El mundo está lleno de mujeres delgadas quienes detrás de sus vientres planos esconden muchachas gordas. Algunas mujeres delgadas lo son sólo por unas pocas semanas antes de comenzar a ganar peso de nuevo. Se puede descubrir quienes son aquellas mujeres delgadas que esconden a las muchachas gordas. Cuando ven un surtido buffet, se enderezan y cuadran sus hombros. Están listas para el ataque…….
Extracto de “Fat girl”. 2005, de Judith Moore. Plume. Penguin Group; New York, USA.
El 19 de junio de 2013, la American Medical Association en su reunión anual en Chicago, votó abrumadoramente una resolución, según la cual la obesidad (*) entraba a ser clasificada oficialmente como una enfermedad. Si bien las decisiones de la AMA no tienen implicaciones legales en los Estados Unidos, sí tienen gran influencia en las decisiones de los cuerpos gubernamentales.
Ya se dice, por ejemplo, que esto constituye una excelente noticia para las empresas farmaceúticas, quizás no tanto para las empresas de seguros, que la Food and Drug Administration (FDA) tendrá que aprobar más drogas para el control de peso, que afectará las políticas públicas y el estigma de los pacientes, y cierne más controversias sobre el uso del índice de masa corporal (IMC) para medir obesidad (una medida de la grasa corporal sobre la base de talla y peso), que podría clasificar como obesos y enfermos, a personas que no lo son.
De acuerdo a la AMA, la obesidad es una enfermedad patofisiológica para la cual existe tratamiento que involucra modificaciones conductuales, medicación y cirugía, además de afectar desproporcionadamente a las minorías estadounidenses.
Este anuncio se ha venido gestando en el medio de una intensa actividad de investigación que estudia la obesidad desde distintas perspectivas. Una de estas es la influencia cerebral sobre la obesidad y sus determinantes.
En Mayo de 2013 se publicó un artículo en JAMA Internal Medicine titulado «Ayuno engordante: compradores hambrientos adquieren más calorías, no más alimentos». El estudio encontró que personas que no habían comido durante varias horas, escogían productos más calóricos y menos saludables tanto en un supermercado virtual, como en uno real, que aquellos que habían tomado un “snack” antes de hacer su compra. La gran conclusión luce extremadamente lógica: No vaya a comprar alimentos, sin lista, y cuando se sienta hambriento.
Los investigadores especulan que esta conducta podría explicarse en términos evolutivos cuando después de un ayuno prolongado era esencial para la sobrevivencia que una persona encontrase alimentos altos en calorías. Lamentablemente, en la modernidad, nos dirigimos a los estantes de los productos procesados hipercalóricos.
Los investigadores hacen la conexión entre la obesidad y la inseguridad alimentaria: el no saber cuando se va a tener comida disponible conduce a que cuando se tiene, se escoge una opción más calórica, sobre todo si es la más barata.
En MiradorSalud registramos resultados de una investigación en la que se obtuvieron imágenes de Resonancia Magnética Nuclear (RMN) de voluntarios que debían presentarse en ayunas para los estudios A algunos se les suministraba desayuno antes de las pruebas y a otros no.
El ayuno hace que la gente esté más hambrienta, que se aumente la atracción hacia alimentos de altas calorías y se desee comer más. Las RMN de los individuos que no habían desayunado mostraron una variación del patrón de hiperactividad de la corteza orbitofrontal -la parte del cerebro de búsqueda de placer- la cual afecta las decisiones respecto al gusto por la comida y el valor de recompensa asociado a la misma.
Cuando a los participantes en ayuno se les mostraban atractivas fotografías de alimentos altos en calorías, esta área del cerebro se activaba de inmediato, reacción que era menos fuerte si el participante había desayunado. Los investigadores señalaron la utilidad de utilizar imágenes de RMN del cerebro para predecir cuales individuos lucen preparados para “atacar” alimentos ricos en calorías.
Esto va más allá. Se conoce que la conducta animal está radicalmente afectada por la disponibilidad y cantidad de alimentos. Varios estudios han demostrado que la disposición de muchos animales a tomar riesgos aumenta o disminuye dependiendo si está hambriento o saciado. Esto se ha descrito en humanos: un estudio muestra que la sensación de hambre aumenta en la persona la propensión a tomar decisiones de más alto riesgo financiero. Se dice que no debe cerrarse negocios sin asegurarse que los colegas estén debidamente comidos, o incluso: desconfíe de un individuo hambriento.
Un fascinante artículo publicado el 13 de junio de 2013 realizado en el Instituto de Neurobiología Max Planck de Martinsried (Alemania) ha descubierto cómo el cerebro lidia con un conflicto constante para decidir entre una sustancia peligrosa y una fuente potencial de alimentos, empleando a la mosca fruta (Drosophila melanogaster) como un gran modelo genético para el estudio de circuitos en neurociencia. Se describió como el hambre no sólo modifica la conducta, sino también cambia rutas cerebrales: la mosca tiene dos circuitos neurales paralelos que se activan o desactivan dependiendo de cuan saciadas estén.
En MiradorSalud habíamos discutido una investigación realizada con ratas, publicada a finales del 2012 en Physiology & Behavior que alertaba que el consumo de alimentos muy energéticos (ricos en grasas saturadas y azúcares refinados puede producir cambios en el área del hipocampo -la zona que controla la memoria y el aprendizaje- y provocar, a su vez, un consumo excesivo e insaciable de esos alimentos calóricos.
El mecanismo sería que estos alimentos interfieren con un tipo de inhibición de la memoria dependiente del hipocampo, la cual es crítica para la habilidad de los animales de abstenerse de responder a señales ambientales asociadas a los alimentos, y en última instancia, abstenerse de una ingesta energética excesiva muy superior a sus necesidades calóricas.
Ya que las memorias y pensamientos son suprimidas en el hipocampo, y asumiendo que estos resultados y respuestas pueden aplicarse a humanos, entonces la habilidad del hipocampo de suprimir pensamientos no deseados acerca de alimentos muy calóricos parece ser afectada por una dieta alta en grasas saturadas y azúcar. Esto aumentaría el consumo de este tipo de alimentos en las personas obesas, ya que el autocontrol para dejar de comer es decir, su sistema inhibitorio, está dañado.
Se piensa que el daño a la actividad hipocampal al consumir estos alimentos, puede ser permanente, lo cual se ha demostrado en personas obesas que han perdido peso y a quienes les es muy difícil mantenerse en un peso adecuado.
Un artículo publicado en Psychological Science el 3 de junio de 2013 señala que según un estudio realizado en 5 países, que los puntos de vista y percepciones que tengan las personas con respecto a las causas de la obesidad, puede influenciar tanto sus hábitos alimentarios como en su peso.
Así, en Corea, Estados Unidos y Francia, prevalece mayoritariamente la creencia de que una dieta no adecuada o la falta de ejercicio son la causa principal de la obesidad. Se encontró que quienes relacionaban obesidad con hábitos no saludables de alimentación tenían IMC menores que aquellos que culpaban a la falta de actividad física (AF).
Las vinculaciones entre las creencias sobre obesidad y AF se relacionaron también con cuánto comía la gente. Los participantes de Canadá y Hong Kong que pensaban que la obesidad es el resultado de la falta de AF, eran mayores consumidores de chocolate que aquellos que creían que la dieta era la culpable.
La conclusión es que las teorías preconcebidas parecieran tener un efecto en el IMC por encima de otros factores como estatus socio económico, edad, educación, condiciones médicas varias y hábitos de sueño. Por ello, se sugiere que para que las campañas de salud públicas sean efectivas, es necesario apuntar a las creencias de las personas, casi tanto como a sus conductas.
El 19 de junio de 2013 murió James Gandolfini, el famoso Tony Soprano de la serie de TV estadounidense. De acuerdo a un interesante artículo, de inmediato la opinión pública culpó a la obesidad del actor como la causa de su muerte. Esto concuerda con los resultados de la encuesta de Gallup del año 2012 que había revelado que el 81% de los ciudadanos estadounidenses considera a la obesidad como un problema serio y letal, y 67% lo piensa sobre la nicotina.
Esto abre el debate: parecen olvidar el eterno tabaco de Gandolfini. ¿Por qué tiene preponderancia la obesidad en la mente de la población? Una razón puede ser que el sobrepeso es visto socialmente como algo vergonzoso y digno de burla, mientras que el cigarrillo, y el tabaco, se puede percibir hasta como un símbolo de estatus.
Sin duda, este es un tema inagotable. El artículo sobre la muerte de Gandolfini termina así: Es cuestión de apartar el humo y sopesar nuestros hábitos con razón. Agregamos: es cuestión de apartar creencias erróneas y sopesar nuestros hábitos de vida y conductas. La mente puede mandar. Nuestra voluntad también.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve
(*) Obesidad significa tener mucha grasa corporal. Es diferente a tener sobrepeso, que significa tener peso de más. El peso viene dado por músculo, hueso, grasa y/o agua corporal. Ambos términos significan que el peso de una persona es mayor que el que se considera saludable para su talla.
La obesidad aparece con el tiempo, cuando las calorías que se ingieren sobrepasan a las que se queman. El balance entre las calorías que entran o se gastan, difiere para cada persona. Entre los factores que pueden afectar el peso está la constitución genética, comer en exceso, ingerir comidas altas en grasa, y no ser activo físicamente.
El ser obeso aumenta el riesgo de diabetes, enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, artritis y algunos cáncer. Si se es obeso y se pierde entre 5 y 10% del peso, se retrasan o previenen algunas de estas enfermedades
Un Comentario
Silve Bear
Interesante artículo, en una parte me recuerda que mi madre siempre dice…. no vayas al supermercado cuando tengas hambre, anda luego del almuerzo. Habria que estudiar que tienen los los carritos del supermercado cerca del mediodia antes del almuerzo, y que tienen cuando la compra es en la tarde.
Gandolfini parece que tenia un comportamiento troglodita con el alcohol y la comida, según este artículo: http://www.abc.es/tv/20130621/abci-gandolfini-ultima-cena-201306211847.html
Grandes cantidades de comida frita y alcohol fue el último alimento que tomó James Gandolfini antes de morir………..el actor estuvo cenando con su único hijo de 13 años, Michael en el restaurante del hotel Boscolo Exedra de Roma. Gandolfini pidió para cenar langostinos fritos a los que acompañó con mayonesa y salsa chile, además de foie gras. Además el actor bebió durante la cena cerveza, piña colada y ron, según la fuente del New York Post.