Hasta ahora ha habido mucha información, algunas contradictorias o sin pruebas de una evidencia certera y con poca precisión respecto a la protección contra el COVID-19. Empero, la revista The Lancet recién publicó una investigación, donde analizaron 172 estudios de 16 países con el fin de evaluar las evidencias estadísticas del distanciamiento físico, las máscaras faciales y la protección ocular y su uso óptimo en el impacto de la protección contra el COVID-19, SARS y MERS, tanto en la comunidad, como en los lugares de atención médica. Es el primer estudio que sintetiza toda la información directa del COVID-19.
Después de realizar una revisión sistemática, en el meta-análisis se incluyeron 44 estudios y 25.697 pacientes infectados con los tres virus. Los resultados indican que al comparar el distanciamiento de más de 1m con distancias menores, este fue más efectivo que las distancias menores con un riesgo de 3% versus 13%, al mismo tiempo, la protección fue mayor a medida que aumentaba la distancia hasta llegar a 3m cuando el riesgo de redujo a la mitad.
Con respecto a las mascarillas con el filtro N95 u otros respiradores son de mayor impacto en la reducción de la infección cuando se comparan con las mascarillas quirúrgicas desechables o sus homólogas que dan menor protección. Advierten los autores, que el uso de la mascarilla nunca debe sustituir al distanciamiento físico y agregan que las mascarillas con multicapas son más eficientes que aquellas con una sola capa.
En relación a la protección ocular, se encontró asociada a menor riesgo (6%) al compararla con los caos sin protección ocular que presentaron un riesgo de 16%. Se podría decir que es necesario el uso de anteojos para salir a, por ejemplo, hacer mercado.
Advierten los autores, que las medidas se deben acompañar por el lavado de las manos, medida esencial para reducir la transmisión, aunque no ha sido evaluada en los estudios.
Por otro lado, aunque hay un consenso acerca de que la propagación del COVID-19 es mediante grandes gotas respiratorias y por el contacto con superficies contaminadas, no sucede los mismo con el papel que juega su propagación por el aire (aerosoles).
En general, los estudios de COVID-19 mostraron un beneficio consistente sobre las 3 medidas, mantener el distanciamiento y el uso mascarillas y de protección ocular, amén de que fueron similares para el SARS y MERS.
Agregan los autores que mantener mínimo 1m de distancia entre las personas, la estrategia que mostró más contundencia en la protección, aunado al uso combinado con las otras medidas, aunque no confieran una protección completa, sí podría ser la mejor manera de reducir la transmisión del virus, particularmente en la segunda ola. Asimismo, el dato de la distancia de 1m puede ser utilizado para rastrear a los contagiados.
Por otro lado, el cambio en el diseño de máscaras simples a las que tienen multicapas podría ser una estrategia que permitiera un levantamiento organizado de la cuarentena más seguro para la reanudación de las actividades normales de la población.
El Profesor Holger Schünemann de la Universidad McMaster en Canadá, quien dirigió la investigación comentó: «Nuestros hallazgos son los primeros en sintetizar toda la información directa sobre COVID-19, SARS y MERS, y proporcionar la mejor evidencia disponible actualmente sobre el uso óptimo de estas intervenciones comunes y simples para ayudar a aplanar la curva e informar los esfuerzos de las respuestas a la pandemia en la comunidad”. La profesora australiana Raina Maclntyre, quien no participó en el estudio, catalogó a la investigación como “un hito muy importante” y añadió que se deberían revisar las recomendaciones para los trabajadores de salud en donde se especifique que el respirador es el estándar mínimo de cuidado. Aunque las máscaras si protegen, la seguridad de los trabajadores de la salud debe ser de máxima prioridad.
Caso Suecia
Es significativo comentar lo que está ocurriendo en Suecia para reafirmar la importancia de estas medidas. Recién, el epidemiólogo, Dr. Anders Tegnell, que ha desempeñado cargos en la OMS y fue el coordinador de la política aplicada en ese país para combatir el COVID-19, ha confesado que “la decisión de Suecia de no imponer un bloqueo estricto en respuesta a la pandemia del COVID-19 condujo a demasiadas muertes”. Las cifras suecas, al 6 de junio, son 43.887 casos y 4.656 fallecidos para una población de diez millones, mientras que sus países vecinos, Dinamarca, Noruega y Finlandia, no superan, cada uno, los doce mil casos ni los seiscientos muertos; más aún, estos países cerraron sus fronteras. Por otro lado, ya colapsó el sistema de salud.
El gobierno sueco decidió que era voluntario el confinamiento, estrategia que ha sido muy cuestionada, apostando a la economía y a la libertad ciudadana, así que los ciudadanos continuaron su vida normal sin utilizar las medidas elementales como el distanciamiento social y el uso de mascarillas. Pensaron, como el Reino Unido al inicio de la pandemia, que la población se haría inmune lentamente sin causar estragos. Sin embargo, solo el 7% ha sido infectado en Suecia.
En fin, este estudio respalda la protección del distanciamiento físico de 1m y mejor si es más, el uso de las mascarillas mejor que sean multicapas y, además, la protección ocular, acompañados del lavado de las manos, como medidas esenciales para reducir la transmisión del COVID-19.
¡Y el caso de Suecia lo confirma!
Irene Pérez Schael