Según la Organización Panamerticana de la Salud (OPS), las enfermedades no transmisibles (ENT): cardiopatías coronarias, accidentes cerebrovasculares, cáncer, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas, son responsables del 81% de todas las muertes en la Región de las Américas, de las que el 34% se presentan de forma prematura entre los 30 y los 69 años. La carga de estas enfermedades y sus factores de riesgo comprometen la capacidad de los sistemas de salud para brindar un manejo adecuado, así como la ejecución eficaz de las políticas e intervenciones.
Entre los principales factores de riesgo modificables de las ENT en personas entre 18 y 69 años, se encuentra el consumo de tabaco, consumo de alcohol, actividad física insuficiente y alimentación poco saludable, dentro de la cual destaca un bajo consumo de frutas y hortalizas (FyH).
Con el fin de mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares y la salud ósea y de reducir el riesgo de ENT y depresión, la Organización Mundial de la Salud recomienda que los adultos de 18 a 64 años dediquen como mínimo 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica, de intensidad moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana, o bien una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas.
Esto es tan importante que la actividad física es no solo recomendada, sino también prescrita por profesionales de la salud. Así, por ejemplo, instituciones como la American Heart Association, la Sociedad Española de Cardiología y la New York Heart Association han establecido criterios para la clasificación y la prescripción del ejercicio en pacientes con enfermedades cadiovasculares.
El Estudio Latinoamericano de Nutrición y Salud (ELANS) en Venezuela, de corte transversal, ejecutado entre 2015, definió el perfil antropométrico y evaluó el patrón de actividad física de la población venezolana entre 15 y 65 años. Se encontró que es altamente sedentaria. En Venezuela, el Instituto Nacional de Nutrición ha puesto en marcha la Estrategia ELAN: Espacio Laboral Activo y Nutritivo en respuesta de las elevadas cifras de sobrepeso y obesidad presentes en la población venezolana busca que las instituciones laborales faciliten a sus trabajadores, la elección a prácticas de alimentación y de actividad física que los ayuden a mejorar su salud y su peso corporal.
Por el lado de otro factor de riesgo modificable como es el bajo consumo de frutas y hortalizas (F&H), componentes imprescindibles de una dieta saludable, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir por lo menos 400 g diarios (repartidos en 5 raciones al día para mayor facilidad) entre F&H para obtener sus beneficios por su excepcional aporte de vitaminas, minerales, fibra, agua, así como de múltiples fitoquímicos no nutrientes con funciones biológicas muy beneficiosas para el organismo como es la actividad antioxidante.
Cabría preguntarse si esta recomendación de la OMS puede sustentarse en una prescripción médica.
Pues sí se prescriben frutas y hortalizas en programas alrededor del mundo que forman parte de políticas públicas, pero esencialmente son programas de ONG como Wholesome Wave en los E.E.U.U, fundada en 2007 por los chefs Michel Nischan, Gus Schumacher y Michael Batterberry. Wholesome Wave se creó para abordar enfermedades relacionadas con la dieta ayudando a los estadounidenses de bajos ingresos a comprar y comer frutas y hortalizas. La mayoría de los estadounidenses, independientemente de sus ingresos, no siguen una dieta saludable. Sin embargo, está demostrado que los estadounidenses de bajos ingresos tienden a comer alimentos que son ligeramente peores para su salud que aquellos que pueden permitirse gastar más.
Wholesome Wave fue diseñado para utilizar fondos privados queriendo demostrar “lo que podría suceder si los fondos públicos se gastaran de manera diferente, recaudando fondos filantrópicos para duplicar los beneficios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, sigla en inglés) conocido como cupones para alimentos, cuando se gastan en frutas y hortalizas”. Los beneficios del SNAP se añaden a una tarjeta de transferencia electrónica de beneficios que emplean para comprar alimentos.
En MiradorSalud hemos tocado el tema en dos oportunidades:
- Récipes para frutas y hortalizas: un programa para incentivar su consumo y
- Programa de prescripción médica de frutas y hortalizas como herramienta de salud y aumento del consumo
Ahora, el 29 de agosto de 2023, acaba de publicarse en la revista Circulation, de la American Heart Association, artículo titulado:
Los autores evaluaron datos a nivel individual de 22 programas de prescripción de frutas y hortalizas operadas por Wholesome Wave, en 12 estados de EE. UU., entre 2014 y 2020. El estudio incluyó a 3881 personas (2064 adultos mayores de 18 años y 1817 niños de 2 a 17 años) con mala salud cardiometabólica o en riesgo de tenerla, reclutados en clínicas que prestan servicios en vecindarios de bajos ingresos. Los programas brindaron incentivos financieros para comprar frutas y hortalizas en supermercados o mercados de agricultores (aprox. $63/mes; duración, 4 a 10 meses). Las encuestas evaluaron la ingesta de frutas y hortalizas, la seguridad alimentaria y la salud autoinformada. En las clínicas se midieron la hemoglobina glucosilada, la presión arterial, el índice de masa corporal (IMC) y la puntuación z del IMC.
El estudio encontró que mejoraron los niveles de azúcar en la sangre, la presión arterial y el peso de estos pacientes. Las mejoras observadas en los resultados clínicos podrían tener un impacto significativo en la salud general. Por ejemplo, la presión arterial sistólica, o presión arterial durante los latidos cardíacos, disminuyó más de 8 mm Hg, mientras que la presión arterial diastólica, o presión arterial entre latidos cardíacos, disminuyó casi 5 mm Hg. Para ponernos en contexto, esto es aproximadamente la mitad de la reducción obtenida por medicamentos que disminuyen la presión arterial. Los participantes en los programas comieron más frutas y hortalizas, también tenían un tercio menos de probabilidades de experimentar inseguridad alimentaria: no tener suficientes alimentos para satisfacer las necesidades básicas y llevar una vida saludable.
¿Pensamos en Venezuela?
En 2019 el Programa Mundial de Alimentos realizó una evaluación para estimar las necesidades y vulnerabilidades de los hogares venezolanos. Los resultados mostraron una alta inseguridad alimentaria en todo el país: uno de cada tres venezolanos sufría inseguridad alimentaria y necesitaba asistencia. La falta de diversidad en la dieta surgió como un tema de gran alarma. El consumo de carne, pescado, huevo, vegetales y frutas se encontró por debajo de los tres días a la semana. La falta de diversidad en la dieta revela una ingesta nutricional inadecuada y el consumo de FyH es un buen indicador de ello.
Las FyH escasean en los programas de alimentación escolar, aún en los gestionados por el Programa Mundial de Alimentos cuyas operaciones en Venezuela son recientes. Por otro lado, es notoria la ausencia de FyH en los programas asistenciales del gobierno como las cajas y bolsas CLAP
Hay muchos indicadores que nos hacen inferir la predisposición de la población venezolana a las enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición, como es el bajo consumo de frutas y hortalizas, situación que requiere el diseño de políticas públicas y privadas para mejorar esta situación.
Entonces, ¿podríamos soñar en innovaciones como, por ejemplo, la inclusión en los programas de ayuda del gobierno, de bonos como alternativas para contribuir con el acceso de FyH en ferias, mercados campesinos, municipales, mayoristas, supermercados, para adquirirlas aplicando el valor de estos bonos condicionado para ese fin específico? Dados los montos que se otorgan a través de los programas de protección social, y los costos de las FyH, esto podría ser un sueño imposible.
María Soledad Tapia
4 Comentarios
Evelyn Niño
Excelente artículo. Es de suma importancia la promoción del consumo de frutas y hortalizas desde el inicio de la alimentacion complementaria a los 6 meses de edad, así como el entrenamiento de la población en el manejo y preparación de las hortalizas, ya que en general lo desconocen. Si las madres aprenden durante la introducción de los alimentos a sus bebés, pueden modificar los habitos alimentarios de la familia. En definitiva el problema más grande es la falta de educación de la poblacion en alimentacion.
Mirador Salud
Muchísimas gracias Evelyn por tu valioso comentario. Se agradece mucho. En efecto, hace poco comentaba a unas colegas lo innovador e interesante que sería por ejemplo, fomentar alianzas entre mercados municipales y asociaciones de supermercados con sociedades médicas de pediatría y obstetricia, para incluir el concepto de “prescripción” de frutas y hortalizas a madres gestantes y lactantes, así como también como parte de una alimentación complementaria saludable que sea recomendada por los pediatras de los niños atendidos. Tal como dices, la influencia de los alimentos que consume la madre es determinante durante el embarazo. Los sabores derivados de los alimentos que consume la madre durante el embarazo son transmitidos al líquido amniótico y tragados por el feto. Consecuentemente, los tipos de comida que consume la madre y los sabores de su cultura alimentaria pueden ser experimentados por los bebés antes de su primera exposición a alimentos sólidos. Después del nacimiento, algunos de estos sabores serán experimentados por el bebé a través de la leche materna, un líquido, que lo mismo que el amniótico, contendrá sabores que reflejan directamente los alimentos, las especias, y las bebidas consumidas por la madre.
Maria Del Rosario Torrealba
Marisol, un artículo completo y consistente ¡Muchas gracias!
Mirador Salud
Muchísimas gracias María del Rosario por tu comentario, el cual nos honra. Gracias a ti por leerlo.
Qué gusto saber de ti