El condado de Rockland en el estado de Nueva York – USA declara emergencia por brote epidémico de sarampión.
En el Condado de Rockland del estado de Nueva York en los Estados Unidos, las autoridades han prohibido circular en los espacios públicos a niños no vacunados debido a que han ocurrido 153 casos de sarampión. De acuerdo al CDC, hasta el 21 de marzo se habían reportado en ese Condado la mitad de todos los casos en el país (314). La sanción por violar esta orden corresponde al pago de una multa de US$ 500 y hasta 6 meses de prisión. Autoridades del Condado han comentado: “Esta es una crisis de salud pública y es hora de hacer sonar las alarmas”. Otros brotes han ocurrido en los estados de Washington, California, Texas e Illinois.
¿Censura o responsabilidad social? ¿Cómo se debe catalogar el hecho de que Amazon saque de circulación aquellos libros que difundan información falsa sobre las vacunas? Ante la restricción de libertad de circulación en Rockland, esta pregunta es inevitable además de interesante. La responsabilidad social implica algunas restricciones de la libertad por el bien de la salud pública. Igualmente, las redes sociales pueden ser un factor de difusión de falsa información acerca de las vacunas; por ejemplo, se acaba de publicar la noticia sobre un adolescente que decidió desobedecer a su mamá que no quería que se inmunizara (anti-vacunas) y se vacunó. Pero, además, expuso su caso en el Congreso y dijo que la fuente de esta desinformación fue Facebook.
Semanas atrás, este problema, extendido en varias regiones del mundo, fue analizado en MiradorSalud. Hay que agregar, que en lo que va de año, las noticias sobre vacunas están inundadas sobre denuncias y sucesos acerca de la baja cobertura de inmunización en países desarrollados y los problemas que esto acarrea en la sociedad.
¿Qué ha sucedido últimamente con la vacuna contra la malaria?
En estos momentos la lucha mundial contra la malaria se ha estancado. Las muertes por malaria o paludismo venían descendiendo (52% de reducción) desde el 2000 cuando fallecieron 839.000 personas a 438.000 en 2015; mientras que en 2017 ocurrieron 435.000 muertes con una reducción de 3.000 casos desde el 2015, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de estas muertes son en niños africanos. Es decir, las muertes por malaria, causadas por el parásito del género Plasmodium, cuyas especies más frecuentes son el P. falciparum y el P. vivax, no han disminuido en los últimos dos años.
Venezuela, un país donde el paludismo se había casi erradicado en la década de los sesenta, presenta una situación alarmante ya que en 2017 mostró un aumento de episodios de 71%, representando esta casuística más del 30% del total en América.
Entre los factores que impiden el control de la enfermedad se encuentra el aumento de la resistencia de los mosquitos transmisores a los insecticidas. Igualmente, en el sur de Asia, el parásito se ha hecho resistente a la artemisinina utilizada en su tratamiento, es decir, el parásito ha mutado. Esto, aunado a la complejidad del ciclo de vida del Plasmodium complica extraordinariamente el control de la enfermedad.
Las vacunas podrían cambiar el rumbo de esta situación al depender menos de los programas para el control del paludismo implementado por los gobiernos como serían el uso de insecticidas contra el mosquito en distintas formas, la aplicación de tratamientos combinados y la utilización de pruebas diagnósticas.
Hasta el momento, la vacuna más cercana a una realidad exitosa es la desarrollada por GlaxoSmithKline (GSK) contra P. falciparum, llamada Mosquirix (RTS,S/AS01), la cual fue aprobada por la European Medicine Agency (EMA) en julio de 2015. Sin embargo, esta vacuna ofrece una baja eficacia (26% -50%) y de corta duración, aunque la amplia prevalencia de la enfermedad justifica su utilización.
Un hallazgo importante para esta vacuna fue la evidencia de nuevos datos en relación a la modificación de la concentración y esquema de administración de las dosis. El cambio consistió en dar la tercera dosis a los 6 meses después de la primera en lugar de aplicar las 3 dosis en intervalos de un mes, y reducir la concentración de la tercera dosis al 20%. La eficacia alcanzada en el grupo donde aplicaron el esquema modificado llegó a 86%. Sin embargo, hay que estudiar cuales mecanismos inmunes intervienen en una mejor protección cuando se retrasa y reduce la concentración de la dosis final. Para dilucidar este factor, para 2019 se está planificando un lanzamiento piloto de esta vacuna en ciertas áreas de Ghana, Kenia y Malawi que abarca una población de 750.000 niños pequeños y que será coordinado por la OMS.
Existen más de una decena de vacunas en desarrollo y casi todas son las llamadas pre-eritrocíticas dirigidas al esporozoíto completo o a subunidades como la Mosquirix, a hepatocitos parasitados (etapa hepática), al merozoito en la sangre o a los eritrocitos infectados (etapa sanguínea) o aquellas que impactan el ciclo de vida del parásito en el mosquito o vector bloqueando el desarrollo de esporozoítos y la transmisión de la infección, estas últimas vacunas bloquean la transmisión de una persona infectada a una sana, disminuyendo así el riesgo de enfermarse con paludismo.
Uno de los nuevos enfoques es el desarrollo de anticuerpos monoclonales (mAb), más afines y específicos para el antígeno. Otra estrategia emergente en el campo de la ingeniería molecular, recién publicada, es la unión de un adjuvante con el antígeno donde el éste estimula al sistema inmune y el adjuvante activa las células T específicas. En el caso de la malaria se utilizó de un copolímero sintético de tipo glico-adjuvante (Man-TLR7) que cuando se une al antígeno (proteína circumesporozoito de P. falciparum), provoca una inmunidad humoral y celular robusta. Nuevas y novedosas estrategias para desarrollar una vacuna efectiva contra la malaria han sido publicadas en este año.
La malaria se ha propagado durante miles de años en la población. Se conoce que ha existido desde hace 4000 años. Durante ese tiempo el parásito a evolucionado constantemente y aunque se ha avanzado mucho en su control, pero, dado a lo complejo de la situación, indefectiblemente se plantea seguir trabajando intensamente en el desarrollo de vacunas, así como en la creación de nuevos medicamentos, insecticidas y pruebas diagnósticas rápidas. Es igualmente importante continuar estudiando al parásito ya que el mismo representa un desafío por su complejidad, hecho que ha incidido en el lento desarrollo de vacunas.
Irene Pérez Schael