El artículo anterior ¿Cómo podemos fluir ante el agobio de una tragedia? estuvo centrado en el fortalecimiento de los poderes de nuestro Sabio Interno, para utilizarlos ante dificultades cercanas y lejanas. Una reciente pérdida familiar, aunada al impacto actual y futuro de la epidemia COVID-19/Omicron ha motivado una nueva serie de artículos dedicada a quienes por distintos motivos fungen de cuidadores – formales e informales – de personas enfermas o impedidas.
Las civilizaciones antiguas de Egipto, Grecia, China e India mostraron interés filosófico en la conducta y la mente humana, incluyendo cualidades como la compasión y la empatía. Sin embargo, es en épocas recientes que la compasión empieza a ser motivo de estudios sistemáticos, al igual que otras cualidades positivas desarrolladas por los seres humanos para su bienestar y fortalecimiento de sus relaciones con otros.
En realidad, la compasión es un proceso que surge como respuesta al sufrimiento o malestar del otro. Inicialmente se reconoce el sufrimiento y luego surgen pensamientos de empatía por quien sufre. Estos a su vez motivan el deseo de aliviar ese sufrimiento del otro o de uno mismo (auto-compasión) generándose una acción. No hay que confundirla con lástima. Cuando se siente lástima es un sentimiento pasivo, es una mera apreciación. En cambio, la compasión es un sentimiento activo a través del cual una persona se conecta con el otro y se moviliza para aliviar su sufrimiento. El artículo “El amor y la bondad en tiempos infortunados” de la Dra. Pérez Schael nos brinda una faceta enriquecedora de sentimientos positivos que nos permiten desarrollarnos cambiando nuestro cerebro.
La psicología como disciplina, no se desarrolló sino hasta ya entrado el 1800, al separarse de la filosofía. Aparte del esfuerzo para avanzar como ciencia, se interesó principalmente en comprender y desarrollar métodos para ayudar a las personas con problemas mentales. Es decir, no dirigió su atención al estudio de las cualidades, actitudes y conductas de personas normales, así como a su desarrollo psicológico en pro de una mejor evolución.
La Psicología Humanística (1962) y la Psicología Positiva (1990) sientan precedentes al considerar una visión holística de la persona, sin embargo, en las siguientes décadas todavía fueron escasas las investigaciones sobre las cualidades positivas de la mente humana. La compasión, el altruismo y la empatía son capacidades pro-sociales innatas, las cuales constituyen el centro de nuestra humanidad. Especialmente, ha sido nuestra capacidad para sentir compasión lo que ha garantizado la sobrevivencia y la evolución de nuestra especie durante milenios.
Son estas consideraciones, entre otras, las que en el 2008 motivan la fundación del Centro para Investigación y Educación sobre la Compasión y el Altruismo (CCARE), integrado a la Facultad de Medicina (Departamento de Neurocirugía) de la Universidad de Stanford, California, el cual es dirigido por el Doctor James Doty, Profesor de Neurocirugía. Entre sus metas explícitas se encuentran el promover, apoyar y conducir estudios científicos rigurosos de la conducta compasiva y altruista. Este centro ha colaborado con un gran número de neurocientíficos prominentes, científicos de la conducta, genetistas, investigadores biomédicos y tradiciones contemplativas para examinar en profundidad las correlaciones fisiológicas y psicológicas de la compasión y el altruismo.
Sus temas de investigación incluyen:
- Las correlaciones neuronales, bases biológicas y antecedentes de la compasión.
- Los efectos de la compasión en el cerebro y la conducta.
- Métodos para cultivar la compasión y promover el altruismo entre individuos y en la sociedad global.
Adicionalmente, el centro ofrece como parte de su iniciativa educativa:
- Un programa de entrenamiento sobre la compasión.
- Un programa para entrenamiento de maestros.
- Clases públicas, conferencias, talleres y seminarios.
- Educación basada en la web y divulgación en blogs, videos y wiki.
Propuesta de colaboración
Imposible ignorar los problemas globales de la guerra que actualmente se libra en Ucrania. No solo por la devastación interna que se sufre allí y el desplazamiento de miles de personas a otros países, sino por las repercusiones que tendrá en todos los países del mundo, especialmente en los de menos recursos para enfrentar las privaciones de servicios y suministros básicos. Pareciera que la necesidad de multiplicar la compasión crece exponencialmente en muchos frentes. Es importante recordar que investigaciones han demostrado que la práctica de la compasión es tan importante para la salud como el ejercicio físico y una dieta saludable.
Existe un gran nivel de incertidumbre acerca de la evolución de la pandemia iniciada con COVID-19. Se creía ya erradicada en China y recientemente se está sufriendo de nuevo un retroceso con un aumento desmesurado de casos de una nueva variante. Lo cierto es que en las ciudades donde los casos de COVID-19/Omicron están en aumento, las unidades de cuidado intensivo se encuentran sobresaturadas y doctores, enfermeras y asistentes se encuentran al borde de su capacidad, teniendo de desatender los enfermos no graves, pero que requieren atención.
A los efectos de la pandemia, se debe añadir las dificultades en las casas donde viven enfermos que no pueden valerse por sí mismos, bien sea por dolencias físicas o mentales. Es frecuente la situación de cuidadores-familia de los enfermos, incrementándose la dificultad del cuido con difíciles aspectos emocionales.
Son estas las principales motivaciones que me llevan a iniciar una serie de prácticas dedicada a estos cuidadores espontáneos o profesionales. Llevan la intención de ayudarlos a cuidarse a sí mismos, como primer paso para que puedan brindar su compasivo cuidado a las personas por las cuales velan. Espero también que este trabajo pueda enriquecer las referencias que ofrece el CCARE de la Universidad de Stanford.
Práctica de Autocompasión
El sufrimiento en los enfermos generalmente es fácil evidenciarlo por sus cuidadores, pero lo que se ha comprobado en estudios de la autocompasión es que en nuestra vida diaria los sufrimientos emocionales generalmente los ocultamos. Son ignorados por quienes los sufren.
Repasando las etapas del proceso compasivo señaladas anteriormente, para aplicarlas a la propia persona sería:
– percibir el sufrimiento que sentimos
– sentir empatía por nosotros mismos
– generar una acción para aliviarlo
En este caso y para esta práctica les propongo empezar por la acción de DETENERNOS:
- Prepararse. Escojan un tiempo y lugar para estar tranquilos, sin interrupciones.
- Relajarse. Siéntense cómodos con los pies reposando en el piso. Cierren los ojos. Respiren tranquilamente cinco veces al menos.
- Contactar sensaciones. Sin abrir los ojos, repasen su cuerpo empezando por los pies y lentamente sintiendo cada una de las partes del cuerpo hasta llegar a la cabeza. Allí, empiecen por recorrer la cara y recorran toda la cabeza con su imaginación.
- Enfocarse donde sientan algo de tensión. Con mucha empatía imagínense esa tensión en su cuerpo. Puede ser una contracción, pero también puede ser una sensación algo dolorosa.
- Descubran un sufrimiento oculto. Déjense llevar por lo que sienten en esa parte de su cuerpo y rememoren algo que recientemente les haya causado pena o dolor.
- Inicien su proceso de autocompasión. Deténganse ahora y sientan ese sufrimiento. No tengan miedo y no escapen de él. Imagínense que ese sufrimiento baña todo su cuerpo para sanarlo.
- Sientan empatía por su humanidad. Sentir empatía con quien sufre, en este caso ustedes mismos, es lo que nos hace humanos.
- Sonríanse y celebren. Se han reencontrado con un amigo querido que los invita a celebrar por haber hecho esta práctica. Den un paseo, vean el cielo, sientan la vida.
Espero que esta práctica les sea útil. Dependiendo de las situaciones de cada quien, revivir un sufrimiento por más pequeño que lo consideremos es algo de lo cual tendemos a huir, pero el primer paso hacia la autocompasión es justamente reconocerlo y abrazarlo. Solo nosotros podemos generar nuestro proceso de autocompasión.
Cualquier comentario que deseen hacer sobre este trabajo será muy apreciado.
Jeannette Díaz
Fotografía: Annie Spratt de Unsplash
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a profesionales creativos, arquitectos y emprendedores a cerrar la brecha entre sus expectativas y logros alcanzados. Página web de Jeannette Díaz.
8 Comentarios
Alicia Ponte Sucre
Querida Jeannette:
Leo con gran atención todos tus artículos. Este me ha dejado muy emocionada y reflexiva. Gracias por siempre estar allí para ilustrarnos y regresarnos a nuestro centro emocional.
Un gran saludo
Jeannette Diaz
Mil gracias Alicia por tus alentadores comentarios. Me encanta saber que hay una sincronía entre lo que deseas y lo que ofrecemos con nuestro trabajo.
Isabel Donisis
Me encantó el artículo que me mandaste, ya que desde hace tiempo lo aplicó en mi, de esta manera tengo una justificación para hacerlo con mis pacientes. Me encantaría seguir recibiendo informes en este sentido.
Jeannette Diaz
Isabel, siempre me asombra conocer de las múltiples maneras que nuestro sabio interno interviene en nuestra vida. Por ello es importante regularmente hacer viajes introspectivos para afirmar nuestra cercanía y acceso a esa sabiduría. Más que justificación es fortalecer tu motivación para ayudar a tus pacientes. Agradecida por tus estimulantes palabras.
Maria Isabel Soto de Marquez
Muy interesante, Jeannette. Me gustó mucho. Gracias.
Jeannette Diaz
Me contenta tu apreciación Maria Isabel. Continua leyéndonos inscribiéndote en el portal de Mirador Salud, encontrarás tópicos interesantes e infromados relativos a la salud.
Diana Henriquez
Que bello enfoque a algo tan humano. Si la compasión nos hace humanos , la compasión por uno mismo debe ser un tema de especial atención. Creo que Alrededor de este tema hay varias facetas que debemos revisar. Te pregunto ¿en qué casos esa autocompasion se vuelve una excusa negativa para evitar el proceso sanador?
Jeannette Diaz
Gracias por tu interesante comentario Diana. Efectivamente hay muchas facetas en la compasión dignas de exploración, especialmente al ser una reacción humana natural ante el dolor ajeno. Paso a responder tu pregunta: Cuando la autocompasión se usa como excusa para evitar el proceso sanador no estamos hablando de autocompasión, sino de evasión ante una situación que causa sufrimiento. Lo podemos comparar a otras conductas adictivas que son activadas como respuesta para no enfrentar el dolor. ¿Porqué sucede esto? Indudablemente es una situación compleja y dependiente de las condiciones específicas de cada caso. Sin ser psicóloga, lo que me atrevo añadir es que una mirada compasiva descartaría calificativos negativos como debilidad y cobardía para evitar el proceso sanador y más bien asumiría una actitud de curiosa exploración para conectarse con quien pareciera incapaz de asumir su proceso sanador.