A PROVEA y a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH). Volvemos al artículo “Valores alimentarios en Sudamérica” publicado el mes pasado en la prestigiosa revista Journal of Food Technology, el cual nos llevó a argumentar una respuesta al editor y a los autores para explicarles por qué no pueden incluir a Venezuela en el almibarado análisis que presentan para la Región.
Para MiradorSalud, dividimos la respuesta en dos partes. En la primera, hablamos de las penurias del consumidor venezolano y de la industria de alimentos nacional. En esta segunda y última parte, tocaremos el tema de las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABAs) y del Derecho Humano a la Alimentación en Venezuela.
El gran soporte de la respuesta
La coincidencia con el tiempo de la publicación de dos rotundos documentos -que todo venezolano debe conocer- permitió sustentar la respuesta sobre la investigación multidisciplinaria de Provea y de ACNUDH relativa a la situación de los DDHH en Venezuela.
Los venezolanos debemos agradecer profundamente a los valientes investigadores que documentaron y permitieron la consolidación de ambos informes:
- La 29ª edición del Informe Anual de Programa Venezolano de Educación-Acción (PROVEA) en Derechos Humanos sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela, correspondiente al período enero-diciembre de 2017. Junio 2018. Particularmente, el capítulo Alimentación.
- El Informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Junio de 2018. Violaciones de los derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela: una espiral descendente que no parece tener fin.
Importantísimo es también el reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que comunicó la emergencia humanitaria en nuestro país en su informe «Situación de los Derechos Humanos en Venezuela» en diciembre de 2017.
Respondiendo sobre el tema de las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABAs)
El artículo que nos ocupa, señala que aunque la mayoría de los países de la Región ha seguido el ejemplo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la adopción de las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABAs), nuevas o enmendadas, que enfatizan el consumo de alimentos no procesados, mínimamente procesados, menor ingesta de azúcar, sal y grasas saturadas, muchos países están incorporando también costumbres culturales y sociales en sus pautas alimentarias.
Fue importante informarles en este aspecto que las GABAs de Venezuela datan de 1991, desarrolladas por el Instituto Nacional de Nutrición y la Fundación Cavendes, en colaboración con la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar. La FAO ha recomendado que se actualicen.
Veintisiete años después de su desarrollo, las tres primeras recomendaciones de nuestras guías -comunes además en la gran mayoría de GABAs del mundo- son muy difíciles de cumplir en la Venezuela de estos tiempos:
- Consuma diariamente una alimentación variada
- Coma lo justo para mantener un peso adecuado
- Coma preferentemente con su grupo familiar
Los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI 2017) muestran el deterioro de la dieta tradicional en cuanto a calidad y cantidad. El patrón dietario determinado por ENCOVI basado principalmente en cuatro tipos de alimentos indica una dieta de alarmante monotonía, muy lejos de las pautas dietarias de los países occidentales o de América Latina que exigen «una dieta variada».
Se acepta que un patrón normal de consumo de alimentos consiste en al menos 20 alimentos distintos consumidos por día. De acuerdo con ENCOVI 2017, el patrón alimentario en términos de la intención de compra de los venezolanos, se enfoca en tubérculos, cereales en forma de maíz o pan, y queso, así como azúcar y grasas, que han sustituido a los productos con alto valor nutritivo, como el pollo, los huevos, la carne de res, los cereales enriquecidos y las verduras. En consecuencia, se ha reducido el aporte de proteínas de alto valor biológico, hierro, zinc, vitaminas A y complejo B, agravado por la disminución del aporte de harina de maíz, sustituida por una importada no enriquecida como exigen las regulaciones nacionales.
A esto se suma la continua disminución en el aporte de lácteos, y los pocos que hay, pueden no ser de buena calidad, con una composición disminuida de proteínas, calcio y ácidos grasos, característicos de la leche.
Con respecto la recomendación de nuestra GABA de: comer lo justo para mantener un peso adecuado, basta remitirnos a una de las conclusiones de ENCOVI:
- En la Venezuela del Siglo XXI, 6 de cada 10 venezolanos han perdido aproximadamente 11 kg de peso en el último año por hambre, y como siempre los más desprotegidos son los más afectados.
Respondiendo a “la recuperación de tradiciones en materia de alimentación y dieta: preparación de comidas en casa y tiempo familiar alrededor de la mesa.”
En Venezuela no hay, como dice el artículo, una perspectiva de recuperación de tradiciones en materia de alimentación y dieta, cuando la mayoría de las comidas se preparaban en casa y el tiempo de la comida representaba el tiempo familiar, como un “valor” que muchos profesionales de la salud y los organismos gubernamentales están tratando de promover.
Según ACNUDH, la falta de alimentos, combinada con el hecho de que estos son inasequibles, ha obligado a las familias venezolanas a cambiar sus hábitos alimentarios y a poner en marcha nuevas estrategias de subsistencia. Las opciones de los venezolanos para obtener alimentos son:
- Hacer cola durante muchas horas para comprar alimentos a precios controlados por el Estado, que se ofrecen esporádicamente y en cantidades limitadas
- Ser beneficiario de un programa social
- Adquirir productos en el supermercado o en los bachaqueros (mercado negro) a precios hiperinflacionados.
El ACNUDH también observó que se habían adoptado estrategias de supervivencia para adaptarse a la falta de alimentos: destitución personal y familiar en que las familias incurren en detrimento de su propia dignidad e integridad como vender sus objetos de valor, enviar a un miembro de la familia al extranjero o buscar comida en las basuras.
Un estudio realizado por Caritas en 44 de las parroquias más pobres de diez estados del país reveló que el 39 por ciento de las familias entrevistadas habían tenido que vender sus electrodomésticos y otros objetos de valor para comprar alimentos, y que el 41 por ciento se habían puesto a mendigar o a buscar comida en la basura.
Entre estas estrategias de sobrevivencia se comenzaron a registrar compras de los alimentos por cucharadas (en “teticas”), agresiones en las colas, maltrato infantil por causa del hambre, sustracción de miembros de la familia dejándolos sin comer, mendicidad incluso de niños que pasan a situación de calle para rebuscar alimentos, alimentarse en contenedores de basura y recurrir a vertederos de desechos en mercados municipales.
No. Definitivamente en Venezuela no se está retornando a costumbres familiares de cocinar en casa y comer en familia: hay que estar haciendo cola para adquirir los alimentos, no hay ni tiempo para comer en familia, ni alimentos suficientes para la mesa familiar. Las familias se están desintegrando para que todos puedan comer.
Respondiendo a que los elementos de derechos humanos están comenzando a impregnar el sistema alimentario latinoamericano
En el artículo también se afirma que además de los esfuerzos educativos que se emplean en toda la región, los elementos de derechos humanos están comenzando a impregnar el sistema alimentario latinoamericano, con la noción de que el acceso a alimentos saludables es un derecho humano básico.
Desafortunadamente, ese no es el caso en Venezuela, donde la seguridad alimentaria, aunque reconocido como un derecho constitucional en el Artículo 305 (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), es un derecho que se viola en la práctica, y ha sido denunciado a organizaciones internacionales ya que el Estado ha adoptado medidas regresivas que han comprometido seriamente el derecho a la alimentación, negándose a aceptar la gravedad de la situación.
Transparencia Internacional envió una carta al Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación del Sistema de las Naciones Unidas, el 18 de mayo de 2018, para advertir sobre la violación del derecho a la alimentación en Venezuela y el uso discriminatorio de los programas sociales de distribución y suministro de alimentos a través del Comité de Producción y Producción Local (Clap). La organización mostró preocupación por los graves efectos de la crisis alimentaria en la salud de los venezolanos, específicamente en mujeres embarazadas y recién nacidos. Según PROVEA, los CLAP, tal como están formulados, son un racimo de violaciones al Derecho a la Alimentación.
El ACNUDH argumenta que la profunda recesión económica, la hiperinflación y la pérdida de poder adquisitivo, junto con el desmantelamiento del sistema de producción nacional de alimentos y la dependencia con respecto a las importaciones de alimentos, han creado un círculo vicioso que ha afectado el derecho a la alimentación de la mayoría de los venezolanos.
Entonces, no. Los elementos de derechos humanos NO están comenzando a impregnar el sistema alimentario en Venezuela, y mucho menos con la noción de que el acceso a alimentos saludables es un derecho humano básico.
Los venezolanos no pueden escoger lo que desean comer, no pueden darse el lujo de exigir alimentos saludables. Les basta con sobrevivir con lo que consigan. En el país, las políticas de distribución y comercialización de alimentos del Gobierno no han sido instrumentos para generar hábitos saludables ni representan una oferta equilibrada para alimentación sana. Han sido más un subsidio universal de alimentos, no diseñado con objetivos nutricionales sino para lograr el acceso a los alimentos y tristemente, hasta con fines de control político y social.
Una palabra sobre nutrición
La opacidad oficial es la regla otra vez. El Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional (SISVAN) no publica datos sobre el estado nutricional desde 2007.
A fines de 2017, Caritas Venezuela informó un aumento del 100% en el número de desnutrición aguda en niños menores de 5 años. Los primeros registros a noviembre de 2016, que indicaban desnutrición aguda grave en el 8% de los niños, han aumentado a un nivel del 16,2% con malnutrición aguda grave (moderada y grave). El 33% de los niños, incluso los que se recuperaron, mostraron un retraso de crecimiento irreversible. El 52% de estas formas de desnutrición ocurren en niños menores de 2 años.
Según estudios de la Fundación Bengoa en niños preescolares de 3 a 5 años de Maracaibo, Mérida y Caracas, 11,7% presentó retardo en el crecimiento (talla baja y muy baja), y 14,9% se ubicó en riesgo nutricional.
Cuando la malnutrición aguda se toma como un indicador de una situación humanitaria, alcanzar el umbral del 10% de niños menores de 5 años en esta situación es indicativo de crisis, y exceder el umbral del 15% indica una situación de emergencia de salud pública de carácter humanitario. Según el monitoreo centinela realizado por Caritas Venezuela, en febrero de 2017 ya se habían alcanzado los niveles de una crisis. El nivel de una emergencia humanitaria se alcanzó en diciembre de 2017.
Y reaccionan las agencias internacionales
Aunque tarde, las agencias internacionales comienzan a reaccionar, y eso lo comentamos a los autores y editores de la revista:
El 26 de enero de 2018, UNICEF advirtió en un comunicado que en Venezuela, cada vez más «más niños sufren de desnutrición como resultado de la prolongada crisis económica y financiera». UNICEF enfatiza que, aunque no hay cifras exactas debido a la falta de información oficial sobre salud y nutrición, los estudios no oficiales más recientes como los realizados por Caritas presentan datos preocupantes. Unicef concluye que «hay señales claras de que la crisis está limitando el acceso de los niños a la atención médica, alimentos y medicinas».
La Red de Información sobre Seguridad Alimentaria (FSIN), que incluye a la FAO y el UNICEF, en su Informe sobre la Crisis Alimentaria Mundial 2017: Un estudio sobre la seguridad alimentaria en 48 países, señalaron que la insuficiencia de datos y evidencia no permitió obtener estimaciones confiables para trece países, entre ellos Venezuela, sobre el que declara que el deterioro de la situación económica «podría ocasionar una grave escasez de los bienes de consumo”, incluyendo alimentos y medicinas, por lo que debe vigilarse.
FAO, en su informe El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, finalmente ha dicho que entre 2014 y 2016 las personas subalimentadas se incrementaron en Venezuela a 4.103.863 millones, aproximadamente 13% de la población.
Human Rights Watch y Amnistía Internacional incluyen el caso venezolano en sus informes mundiales 2017-2018.
Esperamos haber ofrecido suficientes argumentos para no considerar a Venezuela dentro de la visión global que describen para Sudamérica en términos de valores de la alimentación para la población.
María Soledad Tapia
2 Comentarios
coromoto
Marisol:
Te felicito por este excelente resumen que hiciste de la deprimente y compleja situación nutricional que vive y padece nuestra población venezolana, sobretodo una de las más vulnerables como son los menores de 5 años
Coromoto Tomei
Mirador Salud
Gracias a ti Coromoto. Y gracias a PROVEA y a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que pudieron recoger tanta información a través de valientes investigadores.