La diarrea por rotavirus es la principal causa de hospitalización y muerte en los niños de todo el mundo.
El rotavirus es resiliente, es decir es un virus con capacidad para sobrevivir a las condiciones ambientales adversas, ya que es estable en el medio ambiente y mantiene su capacidad infecciosa durante horas en las manos y, por semanas, en superficies y objetos contaminados; por lo que las medidas sanitarias de tipo ambiental tienen poco impacto en su transmisión.
En consecuencia, el rotavirus ha sido identificado en todas partes y su incidencia es la misma en cualquier lugar, sin importar la calidad del agua, la higiene o las condiciones socioeconómicas.
Este virus es muy contagioso y tan solo unas pocas partículas son capaces de reproducirse en el intestino humano y causar un grave problema a un bebé o niño pequeño. De la misma manera, después de un proceso infeccioso, el virus es excretado en grandes cantidades por las heces durante una semana, hecho que facilita su transmisión y el riesgo de contagio, por lo que causa brotes epidémicos en guarderías, escuelas y hospitales.
Durante la replicación viral del rotavirus en el intestino delgado se producen millones de partículas que destruyen el epitelio intestinal y alteran la absorción de los nutrientes, produciendo una diarrea acuosa y profusa acompañada por fiebre y vómitos abundantes que puede terminar en deshidratación y muerte cuando el niño no es tratado a tiempo. Por momentos, el vómito es incontrolable y dificulta su tratamiento.
El daño intestinal ocasionado por este virus puede durar semanas después de terminada la diarrea e impedir la absorción adecuada de nutrientes, lo que podría conducir a un deterioro nutricional o a un cuadro de desnutrición en los niños que viven en comunidades muy pobres.
Cada año, el rotavirus, en los niños menores de 5 años, causa 23 millones de visitas al medico, más de 2 millones de hospitalizaciones y 500 mil muertes, lo que quiere decir que cada minuto muere un niño por este virus.
Mientras su incidencia es igual en todas partes, el riesgo de morir es mayor en los lugares donde hay pobreza y no existen centros de salud cercanos a donde acudir para recibir el tratamiento adecuado y oportuno. El riesgo de morir es de 50 a 250 veces mayor cuando se es pobre y se vive en un país en desarrollo que cuando se dispone de una asistencia inmediata, ya que el cuadro clínico se presenta de una manera abrupta con mucho vómito y fiebre alta. En cambio el riesgo de enfermarse es similar en todos los países del mundo.
Mientras que una vacuna evitaría que un niño fuera al hospital en un país europeo, en el caso de un niño africano que viva en zonas marginales evitaría su muerte.
De igual forma, estos virus se encuentran con mayor frecuencia en casos hospitalizados que en las diarreas tratadas ambulatoriamente, es decir causan una diarrea muy grave.
En tiempos anteriores a 1973, cuando la Dra. Ruth Bishop descubrió el rotavirus en Australia, existían muchos niños que se hospitalizaban con diarrea sin ninguna causa bacteriana aparente, de allí que los investigadores se dedicaran a buscar un virus como agente etiológico de estas diarreas. Y así fue como descubrieron este virus en biopsias intestinales de niños hospitalizados, donde fueron observados en un microscopio electrónico dado su pequeño tamaño.
Este tipo de diarrea acuosa y abundante aparecía con más frecuencia en los meses de invierno en los países con estaciones marcadas. Por el contrario, en países sin estaciones diferenciadas, como nuestros climas latinoamericanos, los rotavirus circulan todo el tiempo, con un aumento ligero en los meses fríos y secos del año.
El comportamiento estacional se mantiene hasta nuestros días e influye en la gravedad de la enfermedad; ya que, si se nace al finalizar el período de mayor circulación estacional, el niño tendrá que esperar más tiempo, a veces hasta un año, para enfrentar al virus, cuando será más grande y el riesgo a enfermarse gravemente será menor. En cambio, si el niño se contagia en los primeros seis meses de vida, el riesgo a sufrir una diarrea severa será mayor.
Otra característica de los rotavirus es que ocurre con mayor frecuencia en los dos primeros años de la vida, época muy vulnerable y crítica para el futuro crecimiento y desarrollo del niño.
En conclusión, cuando se compara con otras causas, la diarrea por rotavirus está asociada a mayor hospitalización, deshidratación y muerte en los dos primeros años de vida y en condiciones de pobreza. De aquí la necesidad de una vacuna para distribuir salud a nuestros niños con mayor equidad.
El reto de la vacuna se logró: existen en el mercado dos vacunas para el rotavirus. Lo que sigue ahora es acelerar la introducción universal en los países que más la necesitan.
Irene Pérez Schael
Fuente: Vacuna de rotavirus. Una agenda global para su desarrollo y aplicación universal, por Irene Pérez Schael. Publicado en 2012, por la Editorial Médica Panamericana, Colombia.