Hace poco debí traducir un artículo corto del Dr. George A. Bray, del Departamento de Obesidad Clínica del Pennington Biomedical Research Center of Louisiana State University, escrito para el Boletín Global de Frutas y Hortalizas. El artículo completo, endosado por la Sociedad Endocrina, discute las implicaciones perjudiciales para la salud -y la discapacidad social- asociadas al exceso de grasa corporal. Además, se alinea con la argumentación en curso sobre si la obesidad es una enfermedad, tal como se discute en la Declaración de Posición de la Federación Mundial de Obesidad. Deseamos compartir todo ello con nuestros lectores de MiradorSalud.
El artículo considera visualizar a la obesidad desde la perspectiva de un modelo epidemiológico, como un proceso crónico de enfermedad reincidente, con un agente que afecta al huésped y produce la enfermedad. El alimento es el agente principal, particularmente los alimentos que tienen una alta densidad energética, como las grasas o las bebidas azucaradas.
Entonces, una abundancia de alimentos, una reducida actividad física y varios otros factores ambientales, interactúan con la susceptibilidad genética del huésped para producir un balance energético positivo que resulta perjudicial.
Enfermedades y complicaciones relacionadas con la obesidad.
La mayoría de este exceso de energía se almacena en forma de grasa en células agrandadas y, a menudo más numerosas, pero algunos lípidos pueden infiltrarse en otros órganos como el hígado (grasa ectópica).
Las células de grasa agrandadas y la grasa ectópica producen y segregan una variedad de productos metabólicos, hormonales e inflamatorios que ocasionan daño en órganos como las arterias, el corazón, el hígado, los músculos y el páncreas.
La magnitud de la obesidad y sus efectos adversos en individuos pueden relacionarse con la virulencia o toxicidad del medio ambiente y su interacción con el huésped. Por lo tanto, la obesidad se ajusta al modelo epidemiológico de un proceso patológico, excepto que el agente tóxico o patológico es un alimento y no un microbio. Revertir la obesidad evitará la mayoría de sus efectos perjudiciales.
La obesidad también produce discapacidad por la apariencia externa y la carga extra de peso sobre huesos y articulaciones. Tanto el cáncer endometrial como el de mama, por ejemplo, está relacionado con la hormona femenina estrógeno, que se puede producir en las células grasas, y a más grasa, más estrógeno. Esto es particularmente cierto después de la menopausia cuando la grasa corporal se convierte en la principal fuente de estrógeno. Las demandas metabólicas que derivan de tener más grasa exacerban el riesgo de diabetes al aumentar la demanda de insulina. Reducir el peso corporal reduce el riesgo de desarrollar diabetes en individuos con «prediabetes» y aumenta la probabilidad de revertir la diabetes a la normalidad en cuanto a tolerancia a la glucosa.
Que la obesidad es un problema crónico que con frecuencia reincide después del tratamiento es bien conocido. En efecto, este concepto fue sugerido hace más de 250 años por Malcolm Flemyng, un médico inglés en el siglo XVIII, que dijo: «La corpulencia, cuando ocurre en un grado extraordinario, se puede considerar una enfermedad, porque en alguna medida obstruye el libre ejercicio de las funciones animales; y tiene una tendencia a acortar la vida, allanando el camino a peligrosas enfermedades.
Aunque esta frase no es una que podríamos usar hoy en día, el sentimiento es el mismo: la obesidad es un proceso de enfermedad. Cincuenta años después, en 1816, William Wadd, un cirujano británico tomó el “testigo” de nuevo con esta declaración: «La grasa… cuando en exceso -equivalente a lo que puede llamarse OBESIDAD – no es solo en sí misma una enfermedad, sino que también puede ser la causa de muchos efectos fatales, particularmente en los trastornos agudos.”
El documento de posición de la Federación Mundial de Obesidad sienta las bases para que los profesionales de la salud puedan ayudar a las personas con obesidad a lograr un peso más saludable.
Esta importante declaración de posición prosigue el camino marcado por la Asociación Médica Americana y varias otras sociedades profesionales que afirmaron en 2013 que “la obesidad es una enfermedad». La declaración de la Federación Mundial de Obesidad extiende esta idea centrándose en el «proceso» por el cual la obesidad puede producir sus muchos efectos perjudiciales señalando su naturaleza crónica y recidivante.
No elegimos ser obesos
Según Bray, en la declaración hecha por la Federación Mundial de Obesidad, falta una idea importante y es el hecho de que la obesidad es un «estado estigmatizado». Nadie decide voluntariamente que quiere ser «obeso», ya que las personas con obesidad a menudo son observadas con burla por los demás en nuestra sociedad. Los niños con obesidad son a menudo víctimas de bullying.
Este concepto de obesidad como un estado estigmatizado ha permeado incluso el campo de la investigación de la obesidad. Está muy extendida la idea de que si las personas con obesidad no fueran tan débiles de voluntad, sus problemas se resolverían. Esta idea también ha sesgado a muchos profesionales de la salud que ven la obesidad como una responsabilidad personal, si no moral.
La pérdida de peso es la clave para prevenir la mayor parte de los efectos perjudiciales de la obesidad.
La idea detrás de centrarse en la naturaleza de «recaída crónica» de este proceso de la enfermedad es proporcionar un enfoque nuevo y más apropiado para el concepto de que la obesidad es una bomba de tiempo que amenaza con exacerbar aún más importantes problemas de salud como la diabetes y las enfermedades del corazón.
La buena noticia es que la pérdida de peso puede alargar la vida, reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares, reducir el riesgo de desarrollar diabetes y el problema de la enfermedad del hígado graso no alcohólico. La reducción del riesgo de desarrollar diabetes entre las personas que tienen un alto riesgo de diabetes puede ocurrir con una pérdida de peso de solo el 5%. Mayores pérdidas de peso, del 10% o más, pueden reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
La obesidad está asociada y contribuye a una vida más corta, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad cardiovascular, algunos tipos de cáncer, enfermedad renal, apnea obstructiva del sueño, gota, osteoartritis y enfermedad hepatobiliar, entre otras.
La pérdida de peso reduce todas estas enfermedades de una forma relacionada con la dosis: cuanto más peso se pierda, mejor será el resultado.
El fenotipo de la «obesidad médicamente saludable» parece ser un estado transitorio que progresa con el tiempo hasta convertirse en un fenotipo poco saludable, especialmente en niños y adolescentes.
La pérdida de peso se logra mejor reduciendo la ingesta de energía e incrementando el gasto energético.
Los programas efectivos para perder peso incluyen aquellos supervisados y aprobados por pares, programas de modificación de estilo de vida, dietas, programas comerciales para perder peso, programas de ejercicios, medicamentos y cirugía. Las preparaciones herbarias de venta libre que algunos pacientes usan para tratar la obesidad tienen datos limitados -si es que los hubiera- que documenten su eficacia o inocuidad, y hay pocos requisitos reglamentarios. Se espera que todos los pacientes puedan recuperar peso, especialmente cuando se suspende el tratamiento.
Al tomar decisiones de tratamiento, los clínicos deben tener en cuenta la distribución de la grasa corporal y los riesgos de salud individuales además del índice de masa corporal. La pérdida de peso es una estrategia clave para reducir el riesgo de que la bomba de tiempo de la obesidad se expanda aún más.
María Soledad Tapia
Es propicia la ocasión para desearles una feliz navidad 2018. Los venezolanos debemos ser fuertes, resistir y luchar, para enfrentar el 2019 con voluntad y esperanza.
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