Dieta para diabéticos contra depresión. También contra autismo

¿Está consciente que los carbohidratos que usted consume pueden tener un efecto profundo en la salud mental? En la depresión, por ejemplo. Esta consideración se hace aún más impactante al trasladarla a la importancia de la dieta de la madre y su posible relación con el autismo potencial del bebé por nacer.

Se ha demostrado que el consumo de alimentos ricos en azúcares simples y en otros carbohidratos como las bebidas azucaradas, comida rápida, alimentos refinados y productos de pastelería se ha asociado con un mayor riesgo de depresión. Sin embargo, cualquier influencia que los carbohidratos puedan tener en el estado de ánimo, así como sobre cualquier condición, tendría que relacionarse con la ingesta total y con el tipo  de carbohidratos, por lo que es muy importante conocer su índice glucémico (IG), y su carga glucémica (CG).

Recordemos que muchos de los alimentos que conforman la dieta occidental, como el pan blanco, las golosinas, la pastelería, los cereales azucarados y los alimentos procesados, producen aumentos (picos) y disminuciones rápidas en los niveles de azúcar en la sangre. Estos alimentos son rápidos de digerir y por lo tanto, suelen tener altas puntuaciones de IG.

Una dieta de bajo IG bajo está conformada principalmente por frutas y hortalizas particulares, granos enteros y cereales integrales que toman más tiempo para ser digeridos. El consumo de carbohidratos de “lenta” digestión produce menos picos en los niveles de azúcar en la sangre que normalmente siguen a las comidas. Como resultado, una dieta de IG bajo puede ayudar a las personas con diabetes a mantener controlados sus niveles de azúcar en la sangre. De hecho, los pacientes con diabetes se hacen muy eficientes en este control.

Un estudio reciente publicado en el American Journal of Clinical Nutrition ha revelado que una dieta alta en carbohidratos refinados y por ende con alto IG,  puede conducir a un mayor riesgo de depresión en mujeres posmenopáusicas.

Los investigadores estudiaron las relaciones entre el IG, la CG, y otras medidas de hidratos de carbono: azúcares agregados, azúcares totales, glucosa, sacarosa, lactosa, fructosa, almidón, carbohidratos, y la depresión, en 90.000 mujeres posmenopáusicas con edades comprendidas entre 50 y 77 años que participaron un gran estudio de cohorte estadounidense (Women’s Health Initiative Observational Study).

Se encontró que dietas ricas en carbohidratos con IG progresivamente mayores,  lo mismo que el consumo progresivo de azúcares añadidos en la dieta, se asociaron con un aumento de 22% de las probabilidades de depresión.

Un mayor consumo de lactosa, fibra, frutas no jugosas, y vegetales, se asoció significativamente con probabilidades más bajas de incidentes de depresión, mientras que el consumo de granos refinados (no integrales), se asociaron con mayores probabilidades de depresión.

Los resultados de este estudio sugieren que las dietas de IG alto podría ser un factor de riesgo para la depresión en las mujeres posmenopáusicas, y que se requieren estudios aleatorios para examinar si las dietas ricas en alimentos de IG bajo podría servir como tratamientos y medidas de prevención primaria para la depresión en las mujeres posmenopáusicas.

MiradorSalud ha insistido en el tema de los efectos de los carbohidratos en la dieta y el significado del IG y de la CG, al punto que es el IG y la CG lo que determina por ejemplo, que frutas y hortalizas específicas ayuden o no, a perder peso.

Pero esto va más allá. Un importante estudio reciente publicado en Molecular Psychiatry ha determinado en un modelo animal con ratones, que los síntomas del autismo se pueden reducir dando a los animales dietas con bajo IG, similares a las que siguen las personas diabéticas para controlar los niveles de azúcar en la sangre. Aunque preliminares y todavía no probados en humanos, los resultados de este estudio podrían ofrecer pistas para entender una causa potencial del autismo.

El estudio fue realizado por científicos del Instituto Salk de Estudios Biológicos en La Jolla,  California. Se alimentaron ratones hembras embarazadas con dietas de alto o bajo índice IG. Después del parto y del destete, las crías fueron mantenidas en las mismas dietas de sus madres. Esto es importante porque sus cerebros aún están formando conexiones cruciales en esas etapas. Sobre la base de que el autismo puede derivarse de interacciones entre los genes y el ambiente, los resultados del trabajo apoyan la tesis que en presencia de una predisposición genética hacia el espectro autista, la dieta de la madre puede hacer una gran diferencia en la expresión de esta condición.

Es importante destacar que un artículo publicado en el New England Journal of Medicine demostró que el autismo comienza en el embarazo con una sutil alteración de la corteza cerebral. Por otra parte, se identificó un mecanismo anormal de la actividad de los genes que explica cómo esta interrupción de la corteza es causa de autismo.

De confirmarse este estudio, se habrá finalmente identificado una causa física para el autismo, un trastorno del desarrollo cuyos orígenes son imprecisos, y podría proporcionar una diana para terapias y prevención.

Se ha encontrado evidencia de un origen prenatal del autismo en estudios post-mortem de cerebros de jóvenes con autismo. Según otras investigaciones, los anticuerpos maternos que aparentemente atacan las estructuras del cerebro en el desarrollo de los bebés, son responsables de cerca de un cuarto de todas las causas del autismo.

En el estudio que nos ocupa de las dietas de alto y bajo IG suministradas a ratones, se encontró que los cerebros de ratones alimentados con dietas con un alto IG acumulaban células inmunes activadas llamadas microglia, junto con signos de inflamación y mostraban comportamientos de tipo autista, como discapacidad en interacciones sociales y realización de actividades aparentemente sin propósito. Por otro lado, los ratones alimentados con dietas con bajo índice glucémico no mostraron este comportamiento.

¿Cuál puede ser la razón? Pues parece ser la microbiota intestinal.

MiradorSalud ya había discutido sobre el tema que una microbiota intestinal saludable podría contribuir con una buena salud mental. Ciertas bacterias intestinales influyen en la producción de serotonina, un neurotransmisor responsable de mantener el equilibrio del estado de ánimo.

Otra cosa:  El nervio vago que va desde el tronco cerebral hasta el abdomen parece ser la primera ruta que las bacterias intestinales utilizan para transmitir información al cerebro.

El estudio de las distintas dietas suministradas a  ratones  encontró que las mismas pueden influir directamente en el ecosistema de bacterias en el intestino. Así, en la sangre de los animales alimentados con la dieta de alto IG se detectaron metabolitos que sólo podían proceder del intestino de los animales. Las dietas de IG alto cambian la composición de la microbiota intestinal. Además, se encontró que los genes asociados con la inflamación y con autismo, se activaron en el cerebro de los ratones que recibieron la dieta con alto IG, y no en los que recibieron las dietas de bajo IG.

Esta es una interpretación razonable para la influencia de la dieta tanto de la madre, como del niño, en el riesgo de autismo.

Como conclusión, creemos que conocer el tipo de alimentos que consumimos, su contenido de carbohidratos por porción y el IG/CG de los mismos, puede ser una buena estrategia para la salud. Ahí, los pacientes diabéticos llevan una ventaja.

Ah, y en depresión nunca recurrir a dulces gratificaciones de alto IG, pues nos pueden poner peor.

María Soledad Tapia

Maria.tapia@5aldia.org.ve