiar y social. En vista de este panorama poco alentador, un grupo de expertos se reunieron para trabajar y generar recomendaciones sobre su prevención, manejo y cuidado que acaba de ser publicado en The Lancet. Ellos comienzan alertando que la demencia es el reto más grande del siglo XXI.
¿Cómo afecta la edad a la mente-cerebro?
Los efectos de la edad son inevitables y se manifiestan de muy distintas maneras porque cada cerebro, cada ser humano es diferente y por ende su evolución es también distinta. Sin embargo, es importante conocer lo qué comúnmente es normal que ocurra en nuestro cerebro con el paso de la edad para poder descartar la demencia.
El cerebro es una estructura complejísima que contiene alrededor de 100 mil millones de neuronas interconectadas a través de trillones de sinapsis. Su capacidad de cambiar es superior a la de cualquier otro órgano y los cambios comienzan desde la gestación hasta la vejez e involucran complejas estructuras y funciones, así como las redes neuronales y sus vías de conexión. Ya compartimos parte de esta evolución en el artículo de MiradorSalud sobre la neuroplasticidad del cerebro.
A medida que envejecemos todos los sistemas y órganos del cuerpo disminuyen gradualmente de tamaño, es decir se encogen. Igual le sucede al cerebro y la falta de memoria es la consecuencia más común y por eso ocurren con frecuencia los resbalones u olvidos de la mente que se acrecientan con la edad. La edad está asociada a cambios estructurales, químicos y funcionales en el cerebro, así como a cambios neurocognitivos.
Entre los cambios normales que se dan con el envejecimiento se incluyen: El encogimiento de la masa cerebral, aunque no es uniforme en toda la masa encefálica. Se pierden circuitos neuronales y plasticidad cerebral descrito en la frase “si no lo usas lo pierdes”, debido a alteraciones en las sinapsis que se traducen en déficit cognitivo. Se adelgaza la corteza con disminución de materia gris progresiva durante la vida y de la blanca a partir de los 40 años. Se producen cambios en la morfología de algunas neuronas. Se altera la producción de mensajeros químicos o neurotransmisores como dopamina, serotonina y glutamato que influyen en la flexibilidad cognitiva, en el decline de la parte cognoscitiva y la memoria lo que puede aumentar la depresión en algunos casos. También se producen cambios en la capacidad de orientarse, poner atención, en el lenguaje y particularmente como se mencionó en la memoria.
Entre las fallas más comunes en la memoria se encuentran: la dificultad de aprender cosas nuevas así como la incorporación de nueva información; el enlentecimiento de la planificación y el procesamiento de varias actividades simultáneamente; la disminución de la capacidad de recordar nombres y números que comienza a los 20 años; recordar una cita se vuelve un problema sin el uso de una muletilla porque el acceso al lugar de almacenamiento se complica.
¿Cuáles factores retrasan el envejecimiento del cerebro?
Una manera sería estimular la neuroplasticidad, artículo citado anteriormente donde se habla de 6 factores (la novedad, el reto, el ejercicio, la dieta, el amor y la meditación/mindfulness) que promueven la neuroplasticidad retrasando o evitando el declive de nuestras facultades cognitivas.
La Clínica Mayo recomienda para mantener una buena memoria: actividad física diaria, ingerir una dieta sana, permanecer activo mentalmente, mantener interacciones sociales, reducir la presión arterial y NO fumar.
¿Qué ayudaría a retrasar o prevenir el proceso de demencia?
En primer lugar practicar los factores que retrasan el envejecimiento normal ya que con esto contribuimos con nuestra salud y con la salud pública en general. Sin embargo, hay estudios específicos que demuestran cuales factores están involucrados en la demencia. La comisión después de un profundo análisis de lo publicado sobre el tema resumió en el artículo en The Lancet los factores de riesgo que se deben evitar para la prevención de la demencia: el bajo nivel educativo en la infancia que yo lo traduciría a pobreza, la hipertensión, obesidad, fallas en la audición, el fumar, depresión, inactividad física, aislamiento social y diabetes. El tratamiento de la hipertensión en los mayores de 44 años que no sufren demencia reduce la incidencia de la demencia. El resto de los factores retrasan o previenen una tercera parte de los casos de demencia. Este trabajo fue realizado por expertos debido al incremento de la demencia y a sus aterradoras consecuencias.
Por ejemplo, practicar una actividad física regular retrasa la pérdida de memoria además de influir beneficiosamente en otros aspectos de la salud. A la par, en la demencia se ha demostrado que la danza aumenta el impacto de la intervención porque incluye el mejoramiento del balance. En fin, el ejercicio debería ser la norma en nuestras vidas para tener una plena vida saludable. Se debe evitar también la obesidad con una dieta sana – evitando el azúcar y refrescos y consumiendo más frutas y vegetales – porque retrasa el envejecimiento del cerebro y por ende la demencia. Otros factores que ayudan a prevenir la demencia son la práctica de actividades intelectuales y de una vida social activa, manejar el estrés y dormir bien. Tocar un instrumento es otro factor beneficioso; un estudio reciente muestra que el acto de tocar un instrumento requiere de habilidades auditivas (oír y escuchar) y motoras que cambian las ondas cerebrales. El Dr. Bernhard Ross comentó: “Este estudio es el primero en donde se vieron cambios en el cerebro después de una sesión, demostrando que la acción de crear música conduce a fuertes cambios en la actividad cerebral”.
Otros avance más complejo comprende que la implantación de células madres sanas y específicas en el hipotálamo, el centro que aparentemente controla el envejecimiento, en ratones, muestra que retrasa la vejez y prolonga la vida. Proceso que puede ser reversible, es decir que puede revertir la demencia.
En síntesis para retrasar o prevenir la demencia se debe practicar ejercicio tan frecuente como se pueda, ingerir una dieta rica en frutas y vegetales o la dieta mediterránea que, además, son eficaces para prevenir la obesidad, enfermedades cardiovasculares y la diabetes, y practicar mindfulness.
Nuestra salud es nuestra responsabilidad y con ella contribuimos al bienestar social.
Irene Pérez Schael
Nota: en la portada de nuestra web MiradorSalud, se puede escribir la palabra “memoria” en la lupa de búsqueda y aparecerán todos los artículos relacionados con la misma.
Imágenes tomadas de Ciencia y salud y Medical news.
2 Comentarios
Luis M. Rivas A.
Excelente artículo, gracias por suministrar útil y valiosa información en términos precisos y sencillos.
Mirador Salud
Gracias Luis, los comentarios nos dan energía para continuar escribiendo. Lo importante es diseñar programas de salud pública para mejorar la salud.
Saludos
Irene