Las vacunas constituyen la herramienta de salud pública más viable, eficaz, de fácil aplicación y con mejores resultados en términos de costo y beneficio que haya creado el hombre. Las vacunas previenen muertes, evitan que se propaguen las enfermedades y mejoran la salud de la población, en especial la de los niños.
Gracias a las inmunizaciones, la viruela fue erradicada del planeta, el polio está muy cerca de ser eliminado, es endémico solo en 3 países porque al comienzo de 2012, India cumplió un año sin polio, lo que constituye una proeza asombrosa. Las muertes por sarampión pasaron de 2,5 millones en 1980 a 197 mil casos en 2007, los casos de tos ferina y las muertes por tétanos cayeron en 92% y 85%, respectivamente, según la OMS.
Las vacunas contra las enfermedades infecciosas representan el avance más exitoso en medicina y, a la vez, configuran la manera más expedita y equitativa de dispensar salud. Por ejemplo, el efecto de la erradicación de una enfermedad llega a toda la humanidad, en cada rincón del planeta, no importa lo apartado y lo pobre que sea ese lugar. Con la excepción del agua potable, las vacunas son la intervención en salud pública que ha tenido mayor impacto en la humanidad.
La OMS ha estimado que cada año evitan 2,5 millones de muertes infantiles. Pero también las vacunas representan un ahorro para los sistemas de salud. Por ejemplo, se ha calculado que la erradicación de la viruela, ocurrida en 1977 cuando se detectó el último caso en Somalia, representa un ahorro en tratamiento y prevención de 3 billones de US$ en un lapso de 10 años.
Aparte de reducir la mortalidad, la utilidad pública de las vacunas no queda allí. El Dr. David Bloom de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard ha estudiado la perspectiva económica de los programas de vacunación. Él afirma que cuando la inmunización permite que un niño se enferme menos y lleve una vida más saludable, ese niño podrá tener más tiempo para aprender, mejor nivel educativo, ser un adulto productivo con capacidad de ahorro y podrá tener una vida más larga.
Asimismo, se ha demostrado que un niño inmunizado tiene mejor nivel cognitivo que uno no inmunizado. Todo esto incide en la esperanza de vida al nacer (un indicador de desarrollo) y por ende en el progreso económico ya que la OMS ha determinado que el incremento de 1 año en la esperanza de vida al nacer de un país significa el 1% de aumento en el PIB. En síntesis, las vacunas no tienen rivales como estrategia de salud pública en los tiempos actuales.
Este progreso, sin embargo, no ha sido expedito. Entre la creación de la primera vacuna (viruela por Jenner en 1798) y la segunda (rabia por Pasteur en 1885) pasaron 100 años, y hasta la primera mitad del siglo XX se habían desarrollado 12 vacunas. Luego en la segunda mitad del siglo XX se dio un gran salto con el crecimiento de los virus en cultivo y aumentaron rápidamente las vacunas virales, de manera que en esos 50 años se desarrollaron 25 entre nuevas y versiones mejoradas. No obstante, este progreso no llegó a todos los niños del mundo ya que hasta finales del siglo pasado la cobertura de las vacunas en algunas regiones no llegaba al 50% y, para 2009, todavía existían 24 millones de niños en el mundo que no se beneficiaban de las vacunas.
Sin embargo, con los nuevos avances y el modelo exitoso aplicado para acelerar los procesos de desarrollo, comercialización y aplicación universal de las vacunas, en los últimos años se vacunan más de 100 millones de niños cada año.
Por Irene Pérez Schael