La soledad se ha asociado, desde hace mucho tiempo, a problemas de salud mental como la depresión y más recientemente se ha observado que perjudica la salud física e incluso aumenta el riesgo de muertes prematuras. Sin embargo, los mecanismos celulares responsables de estos vínculos son poco conocidos. Una investigación reciente arrojó luz sobre el tema al concluir que la percepción de aislamiento social puede alterar las células del sistema inmune y aumentar la susceptibilidad a enfermar.
El estudio fue publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, el 23 de noviembre de 2015, y fue liderado por el Dr. John Cacioppo, experto en el tema de la soledad, junto con un equipo de investigadores de la Universidad de Chicago, de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA) y de la Universidad de California-Davis en EE.UU.
La investigación se basó en varios estudios previos cuyos hallazgos habían revelado que la soledad y la percepción de aislamiento social, a cualquier edad, se asociaba a muertes prematuras ocasionadas por enfermedades crónicas.
Además, el mismo equipo de investigadores del estudio que nos ocupa había identificado, en un ensayo previo, una relación entre la soledad y un fenómeno que los autores denominaron respuesta transcripcional conservada ante la adversidad (CTRA, por sus siglas en inglés).
Esta respuesta (CTRA) se caracteriza por un aumento de la expresión de los genes implicados en los procesos de inflamación y una disminución de la expresión de los genes relacionados con las defensas para combatir las infecciones virales. En otras palabras, los investigadores observaron que las personas solitarias presentaban un aumento de los procesos inflamatorios y una respuesta inmune menos eficaz.
Es importante recordar que la expresión de los genes es el proceso mediante el cual las células de todos los organismos transforman la información codificada en el ADN en las proteínas necesarias para el desarrollo y funcionamiento del organismo.
Por otra parte, la inflamación es la respuesta biológica natural del sistema inmune frente a estímulos nocivos como células dañadas, irritantes, o patógenos (bacterias, virus y hongos), con la finalidad de eliminar el agente causal o agresor y llevar a cabo el proceso de curación.
La inflamación aguda o de corto plazo tiene efectos protectores, ya que es un proceso mediante el cual el cuerpo, a través del sistema inmune, trata de curarse a sí mismo, mientras que la inflamación crónica es perjudicial para el organismo y suele causarle daño a las células y a los tejidos afectados.
La soledad es la percepción de aislamientos social
Aun cuando los conceptos de soledad y aislamiento social suelen utilizarse de manera indistinta, no significan exactamente lo mismo. El aislamiento social hace referencia principalmente a la limitada o escasa red de apoyo social que tiene una persona, mientras que el concepto de soledad se asocia a aspectos más subjetivos y cualitativos como la insatisfacción que la persona percibe de sus relaciones interpersonales.
En otras palabras, la soledad es la percepción de aislamiento social, una experiencia interna y subjetiva.
Por lo tanto, es posible estar rodeado de muchas personas, vivir en pareja, interactuar con familiares, colegas y amigos y, sin embargo, sentirse muy desconectado, vacío y no deseado. Desafortunadamente, estar acompañado no siempre funciona como un escudo protector de esos sentimientos, sin embargo, la carencia objetiva de una red de apoyo social con frecuencia coincide con la percepción subjetiva de soledad.
La soledad afecta a los glóbulos blancos de la sangre
Los investigadores del estudio que nos ocupa examinaron la expresión de los genes de los leucocitos (glóbulos blancos de la sangre) de 141 participantes de entre 50 y 68 años integrantes del Chicago Health, Aging and Social Relations Study.
Los glóbulos blancos o leucocitos son células que forman parte del sistema inmune y su función es la de proteger al organismo contra las infecciones.
Como era de esperar, los investigadores confirmaron los hallazgos de su estudio previo. Los leucocitos de los participantes que fueron catalogados como socialmente aislados, de acuerdo con la escala de la soledad de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), mostraron los efectos de la respuesta CTRA, un aumento de la expresión de los genes implicados en los procesos de inflamación, lo cual conduce a la producción de proteínas proinflamatorias conocidas como citoquinas, y una disminución de la expresión de los genes relacionados con las defensas para combatir las infecciones virales, en comparación con los individuos no solitarios.
Pero el estudio también reveló otros hallazgos importantes sobre el efecto de la soledad.
Los investigadores encontraron que la soledad, en algunos participantes, podía predecir la futura expresión de la respuesta CTRA.
Igualmente, la respuesta CTRA, en otros casos, se anticipaba hasta un año antes de la instalación del cuadro clínico que acompaña a la soledad. En otras palabras, la expresión de los genes CTRA y la percepción de la soledad parecen tener una relación recíproca, y se potencian entre sí a lo largo del tiempo.
Los investigadores también analizaron la expresión de los genes de los leucocitos de los monos macaco rhesus (Macaca mulatta), una especie de primates altamente sociable y cuya conducta se afecta mucho en condiciones de aislamiento social. Los monos eran del Centro de Investigación Nacional de Primates de California, una institución considerada de alto nivel en el área de investigación de los procesos de percepción de aislamiento social.
Los macacos sometidos a aislamiento social forzado presentaron una mayor expresión de los genes CTRA en sus glóbulos blancos y, además, tenían niveles elevados del neurotransmisor norepinefrina, que está implicado en la respuesta de lucha o huida o respuesta al estrés.
Investigaciones previas han demostrado que la norepinefrina puede estimular las células madre de la sangre en la médula ósea y aumentar la producción de monocitos inmaduros, un tipo particular de glóbulo blanco. Estos monocitos presentan una elevada expresión de genes que favorecen los procesos inflamatorios, lo cual conduce a la producción de proteínas proinflamatorias conocidas como citoquinas y una baja expresión de genes antivirales.
Tanto los seres humanos solitarios como los monos sometidos a aislamiento mostraron niveles elevados de monocitos en sangre.
En un estudio adicional, los investigadores encontraron que los monos expuestos repetidamente a condiciones sociales medianamente estresantes como la de compartir la jaula con compañeros desconocidos también estimulaba el aumento de cierto tipo de monocitos inmaduros (CD14++/CD16?).
Estos estudios finalmente han identificado que una de las causas del aumento de la expresión de los genes CTRA se debe al incremento de la producción de monocitos inmaduros.
Por último, los autores determinaron que la respuesta CTRA relacionada con el aumento de monocitos inmaduros tenía consecuencias reales para la salud.
En otras palabras, las células inmunes se preparan para combatir enfermedades que no existen y, en consecuencia, se desarrolla un proceso de inflamación, que puede causar estragos en los tejidos afectados.
En un experimento adicional, los investigadores infectaron a un grupo de macacos con el virus de inmunodeficiencia en simios, una versión del VIH de los humanos, y observaron que los monos sometidos a aislamiento social, que tenían un deterioro de la expresión de los genes antivirales, presentaban un aumento significativo de la proliferación del virus en la sangre y en el cerebro.
En conclusión, los autores consideran que la percepción de aislamiento social aumenta la actitud de hipervigilancia y vulnerabilidad ante las amenazas de carácter social. Las señales de peligro que se activan en el cerebro, en última instancia, incrementan la producción de ciertas fracciones de monocitos inmaduros, lo cual aumenta la expresión de los genes implicados en los procesos de inflamación y disminuye la expresión de los genes vinculados con las defensas para combatir las infecciones virales.
A su vez, los monocitos inmaduros que circulan en la sangre tienen la capacidad de llegar al cerebro donde promueven síntomas de ansiedad y alteran los procesos de motivación, percepción y el comportamiento social, a través de los mecanismos de inflamación (producción de proteínas proinflamatorias conocidas como citoquinas), lo cual crea un círculo vicioso, ya que potencia y amplifica, aún más, la sintomatología del aislamiento social.
La percepción de aislamiento social puede ser tanto causa como efecto de la expresión de genes CTRA y en ambos casos intervienen los procesos neuroendocrinos y epigenéticos.
Los autores sugieren que las intervenciones de carácter conductual para reducir la percepción de aislamiento social podrían desencadenar cambios biológicos concomitantes, que contribuirían a reducir la expresión de los genes CTRA y fomentarían la integración social.
Por otra parte, un estudio previo demostró que la terapia de grupo con base en la atención consciente (“mindfulness”) fue tan efectiva como la terapia cognitivo-conductual (una modalidad de psicoterapia).
Sin embargo, el apoyo más importante lo deberían aportar los familiares y amigos de las personas afectadas por la soledad, quienes podrían tratar de fomentar relaciones interpersonales significativas e íntimas y encuentros cara a cara, además de los contactos a través de las redes sociales, los teléfonos móviles y otras alternativas como el “Skype”, que nos proporciona la Internet.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
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3 Comentarios
Mirador Salud
Hola Berdjouhi
Excelente artículo. Mis comentarios.
Si partimos de la base que la soledad no está relacionada con la felicidad, el estudio publicado el 9 de diciembre en The Lancet: ¿La felicidad afecta directamente a la mortalidad? Un prospectivo en un millón de mujeres de UK, contradice lo que usted describe en su artículo sobre la soledad y su relación con muertes prematuras. La creencia generalizada que la infelicidad y el estrés tienen efectos negativos directamente en la salud y la mortalidad se debe a la confusión de la causa con el efecto. Indican que la mala salud causa infelicidad y por eso la asocian con un incremento en la mortalidad.
Los autores concluyen que la felicidad o infelicidad no tiene efecto directo sobre la mortalidad (http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(15)01087-9/abstract).
Podrías clarificar esta discrepancia, si la metodología y lo grande de la muestra le dan confiabilidad a los resultados de este estudio.
Saludos
Irene
Mirador Salud
Irene,
El artículo publicado en «The Lancet» es un estudio de observación de grandes dimensiones, que analizó los datos aportados por las participantes, a través de cuestionarios, sobre conceptos muy subjetivos como la felicidad y la infelicidad, tradicionalmente abordados desde el vértice de la filosofía. El artículo que publicamos en MiradorSalud sobre el estudio “Myeloid differentiation architecture of leukocyte transcriptome dynamics in perceived social isolation” publicado en «Proceedings of the National Academy of Sciences», no es un estudio de observación, ya que analizó cómo la percepción de aislamiento social puede aumentar la expresión de algunos genes implicados en los procesos de inflamación y disminuir la expresión de los genes relacionados con las defensas para combatir las infecciones virales.
Por lo tanto, no podríamos comparar los resultados de estos estudios, ya que utilizaron métodos diferentes.
La soledad, a través del estrés crónico y los mecanismos neuroendocrinos involucrados, además de afectar al sistema inmune, puede aumentar la incidencia de enfermedad cardiovascular y alterar el patrón del sueño. Igualmente, los hábitos alimentarios poco saludables, la inactividad física y las dificultades para atender las consultas médicas, que se observan en estos casos, también contribuyen con el desarrollo de enfermedades crónicas. Por lo tanto, no es la infelicididad o la soledad directamente la que causa las muertes prematuras, sino su efecto a largo plazo sobre la salud.
Sin embargo, a veces los procesos de inflamación que se producen en algunas afecciones como el cáncer, las enfermedades autoinmunes y las infecciones sistémicas contribuyen con el desarrollo de síntomas depresivos, que pueden conducir al aislamiento social. Cuando se activa el sistema inmune periférico en respuesta a estos padecimientos se producen citoquinas (proteínas proinflamatorias), que envían señales a las células del cerebro, en particular a la microglia, lo cual puede contribuir con el desarrollo de los síntomas de depresión, en las personas vulnerables.
En resumen, a veces las enfermedades crónicas pueden desencadenar los síntomas de depresión, que se observan en las personas que reportan soledad o infelicidad, a través de los procesos de inflamación, y otras veces la depresión contribuye con el inicio y desarrollo de enfermedades crónicas, que aumentan la incidencia de muertes prematuras. Así de recíprocas pueden ser esas interacciones tan complejas.
Los mecanismos celulares son fascinantes, las investigaciones que los analizan serán las que, en un futuro, podrían arrojar más luz sobre temas tan controversiales.
Saludos,
Berdjouhi Tsouroukdissian
Mirador Salud
Gracias Berdjouhi, tus comentarios serán muy útiles para nuestra audiencia
Saludos,
Irene