Un estudio reciente muestra por primera vez que una dieta saludable baja en grasas, el ejercicio de moderada intensidad y el manejo adecuado del estrés pueden revertir el envejecimiento de las células de nuestro organismo al aumentar la longitud de los telómeros, unas estructuras ubicadas en los extremos de los cromosomas.
El ensayo fue conducido por el equipo del Dr. Dean Ornish del Instituto de Investigación de Medicina Preventiva y de la Universidad de California en San Francisco, EE.UU., y publicado en la prestigiosa revista The Lancet Oncology, el 17 de septiembre de 2013.
Los telómeros esconden el secreto de la juventud
Los telómeros son unas estructuras formadas por ADN y proteínas, ubicadas en los extremos de los cromosomas, que regulan el envejecimiento celular.
Estas estructuras protegen a los cromosomas de diversos factores agresores, para evitar que se produzcan alteraciones de la información genética. Se han comparado con los protectores de plástico que tienen los cordones de los zapatos en sus extremos para prevenir que estos se deshilachen.
Cada vez que las células se dividen, los telómeros experimentan cierto grado de desgaste natural, pierden una pequeña cantidad de ADN y se acortan progresivamente hasta que la célula no puede dividirse más y muere.
Sin embargo, este proceso natural de deterioro puede acelerarse por factores como el estrés oxidativo, producido por el efecto negativo de los radicales libres y por el incremento de los procesos de inflamación crónica.
Por lo tanto, el promedio de la longitud de los telómeros refleja el daño progresivo que se ha acumulado en el ADN de los cromosomas, ocasionado por los factores agresores, y es un indicador potencial de envejecimiento biológico.
En la medida en que haya más células con telómeros cortos, mayor es el grado de envejecimiento y de daño celular, por lo tanto, la longitud de estas estructuras es un marcador de la edad biológica de las células de nuestro organismo, mas no de la edad cronológica.
Desde hace pocos años, el hallazgo de telómeros cortos se ha asociado con enfermedades relacionadas con el envejecimiento como algunos tipos de cáncer, demencia, enfermedad cardiovascular, obesidad y diabetes.
Los telómeros largos se asocian a menos enfermedades y a longevidad
El Dr. Dean Ornish, quien lideró el estudio que nos ocupa, junto a su equipo de investigadores les hicieron seguimiento durante cinco años a un grupo de 35 hombres de entre 50 a 60 años, que presentaban cáncer de próstata localizado, de bajo riesgo, y que no habían sido sometidos a tratamientos convencionales con cirugía o radioterapia. Sin embargo, todos los participantes estaban sujetos a un estricto control periódico de su condición.
A un grupo integrado por 10 participantes se les indicó que hicieran los siguientes cambios de su estilo de vida.
• Dieta vegetariana estricta que no incluía leche ni huevos, rica en alimentos elaborados con granos enteros (integrales), frijoles, frutas y hortalizas, y muy baja en grasas (aproximadamente 10% de las calorías totales) y en carbohidratos refinados como el azúcar, la papa y el arroz blanco.
• Ejercicio aeróbico de moderada intensidad que consistía en caminar 30 minutos diarios durante 6 días a la semana.
• Entrenamiento en técnicas de manejo del estrés durante 1 hora diaria que incluían: yoga, ejercicios de respiración, relajación progresiva, meditación y visualización.
• Asistencia a sesiones semanales de grupos de apoyo de 60 minutos de duración.
Los 25 participantes restantes integraron el grupo control y, por lo tanto, no recibieron instrucciones para realizar cambios de estilo de vida.
Los telómeros de todos los sujetos fueron medidos al inicio del estudio y al cabo de 5 años.
Los investigadores encontraron que la longitud de los telómeros aumentó un promedio de aproximadamente 10% entre los participantes que realizaron cambios en su estilo de vida, mientras que en el grupo control el largo de los telómeros disminuyó un promedio de 3%.
Además, se observó una relación dosis-respuesta en ambos grupos. En otras palabras, los sujetos que más cambios realizaron en su estilo de vida presentaron un mayor incremento en la longitud de sus telómeros y viceversa.
Los autores sugieren que los hallazgos de este pequeño estudio sean corroborados por investigaciones realizadas a mayor escala.
El estudio que nos ocupa no fue diseñado para evaluar el efecto de los cambios del estilo de vida en la progresión del cáncer de próstata de los participantes.
Sin embargo, estudios previos liderados por el Dr Ornish han demostrado que modificaciones similares, en cuanto a dieta, ejercicio y manejo del estrés, pueden retrasar la progresión del cáncer de próstata diagnosticado en etapa temprana, y, además, pueden revertir la progresión de la enfermedad de las arterias coronarias.
Los autores señalan que el presente estudio es el primero en demostrar que la adopción de un estilo de vida saludable, que incluya una dieta muy baja en grasas, ejercicio aeróbico de moderada intensidad y técnicas para el manejo del estrés, puede llegar a tener un efecto positivo en los mecanismos genéticos y revertir el proceso de envejecimiento de las células.
Sin embargo, la indicación de reducir de modo radical la ingesta de grasas para mantener nuestros telómeros largos y saludables sigue siendo un tema de debate.
Por otra parte, no está claro si el aumento de la longitud de los telómeros, en el presente estudio, se produjo por algún cambio en particular del estilo de vida o, más bien, hubo un efecto sinérgico de todas las modificaciones que realizaron los participantes.
Sería muy interesante y de gran utilidad desde el punto de vista de la salud pública, realizar una investigación similar, con un mayor número de participantes, pero en lugar de indicar una dieta tan baja en grasas (10% de las calorías totales), que dificulta su cumplimiento a largo plazo y su recomendación a gran escala, utilizar, más bien, una dieta mediterránea óptima, que incluya grasas beneficiosas como la del aceite de oliva, el aguacate (“avocado”), frutos secos de cáscara como las nueces, y pescados ricos en ácidos grasos omega 3 como las sardinas y el salmón.
Independientemente de que los cambios del estilo de vida indicados en el estudio que nos ocupa, en particular la dieta, sean o no aplicables a la población general, son una demostración clara y fehaciente de que es posible producir efectos positivos en la longitud de los telómeros.
No tenemos la capacidad de cambiar nuestros genes, pero podemos reorientar nuestro destino, a través de las escogencias de hábitos saludable de vida.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
Video de la entrevista realizada en el canal CBS al Dr. Dean Ornish, autor principal del estudio.
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