A Alicia Ponte-Sucre, a propósito de su libro “Lecciones de pandemia COVID-19: un capítulo en la historia del siglo XX”.
A principios de 2023, mi amiga y colega María Eugenia Grillet compartió un artículo publicado en el New York Times Magazine del escritor estadounidense Jon Mooallem sobre un interesantísimo proyecto financiado por la National Science Foundation puesto en marcha en marzo de 2020. El proyecto es parte del Programa de Maestría en Historia Oral de la Universidad de Columbia, dirigido por Amy Starechesky y se titula “Proyecto de Historia Oral, Narrativa y Memoria Covid-19 de la Ciudad de Nueva York”.
Mooallem nos pone en autos así: A las pocas semanas de que apareciera el primer caso confirmado de Covid en la ciudad de Nueva York, un colectivo improvisado de sociólogos e historiadores orales se reunió virtualmente y comenzó a entrevistar, vía Zoom, a aproximadamente 200 neoyorquinos para documentar sus experiencias individuales de la pandemia a medida que se desarrollaba. Las personas hablaron con los entrevistadores durante horas sobre lo que estaban viendo, haciendo y sintiendo y sobre lo que esperaban o temían que pudiera suceder a continuación. Los investigadores volvieron a hablar con esas mismas personas muchos meses después, y nuevamente después, realizando tres olas de entrevistas sobre la vida pandémica desde la primavera de 2020 hasta el otoño de 2022. Durante ese tiempo, las experiencias ininteligibles se volvieron más inteligibles o permanecieron desafiantemente ininteligibles. La angustia de la pandemia aumentó y se atenuó. Durante ese tiempo, el tiempo mismo se desdibujó.
Es que lo de Nueva York fue durísimo. Mientras aquí en Venezuela, el 13 de marzo de 2020 se decretó el estado de emergencia y confinamiento de la población con los dos primeros casos confirmados de la enfermedad, para la misma fecha, el estado de Nueva York era considerado el nuevo epicentro de la pandemia de COVID-19, con más de 10.000 fallecidos.
Sobre el proyecto de Columbia que la universidad eventualmente hará público, Mooallem continúa:
Está repleto de revelaciones, anécdotas, ansiedades, puntos ciegos, grandes ideas e ideas extrañas. Un padre de dos hijos, en el barrio Spuyten Duyvil del Bronx, predice, en abril de 2020, el fin permanente de la costumbre de darse la mano (“Parece algo realmente estúpido, e innecesario”) y sospecha que todo cambiará y se empezará a volver a la normalidad a finales de mayo. Otro padre de dos hijos, todavía a la deriva en el estancamiento de la pandemia, nueve meses después, escucha a su hija de 11 años gritar: “¡Quiero tarea!” y se da cuenta de lo desesperada que está por volver a tener estructura. Quienes trabajan en hospitales informan que se sienten amenazados por la estimulación auditiva constante: los pitidos, las alarmas, las llamadas a terapeutas respiratorios, ¡Rápido! ¡Urgente! mientras que fuera de los hospitales, los neoyorquinos bien intencionados marcan el tiempo asomándose a las ventanas, gritando, caceroleando.
Ese artículo de Mooallem fue escrito en febrero de 2023, y de acuerdo a las propias palabras del autor, al entrar en el cuarto año de la pandemia, cuando cada uno de nosotros, consciente o inconscientemente, todavía trabaja en historias potencialmente irreconciliables sobre lo que vivimos, o bien, evitando enérgicamente esa disonancia, insistiendo en que todo está bien y no tenemos nada que trabajar dentro de nosotros mismos.
Tres meses después, el 5 de mayo de 2023, Tedros Adhanom Gebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, OMS, declaró esperanzadoramente, el fin de COVID-19 como emergencia sanitaria internacional, pero que esto no significa que COVID-19 haya dejado de ser una amenaza para la salud mundial. La COVID-19 sigue siendo una prioridad de salud pública global.
Leer el artículo de Mooallem me hizo reflexionar sobre todo lo que yo pensé y sufrí durante la pandemia. Por ejemplo, lo mismo que el padre de dos hijos del barrio del Bronx, y su convencimiento sobre el fin de la antihigiénica práctica de darse la mano, pensé que la mascarilla no desaparecería nunca, es más, que nunca debería desaparecer, lo cual me parecía razonable, es más, me parecía perfecto. Y pensaba que los japoneses no estaban equivocados cuando siempre, antes de la pandemia, usaban mascarillas. Entonces, veía un futuro, si lo hubiera, de humanos enmascarillados.
Realmente, sufrí mucho, sobre todo durante el primer año de pandemia, pues pensé que jamás volveríamos a la vida de antes si no se desarrollaban vacunas rápido, y como no las veía venir, ello me conducía a algo aterrador: no volver a ver a mis hijos, quienes viven en España y en Alemania. No volver a ver a mis afectos en otra parte del mundo, o en mi mismo país. Me daba además una angustia grande pensar en la gente joven y en cosas como esta: los novios no podrían volver a besarse como antes.
Me volví follower fidelísima del Dr. Julio Castro, del Dr. José Esparza, de la Alianza Venezolana por la Salud, de la cobertura de Prodavinci sobre la pandemia COVID-19, así como del conocimiento e informaciones de mis queridas y sabias colegas, Flor Pujol y María Eugenia Grillet, a quienes agradezco su paciencia al responder cada una de mis preguntas sobre el virus, sobre epidemiología y sobre cada uno de mis temores. Lo mismo a Margarita Lampo. Devoré cada artículo escrito por mi primo Félix Tapia como este que me gustó mucho: El SARS-CoV-2 aceleró la saga de las vacunas ARN mensajero. De la misma manera, Irene Pérez-Schael, mi amiga, brillante colega y coeditora de MiradorSalud fue una constante fuente de información sobre vacunas e inmunidad. Ella también hizo su particular y estudioso recorrido en MiradorSalud durante los años pandémicos. Fui una privilegiada por contar con fuentes tan calificadas. Y esto, sin mencionar los constantes comunicados de la Academia Nacional de Medicina, de la Sociedad de Infectología, de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman), más allá de sus informes Estado actual de la epidemia de la COVID-19 en Venezuela y sus posibles trayectorias bajo varios escenarios, y Regreso a clases presenciales. Aspectos Epidemiológicos y Educativos, y de su campaña en redes sociales para informar y aclarar tanta confusión junto a Sergio Antillano. Mientras, seguía atenta a todo lo que, con esmero de filigrana y sistemático estudio, escribía Alicia Ponte-Sucre particularmente sobre los enfoques terapéuticos para tratar la enfermedad. Admirable el trabajo de Alicia, organizado y metódico, publicado ahora como libro por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela: Lecciones de pandemia COVID-19: un capítulo en la historia del siglo XXI (ACFIMAN, 2023), lo cual nos llena de orgullo a Irene Pérez-Schael y a mí, como editoras de MiradorSalud.
En cuanto a mí, tenía que poner orden en casa, es decir, debía aclararme sobre el virus, se sabía muy poco del SARS-CoV-2. Como esencialmente soy microbióloga de alimentos, debía comunicar que la transmisión por alimentos y agua era altamente improbable. La cosa era persona a persona. Me puse entonces frenéticamente a investigar y a escribir en nuestro portal MiradorSalud.
Algunas de mis amigas me recriminan que me obsesioné con la pandemia. Debe haber sido así. Mi particular angustia me llevó a escribir el 14 abril de 2020, el artículo, Coronavirus SARS-CoV-2 ¿Posibilidad de transmisión por alimentos?, y a partir de allí, Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en tiempos de COVID-19 publicado el 26 mayo de 2020, Reflexiones sobre coronavirus, zoonosis, mercados, higiene, higiene, higiene…(I) el 28 julio, 2020, para cuya continuación invité a la distinguida parasitóloga Leidi Herrera, quien nos ilustró el 11 de agosto de 2020 con: El hombre, su concepción y manejo del mundo animal y las rutas desde las zoonosis hasta las pandemias. Después, continué con: Industrias de alimentos y transmisión de COVID-19. Casos industrias cárnica y avícola que vio la luz el 22 septiembre de 2020.
Así llegamos al 2 de diciembre de 2020 cuando una vacuna desarrollada por BioNTech y Pfizer fue aprobada para uso de emergencia en Estados Unidos. El 8 de diciembre, una mujer de 90 años se convirtió en la primera persona en recibir la vacuna en el Reino Unido como parte de un programa de vacunación masiva. Entonces, me emocioné hasta las lágrimas con las imágenes de las bellas catedrales inglesas como centros de vacunación, y pensé, esta imagen será inspiracional para algunas de las obras que algún día se expondrán en grandes museos, pero con la luz prismática de los vitrales y de la esperanza, a diferencia, por ejemplo, del Corral de apestados, de Francisco de Goya, cuando alrededor de 1797, el artista plasmó el infinito pesimismo que acompañaba el destino de los enfermos durante una epidemia en España.
Después, mi interés se concentró en cuándo vacunarían a los venezolanos. Así, lloré de alegría cuando vacunaron en Barinas, a mi hermano médico y a su esposa, también médico, en marzo de 2021 cuando llegaron al país las vacunas para el personal de salud, bueno, y para privilegiados políticos y “conectados”. Y llegaron gradualmente en lotes pequeños para el resto de los venezolanos. Acampé toda una noche alrededor del Hotel Alba Caracas en una interminable cola haciendo uso de mi credencial de tercera edad, para ser vacunada el día 11 de mayo de 2021. Cuando me vacunaron, me emocioné mucho, di un discurso de agradecimiento a la ciencia, al Instituto Gamaleya, y no abracé a la enfermera pues no se podía.
Pero continuaba la angustia, pues entonces se interrumpió el suministro de la segunda dosis de Sputnik 5 (la única con la que contábamos los venezolanos junto a Sinovac), lo que me hizo escribir el 22 de junio de 2021 Reflexiones sobre la vacunación con “Sputnik 5”, las dos dosis y los 90 días, y dos meses antes, el 13 de abril de 2021, preocupada por cosas que pasaban en nuestras comunidades como la estigmatización de los infectados, la abatización como si el virus se transmitiese por mosquitos, las casi «duchas» con alcohol, entre otras cosas, escribí El coronavirus SARS-CoV-2 toca la puerta de nuestros condominios y edificios residenciales.
En mi línea de fijaciones mentales, apareció entonces el tema de los aerosoles. Y empecé mi campaña personal para hacer entender, al menos a mi gente cercana, que “era el aire, estúpido”: Es el aire, está en el aire, se transmite por el aire… que publiqué el 23 noviembre, 2021.
Llegó 2022 y conmemoré, conmovida, los dos años de pandemia, el 22 marzo, 2022 con COVID-19. Cronología personal de preocupaciones a dos años de pandemia, para proseguir con La industria de alimentos y tendencias globales. ¿Cómo incorporar en la filosofía de los consumidores el concepto de “Una Sola Salud? que publiqué el 12 julio de 2022.
De este último artículo quiero rescatar este fragmento:
El viernes 17 de enero de 2020 a las 2:00 pm nos dimos cita en Caracas en el Auditorio Manuel Bemporad, Escuela de Computación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, para la clase inaugural del Diplomado “Alimentación y Cultura. Antropología de los sabores”, conducido por un extraordinario equipo liderado por las profesoras Ocarina Castillo junto a Nashla Báez y Marianne Robles. No sabíamos que íbamos a compartir en ese amable espacio, y con un encantador grupo de estudiantes, los pocos viernes que trascurrirían hasta otro viernes —el del 13 de marzo— cuando se decretó el Estado de Alarma en el territorio nacional para atender la emergencia sanitaria por COVID-19. De ahí en adelante todo fue virtual con enorme esfuerzo y dedicación.
Entonces, en mayo de 2020 y en nuestra clase virtual, después de discutir las tendencias y principales métodos de procesamiento de alimentos, sentenciosamente le dije a los alumnos en ese entonces: Después de esta pandemia tendrán que cambiar muchas cosas: Muchas pautas de consumo, la higiene, el valor de la salud (la humana y la de los animales), el valor de la vida (la humana y la de los animales), la conciencia de las zoonosis, la falta de límites del hombre, el tráfico, caza y consumo de fauna silvestre (ilegal, pero también hay uno legal), los mercados donde se mezclan animales silvestres vivos comercializados junto a carne cruda, vísceras u órganos. Esto último, quizás sin animales vivos, puede verse en algunos mercados nuestros, o en puestos de ventas a orilla de carretera.
Y no me detuve allí. Continué: La pandemia de COVID-19, una crisis de salud pública humana resultado de un virus con un posible origen animal, ha destacado la importancia del concepto “Una Sola Salud” (One Health) a la hora de comprender y afrontar los riesgos sanitarios mundiales, por lo tanto, este enfoque multisectorial de la OMS deberá cobrar más importancia que nunca: «Un Mundo, Una Salud», que incluye: Salud pública, salud animal, salud vegetal y medio ambiente, inocuidad de los alimentos, control de zoonosis (enfermedades transmisibles entre animales y humanos: tratar de detectarlas precozmente, prevenir la deforestación, prácticas agrícolas y de comercio que fomentan su aparición), resistencia a los antibióticos, etc.
En el artículo, reflexionaba: Creo que hace dos años yo esperaba, o al menos deseaba, que la pandemia no durase tanto, y lo más importante, que nos cambiase positivamente como humanidad. Nunca más equivocada. La pandemia está aquí, continúa, a pesar del extraordinario aporte de la ciencia con el desarrollo de vacunas, antivirales y protocolos para el tratamiento de la enfermedad. Algo triste es que no hemos cambiado. No creo que mucho de lo que deseé con los estudiantes de Antroposabores se haya cumplido.
Entonces, ahora, en las postrimerías de 2023, sin pandemia, pero con el virus siempre en el aire, solo me queda desear lo mejor para la sociedad, la paz como primera gran aspiración, y la salud, para lo cual no podemos olvidar lo que vivimos como humanidad con la pandemia de COVID-19 y estar conscientes de que otras enfermedades con potencial pandémico, puedan emerger o reemerger.
Alicia Ponte-Sucre, lo expresa perfectamente: asegurar la memoria de la COVID-19 es lo mínimo que debemos a los fallecidos, al personal de salud, a nuestros vecinos, y en general a cada habitante de esta aldea global, pero en especial a los niños, herederos de nuestro futuro. Yo por mi parte no los olvido.
¿Cómo olvidar a Barinas? Como barinesa recuerdo con particular dolor aquellas listas terribles de Médicos Unidos Venezuela, únicas estadísticas disponibles, y encontrar en ellas a médicos barineses, algunos muy queridos colegas de mi padre, de mi hermano y cuñada, como el inolvidable José “Tico” Rosales. Materia aparte es la larga lista de otros barineses fallecidos, por mencionar solo algunos muy cercanos familiarmente, Mariela Baptista Vásquez, mi prima, Haydee Grüber Contreras, mis amigos de infancia y juventud, Manolo Mazzei Zúñiga, Morella Linares de Medina, su mamá, Edelmira Pinzón de Linares, aunque hubo algunos milagros como el del padre Andrés Eloy Bastidas, y el de mi querida Marinela Araque Rivero.
Con respecto a mí, debo admitir que no soy la misma. Me duele otra pérdida: la de los años que me robó la pandemia en los que no pude ver a mis hijos ni a mi nietecita, justo cuando ya estoy en la tercera etapa de la vida.
María Soledad Tapia
Fotografías: Primera Comunión en pandemia, Barinas, 07 de agosto de 2022. Del álbum de José León Tapia González, padre de María José, la primo comulgante.
6 Comentarios
Irene Pérez Schael
Gracias Marisol, socia y editora de MiradorSalud, desde sus inicios, por esta reflexión emotiva de lo que ha representado la epidemia de covid-19 para los venezolanos y la humanidad.
A la vez, felicito a nuestra gran colaboradora Alicia Ponte-Sucre por la edición de sus artículos de MiradorSalud sobre la farmacología del covid-19 en tiempo real; hecho que ha sido un aporte clave en la práctica clínica y en el relato de la historia en el presente.
Esta edición fue realizada por la Academia de Ciencias Física, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN), lo que representa un gran mérito para ella, Individuo de Número de dicha Academia, así como también lo es para MiradorSalud como un espacio de divulgación de temas sobre salud apoyado en fuentes científicas.
Cerramos el 2023 con honores y cumpliendo nuestra misión de informar para que los lectores puedan experimentar y luego cambiar.
¡Feliz Navidad para nuestros colaboradores y lectores!
Irene Pérez Schael
Alicia Ponte Sucre
Gracias Irene, Gracias Marisol. Esta semana al leer el artículo de Marisol le decía lo siguiente: Aquí estoy deleitándome con tu artículo y lagrimeando de emoción por el honor que ustedes me han concedido de ser colaboradora de ustedes en este proyecto de Mirador Salud. El artículo describe con lujo de detalles tantos momentos retadores que vivimos durante estos años. Y hay una frase que rescato porque traduce el sentir creo de muchos de nosotros:
Inicio de la cita de Marisol «Creo que hace dos años yo esperaba, o al menos deseaba, que la pandemia no durase tanto, y lo más importante, que nos cambiase positivamente como humanidad. Nunca más equivocada. La pandemia está aquí, continúa, a pesar del extraordinario aporte de la ciencia con el desarrollo de vacunas, antivirales y protocolos para el tratamiento de la enfermedad. Algo triste es que no hemos cambiado. No creo que mucho de lo que deseé con los estudiantes de Antroposabores se haya cumplido.
Entonces, ahora, en las postrimerías de 2023, sin pandemia, pero con el virus siempre en el aire, solo me queda desear lo mejor para la sociedad, la paz como primera gran aspiración, y la salud, para lo cual no podemos olvidar lo que vivimos como humanidad con la pandemia de COVID-19 y estar conscientes de que otras enfermedades con potencial pandémico, puedan emerger o reemerger» Fin de la cita.
De nuevo gracias Marisol, gracias Irene, un honor pertenecer a ustedes. Y gracias a la Academia de Ciencias Físicas matemáticas y Naturales por apoyarnos en este proyecto.
Feliz Navidad para todos.
Mirador Salud
Querida Alicia, el honor es nuestro y de MiradorSalud. Llegamos a la Academia gracias a tu colaboración.
Feliz Navidad
Mirador Salud
Para MiradorSalud, es un gusto publicar este comentario de la Dra. Marinela Araque Rivero, una sobreviviente de COVID-19 en Barinas: Era necesario registrar nuestra cotidianidad con este flagelo del covid. No puede olvidarse tantas pérdidas humanas, tanto miedo, tanta soledad y tanta incertidumbre. Hay que dar gracias también porque a muchos nos permitió contar y reconocer con humildad lo que vivimos, o mejor dicho , contar el milagro.
Mirador Salud
MiradorSalud publica con enorme gusto un comentario de la Dra. Belkys Lugo:
Me encantó …..muy didáctico…y….sobre todo…muy interesante entender que la incertidumbre de esos atormentados días y meses de confinamiento, fué para Todos igual, para los que conocían mucho del virus y para los que sabíamos poco….al final pienso que el confinamiento, sumado a la partida de muchos eeres queridos…nos dejó una gran cicatriz….y …al final cambiaron muchas cosas en nuestro mundo interno……Gracias, Gracias , querida Marisol….por extraordinario relato….Un gran Abrazo ..!
Mirador Salud
Gracias a Marinela y Belkys, dos barinesas extraordinarias. Sus comentarios enriquecen a MiradorSalud. Todos, sabíamos poco de SARS-CoV-2. tomó desprevenida a la humanidad y a la ciencia.