Un documento preliminar emitido, el jueves 19 de febrero de 2015, por el Comité Asesor de las Directrices Nutricionales para Estadounidenses, afirma que “el colesterol es un nutriente, cuyo consumo excesivo no es considerado un motivo de preocupación”. Esta es una medida que podría deshacer casi 40 años de advertencias sobre la restricción de la ingesta de alimentos que contienen este nutriente como los huevos y camarones.
El Comité Asesor de las Directrices Nutricionales (Dietary Guidelines Advisory Committee), un grupo independiente integrado por 14 expertos que asesoran al departamento de Salud y Servicios Humanos (Health and Human Services) y al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (U.S. Department of Agriculture), emite cada cinco años una propuesta de actualización de las directrices de la dieta que deberían consumir los estadounidenses.
Por lo tanto, los Departamentos de Agricultura y de Salud y Servicios Humanos tendrán en cuenta las recomendaciones del comité de asesores, cuando redacten las Guías de Nutrición para Estadounidenses de 2015 (Dietary Guidelines for Americans), que serán publicadas a finales del presente año. Es importante resaltar que, usualmente, estas agencias federales se adhieren a las recomendaciones del panel.
Las nuevas directrices afectan desde la forma en que la industria de alimentos puede anunciar sus productos hasta los almuerzos escolares subvencionados por el gobierno federal, las etiquetas de información nutricional de los envases de casi todos los alimentos, además de los consejos sobre dietas saludables que ofrecen a sus pacientes los médicos y nutricionistas.
Por ejemplo, cuando se sustituyó la tradicional pirámide de alimentos creada en 1992 (su última actualización fue en 2005), por una nueva guía de nutrición balanceada denominada MyPlate, publicada en junio de 2011, fue con base en las directrices de las Guías de Nutrición para Estadounidenses.
En esta oportunidad, la propuesta del Comité Asesor para las Guías de Nutrición respaldó las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association), que en los últimos años ha disminuido las restricciones de la ingesta de colesterol y ha alertado sobre el daño que causa a la salud el consumo de grasas saturadas, grasas trans y la ingesta de azúcar añadida a los alimentos.
Estos asesores, expertos en nutrición, opinan que el mayor peligro no se encuentra en productos como los huevos, los camarones o la langosta, que tienen un alto contenido de colesterol, sino en el consumo regular de muchas porciones de alimentos ricos en grasas saturadas como las carnes grasas, la leche entera y la mantequilla, ya que el nivel de colesterol en sangre está directamente asociado a la ingesta de estas grasas y a factores genéticos.
Hay que distinguir entre el colesterol dietético y el colesterol en sangre. Están relacionados, pero débilmente y este nuevo informe es sobre el colesterol de la dieta.
Por lo tanto, es importante resaltar que la nueva recomendación sobre el colesterol en los alimentos no revierte las advertencias sobre los efectos negativos del colesterol LDL en sangre, también conocido como “colesterol malo”, el cual se ha asociado a los procesos de ateroesclerosis y el desarrollo de enfermedad cardiovascular. Por lo tanto, los niveles de colesterol en sangre deben ser monitoreados.
Por otra parte, los asesores advirtieron que las personas con determinados problemas de salud como diabetes tipo 2 deben evitar las dietas ricas en colesterol.
Cambiar las recomendaciones tomó muchos años
La idea de que el colesterol de la dieta representa un riesgo para la salud cardiovascular se remonta al año 1961, cuando la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) advirtió a los estadounidenses de los peligros del consumo de alimentos ricos en colesterol, como los huevos y el hígado, con base en estudios epidemiológicos como el Framingham Heart Study, que demostró una asociación entre los niveles de colesterol en sangre y la enfermedad cardiovascular.
Por lo tanto, parecía lógico que el colesterol que ingeríamos elevaría el colesterol en sangre y esto, a su vez, conduciría a la formación de placas de ateroma en las arterias coronarias y contribuiría con el desarrollo de enfermedad cardiovascular.
Posteriormente, surgieron nuevas evidencias que contradecían o ponían en duda el efecto del colesterol de la dieta en los niveles de colesterol en sangre, sin embargo, la campaña en contra de la ingesta de colesterol se mantuvo firme durante muchos años.
Incluso, el año pasado la agencia federal de Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration) afirmó que «las recomendaciones dietéticas actuales siguen reconociendo la relación bien establecida entre el consumo de colesterol y su efecto en el nivel de colesterol en la sangre».
Las advertencias sobre la ingesta de colesterol se habían basado en el supuesto de que el consumo de alimentos ricos en colesterol aumentaba significativamente los niveles de “colesterol malo” (LDL) en la sangre y por lo tanto incrementaba la incidencia de enfermedad cardiovascular.
Las directrices actuales restringen el consumo de colesterol a 300 miligramos al día. Los hombres estadounidenses en promedio ingieren 340 mg/ día. La yema de un huevo, por ejemplo, contiene 213 miligramos de colesterol. Sin embargo, sólo el 15% del colesterol en sangre proviene de la dieta, mientras que el 85% se produce en el hígado.
Un estudio publicado en la prestigiosa revista The British Medical Journal, en 2013, encontró que la ingesta elevada de huevos (uno al día) no está asociada a un mayor riesgo de enfermedad de las arterias coronarias o accidente cerebrovascular. Sin embargo, se observó un mayor riesgo de enfermedad de las arterias coronarias entre los participantes diabéticos.
El Comité Asesor para las Guías de Nutrición concluyó en su reporte que “las evidencias actualmente disponibles no muestran una relación apreciable entre el consumo de colesterol proveniente de la dieta y el colesterol en sangre”.
Las bondades del huevo
Los huevos son una fuente de proteína de alta calidad, ya que contienen todos los aminoácidos esenciales. En la clara se encuentra más del 50% de la proteína del huevo, además de las vitaminas B2 o riboflavina, B6, B12, vitamina D y minerales como el zinc, hierro y cobre. Las yemas de los huevos son una fuente de proteínas, colesterol, vitaminas A, D, E y K, lecitina, folato, grasas no saturadas y saturadas, además de colina un nutriente asociado al desarrollo del cerebro.
Es importante recordar que las grasas saturadas de la dieta inducen la producción de colesterol por parte del hígado. Un huevo grande sólo tiene 1.5 gramos de grasa saturada.
Más aún, algunos estudios han demostrado que el consumo de huevo favorece la formación de HDL (colesterol bueno) y de partículas grandes de LDL, consideradas como benignas, en comparación con las partículas pequeñas de LDL (colesterol malo).
Un huevo grande contiene:
78 calorías
6,3 gramos de proteína
5,3 gramos de grasa
1,5 gramos de grasa saturada
213 miligramos de colesterol
Si usted no tiene antecedentes de enfermedad cardiovascular o diabetes, un huevo al día, no más de cinco a la semana, acompañado de una alimentación balanceada, rica en frutas, vegetales y fibra podría formar parte de una dieta saludable, si su médico lo considera adecuado.
Lo que usted come con los huevos de su desayuno es algo que debería considerar con mucho cuidado. Un huevo acompañado de vegetales (tomate, cebolla, ajo, pimientos, champiñones) más una rebanada de pan integral o una taza de avena rica en fibra soluble, desde el punto de vista nutricional, es una comida muy diferente a un huevo con salchichas, tocineta o panceta, papas fritas y pan blanco, que añade grasas saturadas y carbohidratos refinados.
¿Qué recomienda el Comité Asesor de las Directrices Nutricionales?
El panel de asesores señala en su propuesta que los estadounidenses consumen un exceso de sal, azúcar y grasas saturadas y una cantidad insuficiente de alimentos saludables como frutas, verduras, nueces, granos enteros y pescado.
El cambio más relevante fue considerar el colesterol de la dieta como un nutriente, cuyo consumo excesivo no es considerado un motivo de preocupación, excepto en las personas con diabetes.
Algunos de los objetivos para la población general:
- Consumir menos de 2,300 miligramos de sodio (alrededor de una cucharita de postre) en la dieta por día.
- Menos del 10% de las calorías totales diarias deberían provenir de las grasas saturadas. No recomiendan reducir el consumo total de grasas y favorecen la ingesta de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas como el aceite de oliva.
- Eliminar el consumo de grasas trans.
- Reducir el consumo de leche y productos lácteos descremados a una o dos porciones diarias.
- Limitar la ingesta de carne roja y evitar las carnes procesadas.
- Consumir pescado, pollo, frijoles y nueces.
- Elegir, principalmente, granos enteros o integrales.
- Limitar los productos refinados como el pan y el arroz blanco y alimentos ricos en almidón como la papa.
- Evitar las bebidas azucaradas.
- El total de calorías provenientes de azúcares añadidos por día no debe ser mayor del 10% de las calorías totales, en otras palabras alrededor de 200 calorías, que se encuentran, por ejemplo, en una bebida azucarada de 16 onzas (480 ml).
Igualmente, el panel recalca la necesidad de concentrarse menos en nutrientes individuales y más en los patrones generales de alimentación, las combinaciones y cantidades en que se consumen los alimentos, ya que estos factores pueden tener efectos acumulativos y sinérgicos sobre el estado de salud y enfermedad. La dieta mediterránea, es un buen ejemplo, ya que se asocia a una menor incidencia de enfermedad cardiovascular y accidente cerebrovascular.
Ahora que el comité asesor ha concluido sus recomendaciones, el departamento de Salud y Servicios Humanos (Health and Human Services) y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (U.S. Department of Agriculture) revisarán el informe y junto con los comentarios del público, otros expertos y los aportes de otras agencias federales comenzarán el proceso de actualización de las nuevas directrices nutricionales, que serán publicadas a finales de 2015.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian