Desde el siglo XIX se conocía el efecto negativo que tenía la privación o perturbación del sueño en el desempeño diario de la vida, pero no es sino hasta mediados del siglo pasado cuando comienza la investigación en este campo. Desde entonces mucho se ha avanzado. En general, se ha demostrado que la falta de sueño impacta negativamente la calidad de vida e incluso la mortalidad.
Es substancial saber que el sueño interfiere negativamente con lo cognitivo tanto si es falta de sueño (menos de 6 horas) o si dura demasiado (más de 7 – 8 horas). Lo saludable es dormir bien durante 6 – 8 horas. Hay estudios que muestran, medido por distintas pruebas, que individuos que duermen 11 horas presentan un bajo desempeño cognitivo comparado con los que duermen 7 horas.
La calidad del sueño tiene un efecto en el funcionamiento cognitivo, así como también está relacionada con cambios en el cerebro y enfermedades neurodegenerativas. Los estudios sobre esta intensa relación muestran que a mayor trastorno del sueño existe mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia, a la par que se observa que la falta de sueño está asociada a la pérdida de memoria; por ejemplo, el sueño profundo es crítico para el mantenimiento de esta función.
Es de significancia conocer los aspectos que comprenden lo cognitivo que abarca una variedad de procesos mentales como la memoria, resolución de problemas, el lenguaje, la atención y la función ejecutiva que nos permiten percibir, recordar, imaginar y planificar. Algunos han dividido el proceso cognitivo en la función de la memoria (amnésico) y la función cognitiva que no involucra la memoria (no-amnésico), particularmente para la investigación. El factor hasta ahora más estudiado es la memoria.
Igualmente, el sueño es afectado por la edad, así como por las enfermedades degenerativas de la vejez. Por un lado, los cambios en el sueño se acentúan con la edad y por otro, las alteraciones del sueño en calidad y cantidad y la interrupción del ritmo sueño-vigilia ocurren con más frecuencia en adultos mayores con deterioro cognitivo. Esta asociación en adultos mayores entre sueño y alteración cognitiva es cada vez más birideccional; es decir, cada uno fomenta el deterioro del otro, amén de que cada vez hay más pruebas de una etiología neurogenerativa compartida. Al mismo tiempo, se han identificado un marcador que predice el deterioro cognitivo vinculado a los problemas del sueño, aspecto importante para la prevención.
Para resumir la óptima cantidad y calidad del sueño son requisitos para la función cognitiva, específicamente para la memoria, atención y funciones superiores cognitivas. Ahora nos referiremos a algunos avances sobre el tema.
El sueño también interviene en la neuroplasticidad del cerebro o la capacidad que le permite acoplarse y responder a estímulos ambientales, es decir su habilidad de cambiar y adaptarse. Esta habilidad es la base para la rehabilitación física y cognitiva. Un artículo sobre cómo mejorar la neuroplasticidad en el cerebro está publicado en MiradorSalud.
La primera investigación en demostrar el efecto causal de la calidad del sueño en el cerebro, fue realizada en Zurich en donde los investigadores evaluaron las consecuencias de la alteración del sueño en la conducta y neurofisiología mediante un enfoque novedoso aplicado a la corteza motora, la cual fue identificada como un área de aprendizaje del cerebro que puede ser afectada por la calidad del sueño, amén de poder ser muy útil en las investigaciones.
Observaron que hay una relación entre el sueño profundo, cuando la actividad de las ondas cerebrales es lenta, y los procesos de neuroplasticidad. Demostraron que las modificaciones neuroplásticas positivas se reducen en la vigilia debido a la actividad sináptica, pero se restauran durante el sueño profundo sin perturbaciones. En el estudio también mostraron que estas modificaciones se atenúan notablemente cuando el sueño profundo es perturbado y la actividad sináptica permanece excitada igual que ocurre en la vigilia. Esto permite concluir que el sueño profundo es un requisito para mantener un aprendizaje eficiente.
Por otro lado, la siesta diurna también tiene un efecto similar en el proceso de aprendizaje. En un estudio reciente se determinó el efecto de la siesta en la habilidad y velocidad del cerebro en procesar la información. Para esto se practicó una actividad diseñada para evaluar el aprendizaje inconsciente y consciente durante la siesta. Los voluntarios fueron divididos en dos grupos. A los participantes del primer grupo se les aplicó un ejercicio de tipo inconsciente mediante la realización de una tarea enmascarada y al otro grupo se le practicó una tarea directa o consciente. A su vez, cada uno fue dividido en dos subgrupos: los que tomaron una siesta de 90 minutos y los que permanecieron en vigilia durante el mismo tiempo. Las tareas fueron ejecutadas antes y después del sueño o de la vigilia. El sueño fue monitoreado mediante un electroencefalograma. Los resultados mostraron que la siesta aumentó la velocidad de procesamiento de la tarea en los individuos que adquirieron el conocimiento en forma inconsciente (tarea enmascarada) en relación a los que aprendieron en forma consciente. La vigilia, en cambio, no tuvo ningún efecto en el aprendizaje, ya fuera este consciente o inconsciente.
Los resultados sugieren que incluso un corto período de sueño puede ser suficiente para optimizar el procesamiento de información, obtener mayor precisión en la respuesta y mejorar los tiempos de reacción, todo lo cual influye en nuestro comportamiento durante el día. Además, el sueño ayuda a procesar la información inconsciente y tomar mejores decisiones al estar despierto, un hallazgo importante que indica que el aprendizaje no necesariamente ocurre durante el proceso de información directa o consciente.
La ciencia sigue avanzando y entre los últimos estudios sobre el sueño se encuentra la identificación de un biomarcador en la sangre que se modifica por la falta de sueño total. El estudio fue realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania – USA y sus novedosos resultados fueron presentados en el Congreso SLEEP 2018. Se trata de los microARN o mi-ARN que son un ARN no codificante (monocatenario) que tiene la capacidad de regular la expresión génica para obtener una proteína funcional. Ellos reprimen la expresión del ARN mensajero y por ende la traducción de la proteína. Cualquier desregulación de los microARN traería problemas en el funcionamiento celular como, por ejemplo, sucede en el cáncer.
Por otro lado, también se ha asociado la pérdida de sueño con la enfermedad cardiovascular, el cáncer, Alzheimer u otros trastornos, amén de su relación con el rendimiento cognitivo, donde los microARN podrían estar involucrados.
En este estudio, los investigadores encontraron que los micro-ARN en sangre se modifican con la falta de sueño total durante 39 horas y también por estrés psicológico. Así mismo, sus niveles pueden predecir el rendimiento cognitivo. Esto podría, según los autores, ser usado para predecir el riego y poder prevenir algunas enfermedades, como se mencionó anteriormente.
No podíamos terminar sin mencionar el tratamiento para la falta de sueño, un aspecto crítico para mejorar la calidad del sueño y prevenir el insomnio. El más usado lo constituyen los medicamentos que existen en una amplia gama de tipos; sin embargo, su uso contempla varios riesgos, entre ellos la dependencia del mismo. Existen tratamientos no farmacológicos como la Terapia Cognitiva Conductual para el Insomnio (TCC-I), que ha demostrado ser una opción efectiva y óptima para el insomnio, asó como no depende de la edad. Se ha observado que el tratamiento TCC-I mejora significativamente la calidad del sueño, el tiempo para conciliarlo y su eficiencia en mayores de 55 años que padezcan un deterioro leve del sueño. En esta web de la Clínica Mayo – USA se encuentran las instrucciones para aplicar esta terapia. Entre los factores mencionan la relajación, sin embargo, es mejor hacer énfasis en la práctica de “mindfulness” con una efectividad comprobada. Ver también el artículo: Mindfulness: un entrenamiento para ser mejores personas.
En síntesis, el sueño es fundamental en la salud y, agregaría, el crecimiento personal.
Irene Pérez Schael
3 Comentarios
audry Paez
Feliz Martes,Excelente Articulo…..
Mirador Salud
Me alegro que te haya gustado el artículo. Gracias
Irene
Johanna Gollarza
Es de gran utilidad la información, el uso de un lenguaje adecuado sencillo y muy entendible que facilita al lector común entender el contexto emitido.gracias.