La crisis humanitaria, o más precisamente una crisis que amerita ayuda humanitaria, es una situación de emergencia donde se evidencia la necesidad de una ayuda a gran escala o mayor a lo habitual porque no puede ser atendida con los recursos regulares de la zona afectada. Estas situaciones críticas ocurren principalmente en ocasiones de desastres naturales (huracanes, terremotos, tsunamis, sequías, intensas lluvias, epidemias), conflictos políticos, guerras o en circunstancias de mucha precariedad y una gran pobreza. Debido a estos eventos imprevistos se pueden producir desplazamiento de la población, hambrunas, altos riesgos sanitarios o una elevada mortalidad en las zonas afectadas. Estas emergencias humanitarias representan, a menudo, una amenaza para la vida, la salud, la seguridad y el bienestar de una extensa población. Es decir los más vulnerables – los niños, mujeres embarazadas y los más pobres – que no están capacitados para resistir y sobrellevar las consecuencias de la crisis son los que más sufren y los que requieren mayor atención, primeramente de la ayuda internacional.
Conflictos prolongados de este tipo constituyen los mayores desafíos para la salud de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 60% de la mortalidad materna, indicador importante que define la salud de un país, y el 53% de las muertes en niños menores de 5 años se encuentran en los lugares que padecen este tipo de crisis y, por demás, son los que más necesitan ayuda humanitaria.
Ejemplos de este tipo de crisis serían el alarmante pero ya controlado brote de ébola en África, los terremotos en Nepal y Ecuador, la crisis en Gran Darfur (Sudán), la crisis financiera de Grecia, o los desplazados por guerras, conflictos y persecuciones, por ejemplo el caso de Siria, para solamente nombrar algunos de ellos. El número de desplazados, refugiados o solicitantes de asilo alcanzó para el 2014 la cifra de 59,5 millones de personas o el equivalente a 42.500 personas por día, siendo esta cifra la más alta jamás registrada, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR/ACNUR). Los desplazados vienen en acelerado ascenso a partir de 2011, cuando estalló el conflicto en Siria que constituye un grave problema para Europa.
Sin embargo, en Venezuela no existe ninguna situación inesperada de catástrofe natural o guerra que haya causado la crisis humanitaria que actualmente viven los venezolanos. Padecemos hambre, no hay acceso a lo necesario para tener una buena alimentación, hay escasez de medicinas para tratar desde una simple gripe hasta un cáncer avanzado y, además, hay pocos hospitales con infraestructura e insumos adecuados para atender a los enfermos. En nuestro país cáncer es sinónimo de muerte porque no hay los recursos suficientes para diagnosticarlo y muncho menos tratarlo. Nuestros medios de información están plagados de noticias sobre colas, desabastecimiento, protestas u hospitales deteriorados. Aunque nuestra situación no es de la magnitud de los ejemplos mencionados, si se manifiesta en que existe una extensa población vulnerable dado que el 73% de nuestra población es pobre, de los cuales el 50% presenta condiciones de pobreza extrema, o sea es el doble que la pobreza no extrema. Situación no vista en muchas décadas.
¿Y cómo puede ocurrir esta situación sin que haya sucedido algo fortuito u ocasional? En nuestro país la crisis es de índole política y es crónica. Es inducida por el gobierno con el objeto de mantener el control político y el poder en sus manos.
Por otro lado, si Venezuela no es un país pobre porque contamos con inmensos recursos, ¿cómo llegamos a esta situación? Esto se debe al control total del gobierno en todos los ámbitos del quehacer venezolano que ha afectado tremendamente la producción y creado una inflación galopante debido a su política económica socialista. Al mismo tiempo, ha expropiado múltiples empresas alimentarias sin ponerlas a producir eficientemente, ha dificultado al precario sector privado el acceso a dólares para importar materia prima o insumos para producir alimentos; además, controla los precios, lo que impide fabricar o vender un producto para no perder. Esto ha causado una disminución casi total de la producción alimentaria y de medicamentos acompañada de un éxodo en la agricultura, de empresas alimenticias, farmacéuticas y de artículos de higiene, amén de no haber dólares para importar lo que no se produce en el país. El control ha llegado hasta el punto de estar vedado enviar alimentos o medicinas de un estado a otro por una empresa de transporte, ni mucho menos en el equipaje personal, cuando se viaja internamente en Venezuela ya sea en bus o en carro particular, debido a que existen alcabalas en las carreteras que revisan a los que circulan por ellas. ¿Esta pobreza, hambre y miseria no es acaso inducida por los gobernantes venezolanos?
Manifestaciones de la crisis venezolana que amerita ayuda humanitaria.
Los indicadores de salud, mostrados en un artículo sobre la pobreza en Venezuela de MiradorSalud, muestran un aumento creciente de la mortalidad general, materna y neonatal y un índice de rendimiento hospitalario de 67%. Así mismo, un artículo publicado en un diario capitalino muestra como la desnutrición está llegando a nuestros niños con cuadros clínicos que pertenecían al siglo pasado. En dicha reseña, la Dra. Ingrid Soto de Sanabria, Jefe del Servicios de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo del Hospital de Niños “J. M. de los Ríos” en Caracas, declara: “…lo que estamos viendo ahora es alarmante” y agrega: “Estamos viendo pacientes que se están desnutriendo realmente por hambre, por falta de proteínas en la dieta”. En su consulta están aumentando los casos de desnutrición; en el trascurso del año 2016 han atendido 52 desnutridos graves, de los cuales el 58% son menores de 3 años de edad. Una cifra impensable muchas décadas atrás que representa la punta del iceberg del problema. Esto ocurre también en otros hospitales del país. Según la especialista la Dra. Landaeta, otra entrevistada, desde 2012 está disminuyendo el consumo de alimentos, pero ahora se ha profundizado porque al desabastecimiento se suma la incapacidad para comprarlo. En los escolares ha bajado el sobrepeso pero ha aumentado el déficit nutricional. Ella señala: “En Venezuela, se había acabado la desnutrición grave a nivel hospitalario”.
En una entrevista que le hice a la Dra. Soto de Sanabria, me comentó: “En mis 37 años de servicio, nunca me había sentido tan impotente y hasta triste ante una situación como la que estamos viviendo hoy día en nuestro hospital. Cada mes se agregan nuevos casos de desnutrición grave y todos tienen una constante: las madres debido a la escasez y alto costo de los alimentos, no cuentan con los recursos necesarios para ofrecerles a sus hijos una dieta adecuada en energía, proteínas y micronutrientes (vitaminas y minerales), muchos menos una dieta variada”.
No obstante, esta preocupante realidad es totalmente negada por el gobierno. Esto quiere decir que no quieren que se conozca la situación; lo peor es que no hacen nada para evitarla o corregirla. No aceptan la ayuda humanitaria internacional ni permiten la entrada de los roganismos internacionales para que evalúen la situación. La crisis no existe a pesar de la multitud de personas que traspasó la frontera entre Colombia y Venezuela – cerrada desde hace algún tiempo – en busca de alimentos y medicinas.
Es lamentable, pero no podemos limitarnos a las cifras oficiales porque éstas son maquilladas o cambiadas para no reflejar la realidad. Es triste, pero las experiencias de profesionales serios, organizaciones privadas y algunos medios de comunicación e información son la base para poder describir lo que realmente está ocurriendo en la pobre Venezuela.
¿Qué pasa con los organismos internacionales?
Mientras que la Organización de Naciones Unidas (ONU) alerta al gobierno venezolano a aceptar la ayuda humanitaria al señalar: “Urgimos al Gobierno que acepte la ayuda humanitaria para apoyar sus esfuerzos en la distribución de alimentos y suministro adecuado de medicinas, así como garantizar su distribución justa”, la Organización de las naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) asegura que Venezuela no necesita ayuda humanitaria.
Pero, Amnistía Internacional ha señalado que la crisis económica en Venezuela ha derivado en una crisis humanitaria que viola los derechos humanos y está afectando muchas vidas. En su informe citan: “Las políticas obstinadas están afectando seriamente millones de vida. La combinación letal del severo desabastecimiento de comida y medicinas, combinado con los altísimos niveles de criminalidad, persistentes violaciones de derechos humanos y políticas que se enfocan en asegurar que las personas no se quejen en vez de responder a sus llamamientos desesperados de ayuda, es la receta perfecta para una catástrofe épica”.
Cuando el mundo avanza vertiginosamente, en Venezuela no hay alimentos, medicinas, agua, luz, ni mucho menos una vida digna y libre. Pregunto: ¿no es un pecado pauperizar y desnutrir deliberadamente a una población?
Irene Pérez Schael
2 Comentarios
geyna rivas
Excelente articulo es un retrato de la realidad del Pais saludos Geyna
Mirador Salud
Gracias Geyna. Sí es nuestra triste realidad.