Grecia está en las noticias. Ya lo estaba por su economía. Las negociaciones con el Eurogrupo de “los hombres de negro” del nuevo Gobierno ocupan ahora primeras planas. Pero asimismo, Grecia está en artículos científicos: A pesar de su arruinada economía, los griegos, pero también los turcos, y los ciudadanos de Chad, Sierra Leona, y Mali están entre las poblaciones que tienen las dietas más saludables de todo el mundo.
Todo esto de acuerdo a ‘The Lancet Global Health’ en un monumental estudio -financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates y por el Medical Research Council del Reino Unido- que sobre la premisa que “los patrones alimentarios saludables son una prioridad global para la reducción de enfermedades crónicas no transmisibles”- analiza la evolución de la calidad de la dieta en 187 países entre 1990 y 2010.
Los datos globales de este trabajo proporcionan las mejores estimaciones de las transiciones nutricionales que se dan en todo el mundo a la fecha, y señalan políticas y prioridades para reducir la carga que sobre la salud y las economías infligen los patrones alimentarios no saludables y de baja calidad.
Pero la mención a Grecia no es sólo esa. Un estudio realizado en la Universidad Harokopio de Atenas, que se presentará el 15 de marzo de 2015 en la Reunión Anual del Colegio Americano de Cardiología en San Diego, hace un seguimiento del riesgo de enfermedad cardiaca durante once años (entre 2001 y 2012), en más de 2.500 griegos con edades entre 18 y 89 años, relacionando este riesgo con los hábitos alimentarios, estilos de vida, y estado de salud general de los participantes.
Estudios anteriores han demostrado que una dieta mediterránea – que es rica en frutas, hortalizas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales y granos enteros; el empleo de aceite de oliva como fuente principal de grasa; un consumo moderado de pescado, marisco, aves de corral, productos lácteos (yogur, quesos) y huevos; el consumo de pequeñas cantidades de carnes rojas y aportes diarios de vino consumido generalmente durante las comidas- se asocia con menores índices de sobrepeso y obesidad, presión arterial y niveles de colesterol en sangre más bajos y un menor riesgo enfermedades del corazón, y de diabetes, prevención del deterioro cognitivo, entre otros.
En el estudio griego se encontró que casi el 20% de los hombres y el 12% de las mujeres participantes, desarrollaron o murieron a causa de enfermedades del corazón. Quienes siguieron un patrón alimentario más cercano a una dieta mediterránea eran un 47% menos propensos a desarrollar enfermedad cardíaca que quienes no tenían este patrón de alimentación, siendo este resultado independiente de otros factores de riesgo para las enfermedades coronarias, como edad, sexo, antecedentes familiares, nivel educativo, índice de masa corporal, tabaquismo, hipertensión, diabetes e hipercolesterolemia.
Se encontró igualmente que seguir una dieta mediterránea fue un factor protector contra la enfermedad cardíaca más importante que la actividad física. Otro dato importante obtenido fue las mujeres tendían a seguir la dieta mediterránea mejor que los hombres.
Los autores están conscientes que los participantes del estudio viven en Atenas y sus alrededores, y por lo tanto, los resultados no necesariamente reflejan la realidad de las zonas rurales.
Sin embargo, haciendo una generalización, se podría esperar que los hábitos lejos de la ciudad sean mejores. Por ejemplo, en el primer estudio mencionado, la calidad de la dieta de los países africanos se atribuye probablemente a la falta de acceso a alimentos preparados, ultra-procesados, y de comida rápida, factores clásicos de la transición nutricional, y la de Grecia y Turquía, a su apego al patrón mediterráneo.
Uno de los investigadores griegos, el Dr. Georgousopoulou, comenta que ya que la dieta mediterránea se basa en grupos de alimentos que son bastante comunes o fáciles de encontrar, la gente de todo el mundo podría adoptar este patrón alimentario y ayudar a protegerse contra enfermedades del corazón a un costo muy bajo.
Ojalá fuese esto cierto Dr. Georgousopoulou. Las poblaciones de otras latitudes podrían hacer aproximaciones que reemplacen las tradiciones mediterráneas, y donde no haya, pues se adoptan No obstante, para los venezolanos, esto se está haciendo cada vez más difícil cuando un litro de aceite de oliva extra virgen podría llegar a costar casi la mitad de un sueldo mínimo.
No podemos dejar de mencionar otro gran artículo de investigadores griegos publicado en 2004 en el New England Journal of Medicine, con 22.043 adultos griegos que completaron un extenso cuestionario de frecuencia de alimentos y se midió su adhesión a la dieta mediterránea tradicional mediante una escala de 10 puntos. Durante un promedio de 44 meses de seguimiento, hubo 275 defunciones. Se evaluó la relación entre la adhesión a la dieta mediterránea y la mortalidad total, así como la mortalidad por enfermedad coronaria y por cáncer, con ajuste por edad, sexo, índice de masa corporal, nivel de actividad física. Gran resultado: Se encontró que a mayor adhesión a la dieta mediterránea tradicional había una asociación mayor con una reducción significativa de la mortalidad total.
¿Patrones mundiales de alimentación saludable o no?
Es interesante conocer en el primer gran estudio, cómo se determinó la calidad de la dieta en cuanto a si era saludable o no. Los investigadores evaluaron el consumo mundial de alimentos y componentes claves de la dieta (alimentos y nutrientes) por región, país, edad y sexo en 1990 y en 2010. Los datos de consumo se evaluaron a partir de 325 encuestas (71,7% representativas a nivel nacional) que cubren 88,7% de la población adulta mundial. Se evaluaron patrones de dieta que reflejasen un mayor consumo de alimentos/compuestos saludables y patrones basados en un menor consumo de siete alimentos/compuestos poco saludables.
El equipo internacional examinó tres patrones de dieta diferentes: uno favorable basado en 10 alimentos /componentes saludables: frutas, hortalizas, frijoles y legumbres, nueces y semillas, granos integrales, leche, ácidos grasos poliinsaturados totales, pescado, omega-3, y fibra dietética; otro desfavorable, definido por siete elementos no saludables: carnes no procesadas, carnes procesadas, bebidas endulzadas con azúcar, grasas saturadas, grasas trans, colesterol dietético, y sodio; y un patrón general de dieta basada en los 17 grupos de alimentos juntos. Los investigadores calcularon una puntuación para cada patrón y evaluaron las diferencias por país, edad, sexo, y el ingreso nacional. La puntuación más alta indicaría una dieta saludable (rango 0-100).
Grandes resultados: A nivel mundial, el consumo de alimentos saludables como frutas y verduras ha mejorado durante las últimas dos décadas, pero en la mayoría de regiones del mundo, ha sido superado por el aumento de la ingesta de alimentos poco saludables, incluyendo carnes procesadas y las bebidas azucaradas.
Las poblaciones en algunas de las regiones más ricas del mundo, como EE.UU., Canadá y Australia, siguen las dietas más pobres en cuanto a calidad debido a su elevado consumo de alimentos poco saludables. Por otro lado, países en el Africa sub-Sahariana y algunos países en Asia, como China e India no han presentado mejoras en la calidad de sus dietas en los últimos 20 años. Países de Europa central como algunos de la Antigua Unión Soviética como Uzbekistan, Turkmenistan,y Kyrgyzstan, obtuvieron bajas puntuaciones para en cuanto a consumo de alimentos saludables.
América Latina como un todo, no tiene las dietas más saludables, encontrándose que los patrones dietarios a menudo varían considerablemente entre países vecinos. Así, los patrones dietarios a base de alimentos sanos son pobres en Argentina, pero moderados en Brasil. Venezuela está cercana a Brasil en este grupo, mientras que los hábitos alimentarios basados en un menor número de renglones no saludables son muy pobres en Brasil pero moderados en Argentina. Aquí Venezuela acompaña a Argentina.
Una de las grandes conclusiones es que hay una necesidad particularmente urgente de centrarse en la mejora de calidad de la dieta de las poblaciones más pobres. Si no se hace algo, y pronto, la desnutrición será eclipsada rápidamente por obesidad y las enfermedades no transmisibles, como ya se está viendo en la India, China y otros países de ingresos medios.
Nota final: Los problemas económicos de Grecia parecen no haber afectado significativamente hasta ahora la calidad de la alimentación de los griegos. Hay que seguir de cerca el preocupante “caso Venezuela”, pues la escasez de alimentos sanos y económicos generalmente es uno de los factores subyacentes a la seguridad alimentaria y a la obesidad.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve