La estreptomicina, un antibiótico que fue muy útil en el siglo pasado para tratar la tuberculosis, fue descubierta un 19 de octubre de 1943 por el estudiante de postgrado Albert Schatz, cuando cursaba su doctorado en la Universidad de Rutgers (EE.UU.) en Agricultura, en el laboratorio del famoso Dr. Selman A Waksman, a quién hasta la década de los años noventa, le fue atribuido este descubrimiento.
Es una historia muy triste, llena de controversias, que le trajo al joven Schatz sufrimiento, impedimentos para continuar con su trabajo científico y hasta tuvo que migrar a Chile para conseguir trabajo, en donde se dedicó a la docencia.
Aunque fue reivindicada la autoría del Dr. Albert Schatz a lo largo de su vida e incluso reconocida por la Universidad de Rutgers, no fue sino hasta hace unos días cuando se muestra al público la prueba que define esta controversial historia. El corresponsal veterano y periodista británico Peter Pringle, quién se dedicó varios años a recolectar información sobre el hecho, en abril de este año, publica su libro Experiment eleven: Dark secrets behind the discovery of a wonder drug, editado por Walter & Company, y allí relata los hechos.
El descubrimiento lo hizo Albert Schatz, en el sótano del Departamento de Microbiología de los Suelos de la universidad, bajo la tutoría y jefatura de Selman Abraham Waksman. El estudiante trabajaba con las actinobacterias o actinomicetas, bacterias que viven en los suelos en donde juegan un papel muy importante en la descomposición de la materia orgánica. A este grupo pertenecen los géneros Streptomyces y Micobacterium. Muchas actinobacterias producen sustancias bactericidas, una de ellas es la actinomicina, el primer antibiótico aislado por Selman Abraham Waksman en 1940.
Tras interrumpir su postgrado porque fue reclutado a causa de la guerra, Schatz es enviado a un laboratorio de las Fuerzas Armadas de un hospital en Miami, donde palpa muy de cerca la muerte causada por infecciones, la más frecuente la tuberculosis. A los 5 meses le dan la baja y regresa a la universidad para terminar su doctorado, con la firme disposición de encontrar un antibiótico para curar la tuberculosis y otras infecciones que no cedían al tratamiento con la penicilina o sulfonamidas, así lo narra Verónica Mistiaen, en The Guardian (2002).
El joven estudiante fue enviado a trabajar al sótano, donde nunca fue visitado por su tutor, para evitar el contagio ya que utilizaba en sus experimentos la cepa muy virulenta y muy contagiosa que causaba la tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis). Crecía las bacterias en cápsulas de petri y les agregaba las sustancias bactericidas para ver si inhibían el crecimiento del M. tuberculosis.
Para agosto de 1943, trabajaba con dos cepas bacterianas de Streptomyces griseus, una proveniente del suelo y otra de un pollo. El 19 de octubre de 1943, durante el desarrollo del experimento 11, de allí el nombre del libro de Pringle, se dio cuenta de que tenía un nuevo antibiótico derivado del Streptomyces griseus, al que llamó estreptomicina. El antibiótico había funcionado contra el M. tuberculosis. Luego procedieron con las pruebas de toxicidad y eficacia en animales y con los ensayos clínicos en humanos, en los cuales participaron investigadores de la Clínica Mayo en Rochester.
Mientras el estudiante continuaba trabajando en el sótano para producir la estreptomicina, Selman Waksman se dedicó a visitar hospitales y dar conferencias en el mundo entero sobre su nuevo descubrimiento. Si bien Schatz aparece en las publicaciones, en su recorrido Waksman no mencionaba a su estudiante ni decía que Schatz era el descubridor de la estreptomicina. A veces creaba confusión intencionalmente para tomarse el crédito, de manera que se fue creando una atmósfera que le atribuyó a Waksman este hallazgo que benefició tanto a la humanidad. La tuberculosis era considerada una enfermedad terrible hasta que apareció la estreptomicina.
Cuando Schatz cae en cuenta de este grave error, trata de cambiar la situación con su tutor pero no lo logra y deja la universidad. Cuando se da cuenta de que Waksman cobraba royalties por la patente, cuyos derechos pertenecían a ambos y supuestamente habían sido donados a la universidad, hecho cierto a medias, Schatz decide emprender una demanda contra Waksman y la universidad para reclamar sus derechos.
Este hecho trajo una imagen muy mala para la universidad y terribles consecuencias para el futuro de la carrera de Albert Schatz. Llegaron a un acuerdo extrajudicial donde se reconocía la co-autoría de Schatz y le pagaron algo por los derechos de autor, pero el daño ya estaba hecho. Pocos investigadores se alinearon con él y el escándalo impidió que consiguiera trabajo como científico en EE.UU. En la década de los años sesenta se muda a Chile donde trabaja como profesor en la Universidad de Chile.
En 1952, le otorgan el Premio Nobel a Waksman por su descubrimiento de la estreptomicina, un antibiótico que salvó muchas vidas en el mundo. Schatz reclama pero no es oído por el comité, quienes nunca reconocieron su error. En el discurso de aceptación, Selman Waksman no mencionó el nombre de su estudiante.
Esto trae a la memoria, la ocasión cuando Enders, Weller y Robbins ganaron el Premio Nobel en 1954 por haber crecido el virus de polio en cultivo celular, lo que permitió el desarrollo de la vacuna de polio. Enders, el jefe del laboratorio en la Universidad de Harvard, cuando lo llaman de Estocolmo para comunicarle que había sido galardonado con el Nobel respondió que solo aceptaría si incluían a quienes habían realizado el trabajo… y fue complacido.
La autoría de Schatz fue reconocida en 1991 con el trabajo de Milton Wainwright, quién decidió hurgar en esta historia y publicarla. Fue el primer reporte publicado sobre esta injusticia. En 1993, Schatz publica «La verdadera historia del descubrimiento de la estreptomicina» y, en 1994, en el cincuentenario del descubriendo de la estreptomicina, la Universidad de Rutgers le concede su máximo galardón, la medalla de Rutgers, a los 74 años; tras lo cual, Schatz comenzó a trabajar por cambiar la historia de la estreptomicina en instituciones, internet, exposiciones y publicaciones. Por ejemplo, en ocasiones en internet reseñan: “con el tiempo le acreditaron a Albert Schatz el descubrimiento de la estreptomicina”.
Empero, Schatz tenía pensado, así lo relata Verónica Mistiaen, escribir su historia. Pero hasta que conoció a Inge Auerbacher, una judía nacida en Alemania que vivió el horror de “La noche de los vidrios rotos”, no lo hizo. De hecho, esta biografía fue publicada en 2006, un año después de la muerte de Schatz ocurrida en enero de 2005, bajo el título de Finding Dr. Schatz: The discovery of streptomycin and a life it saved.
Inge Auerbacher es una sobreviviente del holocausto que vive en Nueva York. Es una investigadora con postgrado en bioquímica y tiene varios libros publicados. Ella se entera por una publicación en 1997, que Albert Schatz era co-descubridor de la estreptomicina, la droga milagrosa que la salvó de la tuberculosis cuando trataba de sobrevivir en un campo de concentración en Checoslovaquia. Ella relata en el prólogo de su libro que siempre había querido conocer a Selman Walkman por haberle salvado la vida pero había muerto en 1973. En ese momento decide conocer a Schatz y nace una bella amistad que dio a luz el libro que relata la vida de ambos y donde, además, investigadores y amigos le rinden un tributo a Schatz.
Sin embargo, es ahora cuando se consigue la prueba que resuelve esta controversia. Peter Pringle fue hasta los archivos de la biblioteca de la Universidad de Rutgers y con la ayuda de la especialista Erika Gorder encontró las notas de Schatz, donde aparece el experimento 11 con la descripción detallada de su hallazgo. Los cuadernos de Schatz que contenían estas notas fueron encontrados en las cajas junto a los documentos de Waskman, casi 70 años después. El libro Experiment eleven narra el controversial incidente de la estreptomicina, su comercialización y la injusticia cometida por el comité del Premio Nobel.
El profesor e investigador de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, Peter Lawrence, quién escribió sobre esta controversia en la revista Nature en 2002, comenta en una reseña del libro de Pringle publicada en la revista Current Biology, que “Waskman se merecía la co-autoría porque fue un líder, desarrolló la línea de investigación sobre el asilamiento de los antibióticos del suelo antes de que llegara Schatz, fue el que organizó la colaboración con los investigadores de la Clínica Mayo para las obtener las cepas y hacer pruebas clínicas y fue el que arregló la comercialización del antibiótico con Merck; Waksman hacía la política y el joven Schatz la investigación y purificación del antibiótico”.
La verdad no se puede ocultar por siempre. El tiempo siempre se encarga de encontrarla, aunque sea después de la muerte.
Irene Pérez Schael
28 Comentarios
Jose Luis quintero
Otra historia que corrobora la idea Einstein acerca del carácter infinito de la estupidez humana y la letra de una canción de drexler donde nos describe como «un animal prodigioso con la delirante obsesión de querer perdurar».Gracias por escribirlo y difundirlo.Abrazos.
Marianela Castés
Felicitaciones Irene. Me encantó tu artículo, porque trayendo la triste historia de Schatz y su descubrimiento de la estreptomicina, te adentras en la humanización de la ciencia y sus científicos. Con sus grandes logros en beneficio de la gente y sus miserías humanas como todos. Me encantan las historias personales, sigue brindándonos otras que encuentres por allí.
Mari Luz
No sabía yo nada de esta historia sobre quién había descubierto la estreptomicina, que salvó la vida de un hermano que padeció tuberculosis avanzada, con cavernas y siembra en los dos pulmones, a principios de los años 50; le pusieron 40 gr. en inyectables y se curó…cosa que no pudo hacerse con nuestro padre, que había fallecido de la misma enfermedad en 1947, por no existir este fármaco aún en España… Me causa gran pena la injusticia cometida con el estudiante que lo descubrió, y me alegro de que aún pudiera vivir cuando se le reconoció y se escribió sobre ello proclamándolo a todo el mundo que quisiéramos saber la verdad…Me duele profundamente el comportamiento del doctor que se llevó todos los laureles, y los disgustos y luchas en la vida del buen estudiante que puso tanto empeño y aquel no compartió con él su premio, ni siquiera nombró, llevándose solito todos los méritos.
Me alegro de haberme enterado, por fin, de cómo fue todo sabiendo que Schatz fue el «verdadero» descubridor de la estreptomicina.
Inocente Alvarez
No conocía de esta historia muy buena y de gran valor, me interese en este medicamento porque en mi juventud allá en Cuba años 195….y teniendo un gripe muy fuerte me inyectaron este medicamento el cual me afecto los nervios auditivos de ambos oídos los cuales hoy en día ya van por el 95% de perdida auditiva, mi vida fue afectada sobremanera mente mal, tanto en los estudios , trabajo y mi vida intima
José Gros-Aymerich
Hola: en la polémica sobre el descubrimiento de la Estreptomicina, si fue Schatz o Waksman el autor, habría que considerar que si ya en 1940 Waksman había descubierto la Actinomicina, un producto que se utilza hoy contra el cáncer, es que Waksman conocía la técnica de búsqueda y detección de antibióticos. ¿Se puede poner al mismo nivel a quien ha desarrollado una técnica, y al técnico de laboratorio, aunque sea titulado, que siguiendo las pautas que le enseñaron, hace un nuevo descubrimiento? Las cosas no estarían tan claras a favor de Schatz y en contra de Waksman, si bien no es bueno desentenderse de quien trabaja para alguien en un lugar penoso, y con materias peligrosas. Quien comenzó a trabajar en ese entorno conocía las circunstancias y los grandes peligros de manipular bacilos de una enfermedad contagiosa y potencialmente mortal como la tuberculosis, pero este conflicto está resuelto en los contratos y la jurisprudencia sobre derechos de autor y patentes, si alguien hace un descubrimiento en el laboratorio de una empresa que le paga adecuademente o según lo acordado, o hace un invento patentable, todos los derechos de propeidad intelectual pertenecen al empresario, quizás más todavía en este caso en que el descubridor material no ha hecho otra cosa que seguir unos procedimientos establecidos por otro u otros antes de entrar el o ella en la empresa. Las empresas o los cabezas de los departamentos de hospitales o universidades suelen recompensar a quienes de hecho hicieron el descubrimiento, pero en este caso concreto parece que las quejas de Schatz debieron limitarse a lo inaceptable de su lugar y condiciones de trabajo, según las normas publicadas, por ejemplo, en la enciclopedia de medicina, higiene y seguridad en el trabajo, de la OIT.
La sensibilidad a la toxicidad para el oído interno de la estreptomicina parece tener una base genética, y no era raro, en los primeros años de uso de antibióticos tóxicos, que los médicos lo olvidasen o no lo conociesen suficientemente al hacer una prescripción, una familiar mía tiene los dientes con mal color por haber recibido tetraciclinas por vía oral en la infancia, y cuando en España lanzaron el antibiótico antitumoral: ‘Adriamicina’, (Doxorubicina, se llama así porque en EEUU lo vendían los laboratorios: ‘Adria’), la fuerza de ventas del laboratorio hizo propaganda a los médicos generalistas del seguro de enfermedad, y a uno se le ocurrió hacer poner, para unas ‘anginas’, una inyección intramuscular de ese producto, que es como un cáustico, solo se puede inyectar en una vena con alto flujo, con consecuencias catastróficas, como era de esperar. Gracias, + salut
Mirador Salud
Estimado José, gracias por su opinión. Gran parte de lo que usted dice es cierto, sin embargo, creo que Waksman cometió varios errores. Primero, aunque fuera el gran jefe y desarrollador de la técnica, el alumno que hizo toda la parte experimental e incluso sin que su tutor hubiera ejercido su tutoría a cabalidad como le correspondía, debió incluirlo en los derechos de la patente, como corresponde y más si ésta iba a ser donada a la universidad.Como científico conozco de cerca ese tema. Segundo, Schatz ha debido recibir también el premio nobel, pero, en el caso de que no ocurriera como efectivamente sucedió, ha debido mencionarlo en el discurso, y no lo hizo. En el artículo cuento la anécdota de Enders, Weller y Robbins, muy ilustrativa al respecto. Tercero, la intención de Waksman fue ocultar, olvidar o eliminar la participación del alumno para que los méritos se los llevara el solito. Tres errores éticos imperdonables para mí, aunque en aquellos tiempos «el jefe fuera el gran jefe». Reciba las gracias y mis saludos. Irene
Gerardo Carazo
Estoy de acuerdo con Irene. Soy egresado de Ingeniería Agronómica. Y, la verdad, aunque no para toda persona, poco confío en profesionales de cierta posición. La humildad debe prevalecer,pero al ser humano lo vence el super-ego. Gracias
Mirador Salud
Gracias Gerardo
Siempre existirá la injusticia y lo adecuado es informar sobre ella. Pero, por eso no debemos volvernos incrédulos…
Saludos
Irene
urquiola@gmx.com
Si Schatz recibe o no el premio Nobel es cosa de la fundación Nobel, que tendrá sus políticas, sus comités, su presidencia…
Mejor escríbeles a ellos a ver qué dicen, o busca en su página los criterios. Los Nobel de medicina suelen ser a gente de laboratorio, ciencias básicas, que los hay que pasan toda su vida trabajando como hormigas, sin llegar a ningún descubrimiento trascedente; con el Nobel se premia un poco a toda la sufrida gente de laboratorio, porque es un trabajo tedioso, muy esclavo, sin satisfacciones inmediatas, con poco sueldo, y les cuesta la salud…
JGA
No estoy muy de acuerdo, me he limitado a describir las normas que hay y la práctica en este tipo de conflictos de autoria, sin entrar al tema de la moralidad o rectitud de esas pautas de conducta, de esa ‘ética’, que terroristas y traficantes de drogas tienen ‘ética’, costumbres de actuar, pero no moralidad.
Victoria Camps de la Universidad de Valencia tiene unos interesantes textos sobre historia de la ética.
Un ejemplo fácil de traer a colación, son los canteros, picapedreros, picapiedras, que hacen las piedras de las catedrales, pero el edificio lo firma el arquitecto.
Los hay que ponen sus iniciales o una ‘marca’ en los cantos, pero su trabajo suele quedar anónimo.
Puede que el laborante que, bajo instrucciones de Waksman, en el laboratorio de Waksman, y con materiales proporcionados por Waksman, descubrió la estreptomicina, quisiera un pellizco o mordida, un mayor reconocimiento de su trabajo, pero lo tenía crudo.
Muy agradecidos a Waksman y Schatz, que la estreptomicina ha salvado a mucha gente.
Como detalle curioso, Fleming descubrió la penicilina en los años 20, pero ocultaron el descubrimiento como ‘secreto de guerra’, la II GM debía estar planificada.
La película: ‘El tercer hombre’, sobre el contrabando de penicilina falsa en la Viena de posguerra sigue siendo digna de verse.
Gesund +
Maria Sanz
En los años 1970 en España, ya se sabía que la Estreptomicina atacaba al nervio auditivo, y sin embargo a mi me lo dieron cuando ya lo estaban retirando del mercado. Hizo mucho daño y eso no lo cuentan demasiado en los medios. Anularon toda mi vida desde mi infancia….
Mirador Salud
Gracias por su comentario, sin embargo, el propósito de este artículo fue relatar una historia y no evaluar la droga. Siento mucho lo que le paso. Saludos Irene
Carlos Sáenz Valencia
A mi ocurrió lo mismo cuándo tenía tres años 1952, el oído izquierdo quedó severamente dañado, obligándome a usar un audífono potente, el lado derecho, con un año menor. Mi escolaridad fué difícil. No pude ir a la Universidad por ese defecto (1970). Igual que Ud., arruinaron toda mi vida desde mi infancia hasta el día de hoy. Saludos.
Urquiola
A 2 de enero del 2021, la estreptomicina se sigue vendiendo en España para el tratamiento de la TBC….
Hubo una dihidroestreptomicina, hoy de uso veterinario, que añadía a la toxicidad sobre el sistema auditivo, toxicidad sobre los órganos que captan señales para mantener el equilibrio
Ignacio Monedero
Me dedico a la TB desde hace unos 12 años y creo que sigue sin hacerse justicia con el caso. La pena es que quizás Schatz, de haber seguido trabajando y apoyado en Estados Unidos, quizás hubiera descubierto aun más de lo que ya hizo. Y no hubiera pasado media vida amargado, como me contó un colega de la Universidad de Rutgers. Creo que Waskman pasará a la historia como un ejemplo de esa avaricia académica y científica que tanto daña. Contaré la historia en cada curso.
Mirador Salud
Gracias por su comentario. Sin embargo, los únicos que no hicieron justicia fueron los del Comité del Premio Nobel, porque hasta la universidad lo condecoró. Pero usted tiene mucha razón al decir que la ciencia perdió a un gran investigador y quizás muchas oportunidades gracias a este espantoso incidente.
Irene Pérez Schael
Felix Barrios M.
Gracias por este interesante articulo. no conocía mucho del tema en cuestión aunque si algo, del hecho de que algunos antiobióicos tienen un impacto directo en la disminución o trastorno irreversible de la capacidad auditiva. debo suponer entonces que a todos los que padecían esta terrible enfermedad y fueron tratados con la estreptomicina, aunque lograron recuperarse de la enfermedad perdieron entonces irremediablemente en mayor o menor grado su capacidad auditiva?
Mirador Salud
Gracias por su comentario. La estreptomicina el la década de los años 40 fue el primer antibiótico que podía curar la tuberculosis, una enfermedad que producía estragos en esa época. Y aunque es verdad que producía efectos colaterales como pérdida de la audición, también es verdad que salvó muchas vidas y no todas presentaron estos efectos. Por eso, años más tardes se desarrollo otro antibiótico, aminoglicósido, que no presentó dichos efectos. Pero en la ciencia ocurren este tipo de eventos que se van subsanando con el tiempo aunque siempre hay que evaluar el costo-beneficio, es decir cuantos presentan los efectos colaterales y cuantos se salvan o se curan. De todas maneras en esa época fue todo un acontecimiento por el cual le dieron al profesor más no al alumno el premio nobel.
Dra MariaRosadel Valle Arzagoytia
Excelente Articulo que debe ser difundido ampliamente.!!!
Mirador Salud
Muchísimas gracias María Rosadel
Saludos
Irene Pérez Schael
María Lucía Gurruchaga
A fines del año 50 mi madre – con meningitis tuberculosa – fue tratada con estreptomicina en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Le salvaron la vida. Quedó completamente sorda y con cuadriparesia. Tenía 26 años y tres hijas de 2 años, 1 año y la más pequeña de apenas 3 meses. Falleció en 1998.
Mi agradecimiento al Dr. Schatz por su descubrimiento.
Mirador Salud
Muchas gracias por tu comentario María Lucía. Este artículo ha sido muy leído y creo que es porque rescata a los verdaderos
héroes. Algunos hoy, todavía, dicen que realmente era al Jefe del Laboratorio a quién le correspondía el Nobel, una manera
de pensar de aquellos tiempos. Empero, es justo hacerse esta pregunta:¿por qué no incluirlo en el Nobel? La historia siempre
devela la verdad, aunque sea tarde.
Saludos
Irene
Urquiola
La estreptomicina produce sordera, pero la tetraparesia sería muy probablemente por otra cosa, puede que un aplastamiento vertebral por la propia TBC,…
Urquiola
¡Error! Si Selman Abraham Waksman estaba al frente del laboratorio, daba las instrucciones, proporcionaba el material de investigación, y se encargaría de que a Albert Schatz le diesen algo, al menos una beca ya tendría, no hay robo del descubrimiento por parte de Waksman, que de todas formas, entre hebreos anda el juego.
Cuando una empresa contrata un técnico, el contrato suele especificar que todo descubrimiento o patente que haga el contratado será propiedad de la empresa, y cuando no está especificado, suele ser la costumbre. Los canteros no firman los edificios, aunque solían firmar alguna piedra, es el arquitecto quien firma el edificio, otra vez cuestión de grado en el gremio. Sin embargo, como no todos los laborantes o los subordinados lo hacen igual de bien, las empresas o universidades suelen recompensar estos hallazgos con ascensos, aumentos de sueldo, de ‘fringe benefits’,…
Como decía un empresario norteamericano a un empleado: ‘What have you done for me recently?’, o la filosofía de Citroën: ‘El accionista es un tonto sinvergüenza, tonto, porque nos deja su dinero, sinvergüenza, porque pretende ganar dinero sin trabajar’ Mejor no remover esto de la estreptomicina.
Sí que es triste que haya mucha gente que diga que a Schatz, apellido más conocido en el mundo del psicoanálisis, casi siempre ‘un psicópata abusando de un neurótico’, le sigan presentando como víctima. Salut +
Mirador Salud
Sr. Urquiola
Gracias por sus notas, aunque las siento un poco emocionales y sepa usted que las emociones impiden percibir la realidad como es así como también imposibilitan el pensar y razonar. Por eso le recomiendo que lea los siguientes artículos en MiradorSalud:
¿Cómo funciona la mente?
https://miradorsalud.com/como-funciona-la-mente/
¿Por qué es tan difícil cambiar?
https://miradorsalud.com/por-que-es-tan-dificil-cambiar/
Una vez que haya leído estos artículos, por favor, vuelva a leer mi artículo sobre la estreptomicina y también los comentarios al mismo.
Aquí vienen mis comentarios a sus notas:
Usted tiene razón, en aquel momento, la autoría del descubrimiento constituyó una controversia porque la jerarquía pesaba mucho; mucha gente creía que el autor debía ser únicamente del jefe del laboratorio, amén de que los alumnos no tenían derecho a aparecer. Aunque, pienso que si era un profesor que dirigía tesis de doctorado, este caso iba contra la esencia de ser un profesor y de la universidad cuyas metas son enseñar y también estimular al alumno dándole confianza, seguridad y visibilidad para que sea un excelente científico en el futuro. Cosa que Waksman no cumplió, sino que más bien lo consideró como un técnico y no como un estudiante de doctorado, lo que le hizo muchísimo daño al científico que quizás hubiera descubierto muchas cosas más.
Esa manera de pensar cambió lentamente y con esfuerzo ya que es muy difícil cambiar de actitud por la manera cómo funciona la mente, descrito en los artículos recomendados. Creo Waksman murió creyendo que tenía la razón, aunque fuera un gran egoísta que solo quería figurar él. Es importante acotar que, para la década de los cincuenta, como se menciona en el artículo, ya habían ocurrido cambios, como se observa en la actitud del Dr. Enders cuando le anuncian que ganó el Premio Nobel y dijo que no lo aceptaba a menos que también se lo dieran a los que habían hecho el trabajo.
La autoría del descubrimiento no se debió discutir y fue reconocida posteriormente por la Universidad, hecho narrado en el texto, y también por Ignacio Monedero en su nota.
Sr. Urquiola, lo que resalta en su nota es la necesidad de reconocer la jerarquía sin importar el trabajo de los estudiantes o trabajadores, ni mucho menos ayudarlos a estimular la ambición para escalar más alto. Waksman solo quería sobresalir él y nadie más. No es una buena actitud para un profesor universitario.
Muy agradecida porque puso de nuevo en el tapete este artículo, uno de los más leídos y comentado.
Reciba mis saludos
juansalab@hotmail.com
Muchas gracias Irene por su excelente y bien documentada informacion sobre el real descubrimiento de la estreptomicina. En 1959 tuve un contagio en una visita hospitalaria y me diagnosticaron una tisis galopante. Tuve que guardar reposo riguroso durante 6 meses junto con tratamiento a base de estreptomicina (recien comercializada). Me recupere´ muy bien y rapidamente. En mi caso , sin ningún problema auditivo. Tengo cumplidos 80 y creo que debo buena parte de mi existencia a esta labor de los investigadores tan poco reconocida como es en este caso.
Mirador Salud
Gracias usted Juan por su comentario y me alegro mucho que le fue bien con la estreptomicina. Este artículo ha sido el más leído en los 9 años
que tiene MiradorSalud de existencia. Lo escribí porque, aunque reconozca que el jefe del laboratorio fue la base para que se hiciera esta investigación, su egolatría impidió el ascenso de la carrera científica de su ilustrado alumno Albert Schatz. Aunque reconocieron su hazaña con el tiempo, su carrera se truncó y no se sabe cuánto hubiera podido aportar ese inteligente muchacho quién trabajó en soledad para llegar a ese descubrimiento.
Gracias por su interés y nota porque siempre es bueno reconocer la realidad.
Mis sinceros saludos
Irene
Carlos Sáenz Valencia
¿Porque razón muchos médicos desde inicio de la década de los años 50 la llamaron «La Droga Maldita»?, por la gran cantidad de niños que quedaron – IRREMISIBLEMENTE SORDOS, YA SEA PARCIAL O TOTAL – (Mi caso que yo poseía un AUDICIÓN NORMAL, 5 AÑOS, pensando que tenía problemas psiquiátricos) hasta el día de hoy es tratada como DROGA PELIGROSA, que en gran parte de tratamientos se busca una ALTERNATIVA para el combate contra los infecciones estafilococos, sobretodo el Staphylococcus aureus.