Para Laura White, investigadora venezolana que trabaja en vacunas contra el dengue de segunda generación.
El dengue es un arbovirus que causa fiebre, dolor de cabeza, en músculos, articulaciones y detrás de los ojos. La enfermedad severa presenta también dolor abdominal, vómito, dificultad para respirar y hemorragias porque bajan las plaquetas, terminando en muerte en algunos casos. El virus se transmite mediante la picada de un mosquito y está muy extendido en el mundo.
Alrededor de 2,5 billones de personas, o el 40% de la población mundial, que habitan en zonas tropicales y sub-tropicales, el hábitat natural del vector transmisor, están en riesgo de infección (Ver mapa). Su propagación se ha intensificado en los últimos decenios, evidenciado en el aumento de la frecuencia de brotes epidémicos, de su magnitud y del número de países involucrados.
En Latinoamérica se han quintuplicado los casos de dengue según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Europa, zona donde no había dengue, el virus circula desde hace un tiempo y en India, un estudio reciente revela que cerca de 6 millones de personas son hospitalizadas por la enfermedad cada año.
En general, estimaciones indican que ocurren 390 millones de infecciones al año, de las cuales 96 millones presentan síntomas o llegan al hospital. La incidencia ha crecido 30 veces en los últimos 50 años y es endémico en 128 países. Estos datos muestran que esta enfermedad representa un gasto muy importante en su tratamiento y en el control del vector amén de que la enfermedad no disminuye. Por estas razones la vacuna es una necesidad para el mundo.
El dengue es el virus más comúnmente transmitido por mosquitos y su epidemiología cada vez se hace más compleja. Últimamente se le ha sumado al vector clásico, Aedes aegypti o zancudo patas blancas, un vector secundario, el Aedes albopictus. Igualmente, la aparición de un quinto serotipo, aún pendiente por confirmar y no establecido en humanos, podría complicar la situación de la enfermedad.
El dengue varía entre regiones debido a que intervienen múltiples y complejos factores como 4 tipos virales que no comparten inmunidad protectora entre sí, la densidad del vector, la inmunidad del huésped y las condiciones previas de la persona al momento de la infección.
La epidemia actual de dengue en América se ha complicado con la aparición del chinkungunya, particularmente en Venezuela, donde el gobierno no ha enfrentado la situación, hasta el punto de que en los boletines epidemiológicos no aparece el chikungunya como enfermedad notificada, sino que los casos son incluidos como cuadros febriles. Para el último boletín publicado (No. 44, del 01 de noviembre de 2014), habían sido notificados 74.833 casos de dengue en el país, donde el 15% (10.948) presentaron signos de alarma y sintomatología grave. Para esa fecha, se habían notificado 27.160 más casos que los correspondientes a 2013, año que fue considerado como el peor para este virus.
En los últimos 40 años, el control del vector ha sido ineficaz en prevenir los brotes epidémicos. Los huevos del Aedes son resistentes a la desecación, los sitios de reproducción son extremadamente difíciles de encontrar o de llegar y el zancudo ha desarrollado resistencia a los insecticidas (piretrinas y organofosforados). Sin embargo, el manejo clínico de los casos sí ha mejorado y ha bajado la mortalidad por dengue.
La buena noticia es que hay disponibilidad de nuevas tecnologías para controlar al vector como son: el uso de la genética para reducir la población de mosquitos mediante la creación y liberación de mosquitos que contienen un gen letal; mosquitos infectados con Wolbachia, bacteria que vive dentro del insecto, se transmite de generación en generación y bloquea la replicación viral. Otras tecnologías incluyen el diseño de nuevos repelentes y trampas mortales como las ovitrampas, difusión de piriproxifeno y de nuevos insecticidas y emanadores que liberan vapores para repeler y matar la población de Aedes.
Hasta que se disponga de una vacuna efectiva y aún después de su aplicación, se debe continuar con la implementación de medidas para el tratamiento del dengue y el control del vector con el fin de disminuir la circulación viral, algo complejo de lograr en los países muy pobres.
Una vacuna, una realidad.
Ocho décadas han pasado desde que se descubrió el virus y Sabin y Schelsinger desarrollaron la primera vacuna para el dengue. Hasta ahora aún no se conoce bien la interacción huésped-virus, no existe un modelo animal para estudiar la infección natural, han ocurrido cambios ambientales que han permitido que el vector se extienda a otras latitudes y que aumente la población del vector secundario. Todo ello ha contribuido que sea muy complejo y con poco éxito el desarrollo de vacunas.
En el mes de noviembre han aparecido interesantes noticias sobre una vacuna contra el dengue. Se trata de la vacuna tetravalente recombinante (CYD-TDV) de virus atenuados de Sanofi Pasteur, evaluada en una investigación realizada en Latinoamérica (Colombia, Brasil, México, Puerto Rico y Honduras), cuyos resultados han sido recientemente publicados en The New England Journal of Medicine.
La investigación clínica comprendió 20.869 niños, de 9 a 16 años de edad, que recibieron tres dosis de la vacuna o placebo y fueron seguidos por 2 años. La vacuna mostró una eficacia global de 61% y de 80% frente a las hospitalizaciones. La eficacia para los serotipos varió entre 78% para el tipo 4 y 42% para el 2. La vacuna funcionó mejor en los niños que habían estados expuestos al dengue (81%), es decir que tenían anticuerpos contra el virus antes de ser inmunizados. En general, no se presentaron reacciones adversas de mayor preocupación. Estos resultados son similares a los del estudio en Asia, reseñados en MiradorSalud, lo que sumado al hecho de que ya se haya probado la vacuna en más de 30.000 sujetos, se podría decir que estamos muy cerca de tener una vacuna lista para ser aplicada contra el dengue.
Este comprende el tercer estudio de eficacia que se han llevado a cabo con esta vacuna, el primero en Tailandia con una pobre eficacia (30%) como resultado, el segundo en 5 países de Asia con 57% de eficacia. Tanto en Asia como en Latinoamérica no hubo reacciones adversas de importancia en niños con exposiciones previas al virus, sino que más bien la vacuna fue más eficaz en estos casos. Esto es particularmente importante porque la severidad de la enfermedad o el riesgo de sufrir dengue hemorrágico aumenta a medida que las personas han sido expuestas previamente a distintos serotipos, lo que fue objeto de gran preocupación en el desarrollo de esta vacuna. Ahora la preocupación se ha disipado.
Todavía quedan muchas preguntas por contestar, por ejemplo, cómo funcionaría la vacuna en poblaciones vírgenes, ya que estos estudios se hicieron en zonas muy endémicas. Sin embargo, los beneficios actuales de esta vacuna, incluso con una eficacia no tan alta, superan los riesgos por lo que sería de mucha utilidad su introducción en el esquema de inmunización.
El mundo científico y los expertos en salud pública se preparan para introducir la vacuna del dengue.
Una reunión a principios de 2014, celebrada en Ciudad México, con la asistencia de investigadores, expertos en el vector, académicos, compañías farmacéuticas y representantes de los ministerios de salud de los países de la región de las Américas, se llevó a cabo con el fin de evaluar las posibilidades y beneficios de integrar las estrategias para controlar al vector con la introducción de la vacuna. Ya en 2013, hubo una reunión similar en Asia.
La reunión permitió compartir información por país del control del vector, sistemas de vigilancia y modelos para medir el impacto en el control del mosquito y la incidencia de la enfermedad una vez introducida la vacuna en los programas de inmunización.
Varios modelos han sido desarrollados, uno en Tailandia y otros en México, y muestran que la combinación del control del vector con la vacunación aumentará la efectividad de ambas intervenciones. Así mismo, los modelos pueden servir para estimar el esfuerzo relativo que habría que invertir en una u otra estrategia de manera de maximizar el impacto de las mismas en la enfermedad. Se concluye que a la luz de una posible vacuna con licencia, una apropiada integración de los programas de vacunación con nuevos métodos para controlar el vector tendrá un impacto potencial y fundamental en la eliminación del dengue como un problema de salud pública.
Irene Pérez Schael
Un Comentario
maria cristina rios
Todo da a entender que funciona mucho mas cuando es complicado o ya fue expuesto al virus . en zonas endemicas.