Inspirados en las prácticas que nos brinda «El libro de la alegría: felicidad duradera en un mundo cambiante«, esta vez les comentaré sobre dos temas que se complementan muy bien el uno con el otro: el humor y la aceptación. De acuerdo a lo que plantean el Dalai Lama y el arzobispo Desmond Tutu, los autores del libro, el humor y la aceptación son otras dos condiciones que requerimos para disfrutar de la alegría, además de la humildad mencionada en el artículo pasado. El humor podemos desarrollarlo practicando el aceptar nuestras limitaciones, debilidades o defectos y reírnos de ellos. Adicionalmente, podemos fortalecer nuestra capacidad de aceptación, reconociendo y asimilando conscientemente aquellas situaciones externas sobre las que no tenemos control y que nos molestan o afectan dolorosamente.
Al reírnos de nosotros mismos desarrollamos nuestro humor
A veces nos encontramos personas que poseen naturalmente un gran sentido del humor o que tienen sangre liviana, como describimos en Venezuela a las personas que no se ofenden fácilmente. Tendemos a pensar que estas cualidades son constitucionales y no adquiridas, pero como tantas otras capacidades que se consideraban innatas, hoy día existen evidencias científicas que pueden desarrollarse, aún en la vejez. Una característica de estas personas con sentido del humor es que se ríen mucho de ellos mismos, justamente algo que nos invitan a practicar nuestros autores. En conclusión, esta habilidad para apreciar las sutiles ironías de la vida o buscarle los divertimentos a nuestro acontecer cotidiano – empezando por nuestras «metidas de pata»- es algo que podemos aprender con el tiempo.
Generar buen humor es una cualidad preciada desde tiempos inmemoriales. En Grecia, los bufones acompañaban las obras de teatro y en Pompeya se han encontrado vestigios de vasos con figuras de estos personajes que tenían la función de divertir y hacer reír a nobles y comuneros. En la Europa medieval encontramos evidencias de su importancia en las cortes, lo que les permitía acceder a paseantes o habitantes de estos poblados una manutención mejor que los platos de comida intercambiados por ratos de risa.
La risa como expresión de la alegría brinda muchos beneficios para la salud. Entre ellos, los físicos (activación de músculos que no se usan regularmente y mayor oxigenación), fisiológicos (liberación endorfinas y con ello el aumento de la sensación de bienestar, segregación de dopamina y serotonina, importantes para combatir depresión y ansiedad) y se fortalece el sistema inmunológico. Además, es un potente mecanismo antiestrés, mejora el funcionamiento de nuestro cerebro, nos hace más sociables, aumenta la autoestima y fomenta el optimismo. No cabe la menor duda que la risa es una de las mejores terapias naturales que existen.
La risoterapia es una demostración de que se puede aprender a reír a voluntad y además contagiar a otros con nuestra risa. Les incluyo a continuación varios videos de estas iniciativas espontáneas o planificadas donde podemos apreciar el contagio de la risa. Los invito a hacer la prueba al verlos. Comprobarán como terminarán riéndose y sintiéndose de mejor ánimo.
Aceptación, no resignación
Todo esto está muy bien dirán ustedes, pero cómo reírnos cuando la vida nos somete a desagrados o desiluciones por situaciones ante las cuales somos impotentes para cambiarlas. Tenemos dos opciones: resignarnos o aceptarlas. Aceptar sin comprender es resignarse. Cuando nos resignamos aceptamos que resolver la situación no está en nuestras manos. Pero, si internamente pensamos «esto es lo que me ha tocado» y decimos que esto no es lo que merecíamos ni lo que deseábamos, nos estancamos y deprimimos.
Sin embargo, también podemos aceptar plenamente la situación. Primeramente ampliamos nuestra mirada y buscamos comprender la situación dentro de un contexto de mayor alcance, aunque esté fuera de nuestras posibilidades de acción. Cuando verdaderamente aceptamos la situación, comprendemos que la realidad es neutra y que no se puede cambiar. Respetamos lo que sucede. Lo que la convierte en buena o mala es nuestra interpretación de lo que pasa. Al aceptarla como es, fluimos con la situación y tenemos energía disponible para movilizarnos a buscar soluciones. Esta práctica nos permite estar mejor preparados para enfrentar lo que vemos como “situación sin solución”; además, se energizan nuestros recursos para resolverla.
Se han realizado estudios sobre los motivos de las preocupaciones que generan estrés en las personas y para sorpresa de participantes e investigadores el mayor porcentaje de los motivos expresados estaban fuera del control de estas personas. Es decir, se preocupaban, bloqueaban y estresaban por cosas que no podían cambiar o sobre las que no tenían ninguna influencia.
Quiere decir entonces que aceptando plenamente nuestra realidad, riéndonos de nosotros mismos y contagiando de risa nuestro alrededor activamos nuestra creatividad para solucionar las situaciones que nos retan día a día.
Como siempre, los invito a compartir conmigo a través de mi página web sus experiencias al aplicar las prácticas de esta serie, sus preferencias de tópicos o cualquier comentario que deseen hacer.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora: Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz