Durante las últimas cuatro décadas, médicos y especialistas en salud pública han promovido la eficacia de las dietas bajas en grasas para lograr la pérdida y el control del peso a largo plazo. Sin embargo, una investigación reciente reportó que las dietas bajas en grasas no fueron más exitosas, que las que aportaron un mayor contenido de ese nutriente.
El estudio fue realizado por un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y del Hospital Brigham y de Mujeres (Brigham and Women»s Hospital), en Boston, EE.UU.
Los hallazgos del estudio fueron publicados en la prestigiosa revista The Lancet Diabetes & Endocrinology, en octubre de 2015.
Los investigadores realizaron una revisión exhaustiva de los datos de 53 estudios clínicos aleatorios, que habían analizado la eficacia de las dietas bajas en grasas y que incluían 68.128 participantes. Estos ensayos fueron diseñados para medir la diferencia de cambio de peso, a largo plazo, entre los diferentes grupos de intervención dietética.
Estás dietas tenían como objetivo la inducción de la pérdida de peso y su mantenimiento a largo plazo (más de un año).
Bajo contenido de grasa vs. bajo contenido de carbohidratos.
Bajo contenido de grasa vs. alto contenido de grasa.
Bajo contenido de grasa vs. dieta habitual (los participantes no cambiaron sus hábitos alimenticios).
En los ensayos cuyo objetivo era la disminución de peso, las dietas bajas en carbohidratos produjeron una mayor pérdida de peso a largo plazo (1.5Kg menos), en comparación con las dietas bajas en grasas.
Curiosamente, no se observó una diferencia de pérdida de peso significativa cuando se compararon los grupos que consumieron las dietas bajas y altas en grasas, tanto en las intervenciones de inducción como de mantenimiento. En otras palabras, las dietas bajas en grasas no habían sido más efectivas, para reducir el peso, que las que tenían un contenido más alto de grasa.
Sin embargo, las dietas bajas en grasas produjeron una disminución significativa de peso (5.41Kg), en comparación con las dietas habituales de los participantes.
En promedio, los participantes de todos los grupos de intervención solo lograron perder 3Kg en un período de un año.
Los autores del estudio consideran que a pesar del dogma dominante de que hay que reducir las grasas para bajar de peso, las evidencias científicas existentes no favorecen las dietas bajas en grasa con respecto a otras intervenciones dietéticas, para la pérdida de peso a largo plazo.
Los hallazgos del estudio no arrojaron evidencias que apoyen una proporción particular o específica de calorías provenientes de las grasas, que garantice una pérdida significativa de peso a largo plazo.
Por otra parte, los autores recomiendan que la discusión sobre la pérdida de peso no se limite a las calorías provenientes de las grasas, carbohidratos y proteínas, sino que se enfoque en los patrones de alimentación saludable como la dieta mediterránea, en los alimentos naturales, poco procesados, en el tamaño de las porciones, en el consumo de frutas y hortalizas, fibra y grasas saludables. Sugieren evitar el consumo de alimentos con azúcar añadida y de bebidas azucaradas.
Igualmente, los autores resaltan la importancia de diseñar dietas que se adapten a las tradiciones culinarias de cada cultura, la necesidad de implementar nuevas alternativas que mejoren la adherencia a una alimentación saludable a largo plazo y, ante todo, prevenir el aumento de peso y tener en cuenta las consecuencias de las dietas en la salud cardiometabólica a largo plazo.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
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