A Sergio Antillano. La diversidad de la microbiota es crucial para la salud humana. La microbiota está formada por billones de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo. Su composición es distinta en cada persona, aunque existen perfiles comunes entre la población. La microbiota varía a lo largo de la vida, pues la alimentación, el entorno, los medicamentos de varios tipos, los antibióticos, la edad o el deterioro del sistema inmune, ejercen un efecto determinante sobre la misma. La microbiota empieza a crearse durante la gestación, en la que el feto está en contacto con los microbios de la madre particularmente al nacer, a través del canal de parto, y también a través de la lactancia. La microbiota vaginal materna proporciona al recién nacido una mayor variedad de microorganismos colonizadores encargados de potenciar y preparar el sistema inmunológico. Por ello se insiste en que el parto vaginal es lo ideal y la cesárea debe realizarse cuando sea realmente necesaria. Por su parte, la lactancia materna estimula el desarrollo de esa microbiota y por eso refuerza el sistema inmune del bebé y ayuda a restaurar el balance microbiano después de una cesárea.
El intestino humano está habitado por billones de microorganismos, bacterias, hongos, virus o levaduras, que componen un ecosistema dinámico implicado en la salud y la enfermedad. La composición de la microbiota intestinal es única para cada individuo y tiende a permanecer relativamente estable durante toda la vida, aunque se observan fluctuaciones transitorias diarias o temporales.
La dieta es un factor modificable clave que influye en la composición de la microbiota intestinal, lo que indica el potencial de estrategias dietarias terapéuticas para manipular la composición, diversidad del bioma y estabilidad microbiana. Por mencionar un ejemplo que citamos en MiradorSalud, se ha acumulado creciente evidencia de que la microbiota en el intestino de los pacientes con artritis reumatoidea está alterada con respecto a la microbiota de personas sin la enfermedad, (por ejemplo, tienen significativamente menos bifidobacterias y bacterias del grupo Bacteroides-Porphyromonas-Prevotella, del subgrupo Bacteroides fragilis y del grupo Eubacterium rectale – Clostridium coccoides), y que esto es responsable tanto de la patogénesis como de la progresión de la enfermedad, tema que continúa investigándose. Se proponen intervenciones dietarias suplementarias en el tratamiento de artritis reumatoidea.
Dieta, microbioma y riesgo de enfermedad
Las relaciones entre la dieta, el microbioma y el riesgo de enfermedad se investigan intensamente. Un estudio publicado en Nature Medicine, arroja luz sobre cómo nuestras dietas dan forma a nuestro microbioma y cómo nuestro microbioma, a su vez, influye en nuestro riesgo de enfermedad. Los investigadores estudiaron a más de 1.100 personas inscritas en PREDICT 1, un gran ensayo que analiza las respuestas individuales a los alimentos. Para ello utilizaron una técnica llamada secuenciación metagenómica para identificar, clasificar, medir y analizar el material genético de los microbiomas de los participantes del estudio. También recopilaron información detallada sobre la ingesta dietética a largo plazo de todos estos individuos para poder analizar sus patrones dietéticos, incluida la ingesta de diferentes grupos de alimentos y nutrientes. Además, recopilaron información de los participantes del estudio sobre una variedad de factores que se sabe que influyen en el metabolismo y el riesgo de enfermedades, incluidas las medidas de azúcar en sangre (glucosa), colesterol e inflamación, antes y después de las comidas. Finalmente, midieron algunos determinantes de salud personal de los participantes del estudio, incluida la edad, el peso, el índice de masa corporal (IMC), la grasa corporal y la presión arterial.
El estudio encontró que la salud del microbioma está influenciada por la dieta y que la composición del microbioma influye en el riesgo de resultados de salud. Se observó que microbios intestinales específicos estaban asociados con nutrientes específicos, alimentos, grupos de alimentos y composición general de la dieta. Las condiciones de salud como las enfermedades cardíacas, la diabetes tipo 2, la obesidad y la inflamación general parecieron verse más afectadas por los cambios en el microbioma influidos por la dieta. Por ejemplo, patrones dietéticos menos saludables (postres lácteos, carnes no saludables, alimentos procesados) respaldaron especies intestinales que se asociaron con medidas de azúcar en sangre, colesterol e inflamación que se asocian significativamente con un mayor riesgo de eventos cardíacos, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.
Por el contrario, un microbioma intestinal más diverso se vinculó con patrones dietéticos saludables (vegetales ricos en fibra como espinacas y brócoli, nueces y alimentos animales saludables como pescado y huevos), y se vinculó con mediciones relacionadas con un menor riesgo de ciertas enfermedades crónicas. Además, el estudio encontró que las grasas poliinsaturadas (que se encuentran en el pescado, las nueces, las semillas de calabaza, lino y chía, el girasol, el cártamo y los aceites de soja no hidrogenados) producen especies intestinales saludables relacionadas con un riesgo reducido de enfermedades crónicas.
¿Qué significan estos hallazgos? En primer lugar, el estudio demostró que comer más alimentos vegetales no procesados (frutas, verduras, nueces, semillas y cereales integrales) permite que el microbioma intestinal prospere. También son favorables algunos alimentos de origen animal, como el pescado y los huevos. Evitar ciertos alimentos de origen animal, como carnes rojas y tocino, productos lácteos y alimentos altamente procesados (incluso alimentos vegetales procesados como salsas, frijoles horneados, jugos o bebidas y postres azucarados) se asocia con que especies intestinales menos saludables colonicen el intestino. Los alimentos de origen vegetal procesados o ultraprocesados no se asociaron con grupos saludables de microbios intestinales.
Puede resultar útil pensar en términos de patrones dietéticos, en lugar de alimentos o grupos de alimentos individuales. Los patrones alimentarios que enfatizan los alimentos beneficiosos para el microbioma son los patrones dietéticos basados en alimentos integrales y vegetales. Estas incluyen dietas veganas (sin productos animales) y ovo-vegetarianas (vegetariana más huevos). El patrón de alimentación pescetariano, en el que el pescado blanco y azul son la fuente de proteína animal preferida también es bueno para el microbioma. Hacer hincapié en los alimentos vegetales mínimamente procesados permite que el microbioma intestinal prospere, brindando protección o disminuyendo el riesgo de enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, diabetes, enfermedades metabólicas y obesidad.
Efectos de las frutas y hortalizas en la microbiota intestinal
Recientemente, científicos del Instituto de Biotecnología Ambiental de Austria realizaron un sofisticado análisis genómico computacional, reconstruyendo 156 genomas bacterianos a partir de conjuntos de datos metagenómicos de frutas y hortalizas. Estas secuencias de ADN microbiano sirvieron como referencia para detectar bacterias derivadas de productos frescos dentro de metagenomas de heces humanas disponibles públicamente. Los investigadores también examinaron una cohorte longitudinal que rastreó muestras de heces infantiles durante tres años para evaluar la persistencia bacteriana. Los investigadores se sorprendieron al encontrar géneros bacterianos comunes que habitan tanto en productos vegetales frescos como en los intestinos de las personas. Los principales géneros de plantas detectados en los intestinos de los sujetos incluyeron Enterobacterales, Burkholderiales y Lactobacillales.
Se estimó que 2% de los microbios intestinales de los humanos provienen de las frutas y hortalizas consumidas. Aunque esta proporción sigue siendo baja en comparación con la comunidad bacteriana total, estos microbios de origen vegetales persisten durante años y proporcionan componentes esenciales para la salud como ácidos grasos de cadena corta, vitamina B12 y vitamina K. Su proporción minoritaria oculta un papel funcional importante: complementar los genes humanos y el metabolismo humano, mediante la producción de compuestos que promueven la salud.
Finalmente, el estudio demostró que comer más de 10 vegetales diferentes por semana, en comparación con una menor diversidad dietética, se asociaba con una mayor riqueza de especies intestinales. La exposición a bacterias a través del consumo regular de frutas y hortalizas tiene potencialmente un impacto beneficioso en la diversidad funcional de la microbiota intestinal. La edad del huésped, la frecuencia del consumo de vegetales y la diversidad de especies consumidas fueron factores que favorecieron una mayor proporción de las mismas.
En general, estos resultados proporcionan uno de los vínculos principales entre el microbioma humano y el microbioma ambiental. Este estudio reveló evidencia de que los microbios derivados de frutas y hortalizas pueden encontrarse en el intestino humano y contribuir a la diversidad del microbioma intestinal.
No se asuste, no estamos hablando de Salmonella, E. coli, Listeria, entre otras bacterias y microbios patógenos, que pueden ser vehiculizadas por las frutas y hortalizas por contaminación y malas prácticas agrícolas en su producción. De esas se encargan las buenas prácticas agrícolas, la higiene que usted tenga al preparararlas en el hogar (lavarlas muy bien sabiendo que no serán estériles), su sistema inmunológico, y su propia microbiota si es diversa y rica.
El Instituto de Microbiota, un centro internacional de conocimiento (hub), dedicado a la microbiota, destaca la importancia insospechada de los productos agrícolas como conductos vitales que siembran nuestros intestinos con bacterias ambientales, y sugiere que la conservación de plantas y suelos puede «sembrar» semillas para mejores futuros del microbioma global.
María Soledad Tapia
8 Comentarios
Alicia Ponte Sucre
Gracias querida Marisol. Un tema tan importante y tan relegado en nuestro país, especialmente por la imposibilidad de tantos de adquirir las hortalizas y las frutas, debido al costo tan elevado. Pero seguimos educando a nuestras poblaciones en salud alimentaria! Eres un ejemplo a seguir.
Mirador Salud
Gracias a ti Alicia, por tus siempre oportunos comentarios.Este, sin embargo, demasiado generoso. Las frutas y hortalizas son importantísimas. Esta faceta, de su contribución positiva a la microbiota, es sumamente interesante.
Muchas, muchas, gracias.
Jennifer Bernal
Tema a ser considerado en las políticas de alimentación y nutrición. Muy clara la redacción, Soledad.
Mirador Salud
Gracias Jennifer. En efecto, es un tema relevante que no se considera en ocasiones.
Recibe un abrazo.
Sergio Antillano
Mil gracias Marisol por ese clarificador texto. Valoro inmensamente tu usual esfuerzo por la divulgación de conocimientos basados en evidencias y tu permanente disposición a hacer didáctica de la ciencia y de tus saberes expertos.
Un abrazo
Agradecido
Mirador Salud
Muchas gracias a ti Sergio por traer a discusión temas tan interesantes.
LLegué a est Hub de microbiota por ti. Muy bueno.
Recibe el abrazo de siempre.
Marisol
Cecilia González Viloria
¡Profesora Marisol!
Gracias por este artículo tan interesante sobre la microbiota intestinal. Cada vez me sorprende y me maravilla más la urgencia, la necesidad de consumir frutas y hortalizas en aras de buscar una buena salud. No sabía con exactitud acerca de la transferencia de los microbios de la madre en el nacimiento del bebe a través de un parto normal. Todo se relaciona, absolutamente todo. Es sorprendente y maravilloso a la vez; además, pareciera que ese todo arranca de la alimentación. ¡Qué bueno mi profe!
Mirador Salud
Qué sorpresa tan grata saber de ti, Cecilia. Muchas gracias por tu comentario.
En efecto, todo esto es un mundo fascinante en el que la alimentación es protagonista principal (no de reparto :)..
Gracias nuevamente.
Marisol