I» (SB Roberts y BK Sargent, http://www.theidiet.com).
El objetivo general de la intervención era ayudar a los participantes a lograr una pérdida de peso sostenible de 0,5 a 1,0 kg por semana mediante la participación en un programa conductual de grupo, diseñado para facilitar el cumplimiento de las recomendaciones para reducir el consumo de energía en 500-1000 k cal por día (con alimentos de carga glucémica baja, de alto contenido en fibra y proteínas, conformando menús controlados por porciones, y planes de menús de alta saciedad, recetas y “tips” proporcionados por los investigadores).
Ya los autores en otros estudios habían reportado la primera demostración de la reducción del hambre, combinada con una reducción de los antojos, en una intervención conductual a largo plazo (6 meses).
El programa incluía además, novedosos componentes para facilitar la sostenibilidad de la reducción de la ingesta de energía a través de la reducción del hambre, y la devaluación de las asociaciones existentes entre el consumo de alimentos poco saludables y la recompensa, en paralelo con el refuerzo de asociaciones entre el consumo de alimentos sanos y la recompensa. Esto se realizaba en sesiones de grupos de apoyo.
Después de seis meses, las personas en el grupo experimental perdieron un promedio de 6,3 kilogramos, mientras que el grupo de control perdió aproximadamente 2,2 kilogramos.
Ambos grupos se sometieron de nuevo a RMN, y los investigadores les mostraron fotografías de alimentos altos y bajos en calorías para analizar nuevamente cómo los cerebros respondían.
Se utilizaron cuarenta imágenes de alimentos y 40 objetos no alimentarios. Las imágenes de alimentos se agruparon en dos categorías, los AC (n = 20) y los BC (n = 20). Las imágenes de alimentos AC en este estudio eran de típicos alimentos hipercalóricos consumidos regularmente en los Estados Unidos, que suelen tener bajo contenido de fibra dietaria, alta densidad energética, y alto índice glucémico.
Las imágenes de alimentos LC eran de alimentos consistentes con las recomendaciones específicas y la dieta específica de la intervención (relativamente bajos en calorías, alto contenido de fibra, índice glucémico, y/o alto contenido de proteína).
Las RMN revelaron que las personas del programa tenían cambios en áreas del centro de recompensa del cerebro involucradas con el aprendizaje y la adicción. Se observó un aumento de la activación en la región del putamen (parte del núcelo estriado) ventral causada por las imágenes de alimentos BC -con una composición consistente con la recomendada en la intervención conductual- y una disminución de la activación por las imágenes de alimentos AC en el putamen dorsal izquierdo. Se observó también un gran cambio significativo en la activación relativa que favorece los alimentos BC vs los AC en ambas regiones.
Este estudio proporciona la primera demostración de un cambio positivo en la activación del sistema de recompensa hacia las señales de alimentos saludables con respecto a las de alimentos poco saludables, es decir, un cambio en las preferencias, empleando una intervención conductual, sugiriendo nuevas vías para mejorar los tratamientos conductuales de la obesidad. Dado el pequeño tamaño de la muestra, se espera que los experimentos continúen con estos extraordinarios resultados.
María Soledad Tapia
(*) Activación cerebral por los alimentos “engordantes”, específicamente en el tronco cerebral; hipotálamo; amígdala izquierda; corteza prefrontal dorsolateral izquierda; corteza orbitofrontal izquierda; corteza insular derecha; cuerpo estriado bilateral, incluyendo el núcleo accumbens, el núcleo caudado, putamen; tálamo bilateral, y el lóbulo occipital).