A los padres padres jóvenes de mi familia y amigos
Introducción
En las últimas décadas, es indiscutible la conmoción que las investigaciones sobre el cerebro-mente-conducta han ocasionado en muchísimos campos del saber, como hemos venido mostrando a lo largo de nuestros artículos de epigenética y neurociencia en MiradorSalud. Este saber puede incidir en la conducta de los seres humanos de una manera determinante, por lo cual es necesario conocerlo y comprenderlo para adaptarse al entorno. El neurocientífico Mariano Sigman comenta que la neurociencia estudia el cerebro para tratar de darle significado a una ciencia sobre nosotros mismos; ¿valdrá la pena? Obvio que sí.
En esta oportunidad dedicaremos este espacio a la neuroeducación de obligatoria aplicación para generar progreso personal, aprender más eficientemente, incorporar los avances de la historia sociocultural con mayor asertividad y yo agregaría para tener salud emocional.
El mundo, plagado de cambios en las comunicaciones como los avances en las técnicas digitales, los originados por la pandemia y la infodemia y los causados por el sobreuso de las redes digitales, requiere de nosotros una vertiginosa velocidad adaptativa para funcionar apropiadamente en los distintos entornos en los que se mueve el ser humano. ¡Realmente vivimos en un mundo que cambió y hay que asumirlo!
¿Qué es la neuroeducación?
La aplicación de los hallazgos neurocientíficos han sido objeto de estudio en muchas áreas, no obstante, última y específicamente, no se ha investigado mucho acerca de la aplicabilidad de estos avances en educación; algunos agregan que la meta de la neurociencia educativa debería ser construir un puente entre educación y neurociencia mediante el diálogo entre investigadores y educadores. Lo importante en este punto es su aplicación en el mundo real.
Debemos tener presente que “Cada aprendizaje abre un nuevo camino cognitivo, y la manera cómo aprendemos está determinada por las conexiones neuronales que abren estos caminos” (Tecnológico de Monterrey). Conocer estos caminos es valioso para aprender cognitivamente y, más aún, actuar con salud emocional.
La neuroeducación es una disciplina que integra/conjuga conocimientos de la educación, neurología, la psicología y las ciencias cognitivas con la idea de producir mejores métodos de enseñanzas y programas didácticos adaptados a los tiempos que corren. El cerebro aprende porque el sistema nervioso posee una plasticidad que lo capacita para cambiar su estructura, anatomía y funcionamiento, como reacción ante la diversidad del entorno y las experiencias que afrontamos a lo largo de la vida; así podernos adaptarnos al medio ambiente en donde habitamos. Por ejemplo, el cerebro puede reestructurarse después de una lesión o enfermedad o ante nuevas circunstancias, como las que confrontamos en la rutina del día a día, o ante nuevos conocimientos, comportamientos o patrones. Un nuevo aprendizaje genera nuevos circuitos de redes neuronales dejando una marca en el cerebro que puede crecer con la práctica o repetición. Es importante saber que las conexiones entre las distintas redes es lo que provee mayor potencialidad a los procesos cognitivos.
Igualmente, el estudio de la relación entre aprendizaje, cognición y comportamiento, ha permitido optimizar la comprensión de los mecanismos biológicos cerebrales (funcionamiento del cerebro) que subyacen tras el aprender, pensar, razonar y sentir.
Partiendo de que el proceso de aprendizaje en la etapa infantil tiene una parte genética y otra biológica, cuya integración se desarrolla a partir de la interacción social de los niños entre sí y con los adultos, primordialmente padres y maestros, los cuales guían y orientan su enseñanza, se comprende que somos el resultado de nuestra educación. Concluimos: la construcción del conocimiento es un proceso activo que responde tanto al intercambio neuronal como a las experiencias propias en un determinado contexto histórico y sociocultural. La yuxtaposición entre las conductas heredadas y las aprendidas dan origen al individuo, único e irrepetible.
Factores asociados al aprendizaje.
El proceso de aprendizaje, definido como la persistencia de información capaz de ser utilizada, es complejo y en él intervienen distintos factores de orden biológico, psicológico y social y, más importante aún, se prolonga durante toda la vida. Este proceso induce cambios funcionales y anatómicos que nos permiten retener la información, amén de afectar el comportamiento. Y esto sucede gracias a la neuroplasticidad, también plasticidad sináptica, la cual reside en la flexibilidad que posee el cerebro para cambiar y reestructurarse a través de las redes neuronales. Como se mencionó, cada vez que se aprende algo nuevo las neuronas forman redes para comunicarse y enviar señales unas a otras, aumentando sus conexiones con la práctica, hecho que mejora el proceso cognitivo del aprendizaje y la memoria.
Algunos factores relevantes en el aprendizaje son la emoción, la atención, la memoria, el control ejecutivo y la neurodiversidad. (Ver conferencia del Dr. Francisco Mora Teruel).
La emoción es una reacción neurofisiológica ante un estímulo, externo o interno, con funciones adaptativas, sociales o motivacionales por lo que se podría decir que es la energía que mueve al mundo ya que impregna, guía y motiva nuestro comportamiento. Sin emoción no hay procesos mentales coherentes ni bien ensamblados, no hay razón, ni tampoco sentimiento. La emoción y las experiencias le dan contexto y sentido a lo que se aprende y asimila por lo que es primordial su presencia en el aprendizaje. Por ejemplo, si damos una conferencia o una clase sin emoción, no lograremos trasmitir lo que queremos enseñar. El tono de voz, la expresión corporal, los gestos emocionales trasmiten lo que deseamos comunicar, remarcándolo; mientras que cuando somos indiferentes o ambiguos le quitamos importancia a lo que decimos. Un discurso neutro llegará a muy pocos y se olvidará rápidamente. El neurocirujano, padre de la neurobióloga Mara Dierssen, resume la emoción así: “La emoción recupera la función”
El segundo factor en importancia es la atención, ya que ella facilita la concentración, indispensable para aprender, y se ejercita cuando uno se enfoca en algo en particular, excluyendo lo que ocurre alrededor, es decir centrarse únicamente en el foco de la atención, lo que significa tener consciencia del momento. Es importante ejercitar nuestra atención en forma cotidiana, por ejemplo, enfocarnos en la respiración mientras caminamos, manejamos, hacemos ejercicio u otra actividad que practiquemos de forma automática. Cuando estamos concentrados en la circunstancia y conectados sin criticar, ni juzgar, podremos aprender a estar calmados y poner más atención. Por otro lado, la atención es disparada por la emoción. Cuando un bebé llora y la madre sabe que no tiene una causa aparente, si le cambiamos el objeto de su atención, probablemente dejará de llorar.
Otro factor muy importante y crítico para el aprendizaje es la memoria que comprende la persistencia de la información, la cual podemos evocar y utilizar. Esto quiere decir que tenemos las facultad de cambiar nuestra conducta de manera relevante. La memoria es generadora de nuestra identidad, a la vez que es extremadamente frágil y maleable. El proceso de memorizar se da en tres etapas: la codificación (captar y procesar la información) afectada por la atención, emoción y novedad, el almacenamiento y conservación de la información y su recuperación o traerla a la consciencia.
Existen distintos tipos de memoria, sin embargo, la memoria a corto plazo o memoria de trabajo es la que está más relacionada con el aprendizaje. Ella retiene la información por períodos cortos de tiempo, pero con la práctica se transforma en memoria a largo plazo. En consecuencia, para que pase de corto a largo plazo y sea duradera la información aprendida debemos practicarla en distintos momentos para no saturar la memoria a corto plazo.
Existen técnicas o herramientas para mejorarla, pero es bueno recordar que sin emoción ni atención no se aprende ni mucho menos se memoriza. Por ejemplo, el confinamiento por la pandemia afectó nuestro cerebro y se ha perdido la capacidad de enfocar la atención, así como la memoria corta, por lo cual en estos tiempos la práctica de hacer multitarea no es recomendable porque disminuye la atención y la memoria.
Y, ahora, cobra importancia el control ejecutivo, o control cognitivo, el cual, en general, comprende un conjunto de habilidades cerebrales que controlan los procesos de la corteza cerebral; ellos son procedimientos conscientes que generan, organizan, regulan, ejecutan y coordinan la información para así decidir y responder adecuadamente. La memoria de trabajo es parte fundamental de este control. Por otro lado, el control ejecutivo suprime la conducta automática.
Desde el nacimiento, a partir de las experiencias sensoriales y del contacto con el mundo externo, se crean los cimientos para llegar al pensamiento abstracto o cognitivo. Los bebés nacen con un aparato cognitivo, si bien no desarrollado, que les permite intuir lo abstracto y comunicarlo de una manera muy rudimentaria, por ejemplo, con cambios en la mirada y la atención como una reacción ante cambios externos. Así, los niños tienen ese conocimiento, pero no lo pueden utilizar porque no tienen desarrollado los procesos cognitivos. Existen muchos científicos dedicados a estudiar el comportamiento de los bebés; es así que el desarrollo cognitivo comienza lentamente en la etapa infantil. (Ver el artículo de MiradorSalud: “El desarrollo del cerebro de los niños…”).
Finalmente, la neurodiversidad, manifestada en distintos trastornos cognitivos que alteraran el aprendizaje, como el déficit de atención, la dislexia, discalculia, es un campo que se puede beneficiar significativamente con la neuroeducación debido a que su conocimiento ayuda a mejorar el aprendizaje y el entorno de estos niños con condiciones especiales que son dejados a un lado por ser mayor la exigencia requerida para lograr éxito en contextos tan limitados. El entorno social cumple un papel muy importante en el aprendizaje y la experiencia en estos casos.
Beneficios de la neuroeducación.
Los conceptos mencionados se pueden aplicar en el aula, pero también en otros ámbitos como el profesional, trabajo, recreación/lectura, entre otros; en fin, la neuroeducación está dirigida y es útil tanto en las primeras etapas de la vida, como en la adolescencia y la adultez porque siempre estamos aprendiendo o educando. La neuroeducación nos permite conocer la mejor forma de enseñar.
Ahondando en su aplicación, se observa un beneficio individual ya que si el alumno conoce el funcionamiento de su cerebro aprenderá mejor y más rápido, a lo que se le puede agregar que su ejercicio conduce al conocimiento del sí mismo, muy útil para entendernos, entender al otro (empatía) y en consecuencia nos comunicaremos mejor, hecho que influye en un comportamiento saludable.
Otro aspecto, es que nos permite conocer los períodos sensibles a cada tipo de aprendizaje, especialmente los que corresponden al desarrollo infantil, períodos que son críticos en la construcción del futuro adulto; por ejemplo, es importante conocer a que edad el cerebro está listo para aprender a leer. En general, el cerebro está listo para aprender a leer entre los 6 y 7 años, sin embargo, algunos aprenden fácilmente a los 5 años y otros más tarde porque cada niño es diferente. Lo que no se debe hacer es insistir en que un niño a los 4 años lea, aunque sea con dificultad, porque no es la edad apropiada para lograrlo y puede tener efectos negativos para el aprendizaje.
Otro ejemplo sería ordenar tareas a casa por el colegio. El Dr. Mora Teruel no promueve la realización de tareas o deberes en casa debido a que son parte de la instrucción, una función de la escuela. En cambio, en casa se debe ejercer la educación, compartida con la familia y donde el juego es esencial en las edades tempranas. Para el Dr. Mora Teruel., no se deben mandar tareas a casa por lo menos hasta los 7 u 8 años. ¿Por qué? Bueno, porque el juego hay que fomentarlo en casa ya que es el disfraz o la máscara del aprendizaje; jugar significa aprender y memorizar con emoción.
Recompensar en lugar de castigar para exigir atención es otro vehículo para mejorar el aprendizaje. Si se le dice al niño “¡Que bien lo hiciste!” cuando hace bien una tarea, o cuando saca buenas notas, o cuando colabora en casa, es mucho más beneficioso que decirle “Muy bien, es tu deber sacar buena nota”. La gratificación merecida es muy importante en todos los contextos y estimula la repetición de ese comportamiento para sentirse reconocido.
Para el investigador David Bueno “La creatividad, empatía, inteligencia, capacidad musical y artística, o cualquier actividad mental que nos imaginemos tiene su correlato genético, pero son solo predisposiciones. El ambiente puede potenciar estas predisposiciones o mutilarlas”. Agrega: “Si somos todos diferentes; la tendencia a ver a todos los alumnos con un mismo patrón educativo no es correcto porque cada persona es diferente”.
Neuromitos.
El avance de la neurociencia ha dado rendimientos en el desmantelamiento de algunos neuromitos, o falsas creencias sobre el cerebro que aún son muy populares. El creer que nuestro cerebro funciona solo el 10% es un mito ya que ahora con la aparición de la resonancia magnética funcional y otras técnicas, se ha avanzado muchísimo y se conoce la complejidad de las redes neuronales y de los múltiples lugares del cerebro que se activan cuando se escucha música o se lee un libro. Este hecho al conjugarse con la creatividad, las experiencias y lo aprendido en el ambiente familiar potencian la participación de varias redes neuronales en distintas áreas del cerebro.
Otro mito es el fenómeno de la sobreestimulación… la gente cree que la sobreestimulación es beneficiosa y resulta que bloquea al estudiante porque causa estrés y se dispara el cortisol, es decir que la estimulación impartida con una intensidad adecuada o normal es más provechosa que la sobreestimulación ya que con estrés no se aprende. Lo ideal sería introducir cualquier aprendizaje en el momento ideal porque es contraproducente quemar etapas, comenta la pedagoga y experta en neuroeducación Anna Forés, (ver conversación con Anna Forés).
La neuroeducación necesita un profundo empuje.
Aunque el interés por la neuroeducación ha aumentado en las recientes décadas en educadores y políticos, no se han conseguido todavía los resultados esperados, porque que existe una reticencia generalizada hacia la aplicación de dicho conocimiento en las aulas, lo que indica que se necesita un empuje. Entre algunos de los tropiezos para su aplicación se encuentra la falta de puentes accesibles a los educadores y a la ausencia de un consenso para estimar cuales conocimientos sobre la estructura y función del cerebro podrían ser relevantes en la educación. Jolles J y Jolles D (2021) realizaron una revisión sobre estos aspectos y comienzan definiendo, para sus fines, el término alfabetización neurocientífica como “el conocimiento y la comprensión de los sistemas y procesos cerebrales necesarios para el funcionamiento cognitivo y afectivo a lo largo de la vida, incluidos los problemas de neurociencia relacionados con enfermedades, trastornos y disfunciones, así como los humanos interactúan con su entorno y entre sí debido a sus características del sistema nervioso” y proponen mejorar la alfabetización neurocientífica en los educadores y poder tener herramientas para definir la validez y calidad de la evidencia científica. Debemos entonces popularizar el término de alfabetización neurocientífica.
Según los autores, en resumen, la investigación en los últimos años ha dado mayor énfasis a los experimentos con imágenes cerebrales que especialmente han contribuido con la relevante comprensión de los procesos cognitivos y afectivos, pero, dado su carácter unidimensional, los resultados no conducen a la directa aplicación en la educación. Segundo, existe una ausencia de información válida (libros, artículos, cursos, fuentes de internet, etc.) para el uso del educador interesado. Y, por último, existe una confusión sustancial de lenguas con respecto a la importancia potencial de la neurociencia, el conocimiento y las ideas de la ciencia cognitiva.
Por lo cual, ellos proponen “una nueva ciencia del aprendizaje” que contenga una visión general de los conceptos relevantes de la neurociencia y las investigaciones importantes para la práctica educativa. Concluyen que se necesita una traducción e integración del conocimiento que sea transdiciplinario con enfoque holístico para el estudio del aprendizaje y la educación tanto preescolar, primaria, secundaria y universitaria.
Dadas las múltiples ventajas de la neuroeducación, debemos ponerle más atención y emoción. Precisamente, en épocas de miedo e incertidumbre, es de particular importancia conocerla y aplicarla en el día a día. Debemos pensar, aprender y decidir.
Irene Pérez Schael
4 Comentarios
Alicia Ponte-Sucre
Gracias excelente… me quedo con esta frase: «Concluimos: la construcción del conocimiento es un proceso activo que responde tanto al intercambio neuronal como a las experiencias propias en un determinado contexto histórico y sociocultural. La yuxtaposición entre las conductas heredadas y las aprendidas dan origen al individuo, único e irrepetible».
Somos únicos
Mirador Salud
Si, Alicia, somos únicos y, a la vez, podemos transformarnos para para que esa unicidad brille más…
Eunice
Excelente, quedé con ganas de más información. Y, por supuesto, su traslado a la práctica.
Mirador Salud
Muchísimas gracias Eunice y tú que eres profesora podrías estimular talleres sobre neuroeducación
y desde ahora ir a la práctica, aunque el material de los investigadores no esté todavía al alcance
de todos. Siempre podemos comenzar…