Las mujeres que consumen un exceso de carnes rojas tanto frescas como procesadas durante los primeros años de la adultez podrían aumentar su riesgo de desarrollar cáncer de mama antes y después de la menopausia. Sin embargo, aquellas que ingieren con frecuencia frijoles, guisantes, lentejas, frutos secos como las nueces y carnes de aves y pescado podrían tener un menor riesgo de presentar esta afección oncológica.
Así lo señala un estudio de grandes dimensiones realizado por un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal, el 10 de junio de 2014.
La relación entre las dietas ricas en carnes rojas y el cáncer de mama ha captado la atención de muchos investigadores. La mayor parte de las evidencias previas provienen de estudios que se enfocaron en mujeres de mediana y avanzada edad. Estos ensayos no lograron demostrar una asociación significativa entre el consumo de carnes rojas y el cáncer de mama.
Sin embargo, los investigadores que realizaron el estudio que nos ocupa estaban interesados en averiguar si existía una asociación entre el consumo de carnes rojas y el cáncer de mama en mujeres adultas más jóvenes, ya que la exposición a factores de riesgo en el período entre la menarquia (primera menstruación) y el primer embarazo puede ser determinante en el desarrollo del cáncer de mama.
Los autores analizaron los datos de 88.803 mujeres premenopáusicas entre 24 y 43 años que formaban parte del Estudio de Salud de las Enfermeras II (“Nurses» Health Study II”). Todas las participantes respondieron cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos en varias oportunidades durante un período de seguimiento de 20 años (desde 1991 hasta 2011).
Los alimentos evaluados en el estudio incluían carnes rojas no procesadas como las de res, ternera, cerdo, cordero y hamburguesas. Además, analizaron el consumo de carnes procesadas (salchichas, embutidos y tocino), aves de corral (pollo y pavo), pescado (atún, salmón, pez espada, caballa y sardinas, etc.) y huevo.
Igualmente, evaluaron el consumo de proteínas de origen vegetal como los frutos secos de cáscara (nueces, almendras, maní), legumbres (frijoles o judías, lentejas y guisantes) y productos derivados de la soya como el tofu.
Los autores, además de analizar los datos provenientes del Estudio de Salud de las Enfermeras II, también evaluaron la ingesta de carnes rojas durante la adolescencia de estas mujeres, desde 1960 hasta 1980, cuando ellas estaban cursando la escuela secundaria.
Las participantes calificaron el consumo de estos alimentos en nueve categorías desde “nunca o menos de una vez al mes” hasta “seis o más veces al día”.
Los primeros hallazgos fueron publicados en 2006 después de 12 años de seguimiento y demostraron una asociación entre la ingesta de carnes rojas y el cáncer de mama en mujeres premenopáusicas, en particular, tumores que presentaban receptores positivos para estrógenos y progesterona.
El estudio que nos ocupa confirmó los hallazgos preliminares después de un seguimiento de 20 años, que les permitió a los autores analizar una mayor cantidad de información y otros tipos de cáncer de mama.
Al finalizar la investigación se habían registrado un total de 2.830 casos de cáncer de mama.
Los hallazgos del estudio revelaron que las mujeres que consumieron una porción y media de carnes rojas al día presentaron un aumento del riesgo de desarrollar cáncer de mama de 22%, en comparación con aquellas mujeres que comieron una porción a la semana de estos alimentos.
Además, por cada porción adicional de carne roja al día se observó un aumento de 13% del riesgo de cáncer de mama, en particular, entre las mujeres premenopáusicas.
Por otra parte, la sustitución de una porción diaria de carne roja por una de pollo se asoció a una reducción del riesgo de cáncer de mama de 17% entre todas las participantes y de 24% en las mujeres postmenopáusicas.
Beneficios similares se observaron con la sustitución de una porción de carne roja diaria por una de leguminosas (frijoles, lentejas, arvejas), pescado o frutos secos como las nueces o una combinación de estos alimentos.
Una ración promedio de carne roja pesa 85g y tiene el tamaño de una baraja de naipes. Una porción de carne procesada equivale, por ejemplo, a una salchicha, de tamaño regular (45g), o dos rebanadas de tocino (13 g).
Para tratar de determinar específicamente el papel de la carne roja en el riesgo de cáncer de mama los autores tomaron en cuenta, al realizar el análisis estadístico, varios factores de confusión como la edad, la talla, el peso, la raza, antecedentes de familiares de cáncer de mama y de enfermedad benigna de mama, el tabaquismo, la menopausia, las hormonas y el uso de anticonceptivos orales. Después de realizar los ajustes correspondientes, los resultados del estudio fueron significativos.
Carnes rojas: una fuente de proteínas y de cancerígenos
Las mamas comienzan su desarrollo a partir de la menarquia y son más susceptibles a los cancerígenos antes de que las mujeres tengan su primer embarazo a término. Por lo tanto, la exposición temprana del tejido mamario a factores de riesgo puede ser determinante en el cáncer de mama. Por esa razón, los autores incluyeron mujeres jóvenes en el estudio.
Cuando las carnes rojas como las salchichas y las hamburguesas se cocinan a altas temperaturas se producen subproductos cancerígenos tales como las aminas heterocíclicas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Por lo tanto, es preferible usar métodos de cocción que eviten las temperaturas altas por tiempo prolongado como freír.
Antes de cocinar las carnes a la parrilla es conveniente marinarlas previamente o cocinarlas parcialmente en el horno o microondas y completar su cocción en la barbacoa. Así se reduce el tiempo de exposición al calor intenso.
Igualmente, algunos compuestos específicos presentes en las carnes procesadas como los nitratos y nitritos que se usan en los procesos de preservación también son considerados como cancerígenos.
Las grasa saturadas presentes en las carnes rojas, el hierro y los residuos de hormonas que se utilizan para la estimulación del crecimiento del ganado son algunos de los factores conocidos que también pueden explicar la asociación entre el alto consumo de carnes rojas y el cáncer de mama.
Las grasas saturadas de las carnes rojas, aumentan la producción de colesterol en el hígado. Un estudio publicado en la revista Science, en noviembre de 2013, reportó que el aumento del colesterol, en particular, un producto de su metabolismo (27HC), que actúa de modo similar a los estrógenos, puede favorecer el crecimiento y las metástasis del tipo de cáncer de mama más común, y sugiere que la reducción del colesterol en sangre, a través de cambios en la dieta, podría reducir el riesgo de desarrollar esta afección.
Las carnes procesadas tienen un mayor contenido de grasas saturadas, en comparación con las carnes rojas frescas, las cuales usualmente se consumen después de retirarles la grasa visible. La proporción de grasa en las salchichas, por ejemplo, puede representar 50% o más de su peso.
El exceso de proteínas favorece la proliferación de células cancerosas
Un estudio publicado en la revista Cell Metabolism en marzo de 2014 identificó el papel potencialmente crucial que desempeña una hormona llamada factor de crecimiento similar a la insulina -1 (insulin-like growth factor-1), también conocida como IGF-1 (por sus siglas en inglés), en el desarrollo de cáncer en personas que ingieren dietas de alto contenido proteico.
El IGF-1 se produce en gran medida en el hígado, es esencial para el crecimiento humano normal y está involucrado en el proceso de sustitución de células que tiene lugar después de una lesión. Igualmente, el IGF-1 está implicado en la proliferación celular excesiva que se observa en todos los tipos de cáncer y en la obesidad.
¿Cómo calcular la cantidad de proteínas que deberíamos consumir?
Las mujeres jóvenes y de mediana edad deberían consumir 0,8g de proteínas por Kg. de peso corporal diarios, y tratar de cubrir parte de esos requerimientos con proteínas de origen vegetal.
Por ejemplo: una mujer de 60Kg. (no embarazada) que consume 2.000 calorías al día le corresponden 48g de proteínas/día.
Con las dietas de moda, muchas mujeres están consumiendo hasta el doble de la cantidad recomendada de proteínas.
Contenido proteico de algunos alimentos:
• Una taza de leche: 8g de proteínas.
• Una pieza de carne o de pollo de 85g: 21g de proteína.
• Una taza de frijoles o lentejas: 16g de proteína.
Es importante educar y alertar a la población general sobre los problemas de salud asociados a la ingesta excesiva de carnes rojas tanto frescas como procesadas, ya que formamos parte de una sociedad en la cual el consumo de hamburguesas y sándwiches preparados con jamón, salami, salchichón, “pastrami” y otros embutidos forma parte de la alimentación cotidiana de muchas niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, debido a que este tipo de comida resulta conveniente y cómoda de trasladar a la escuela, a la universidad y a los sitios de trabajo y forma parte de la oferta de comida rápida.
La ingesta excesiva de carnes rojas también se ha asociado al aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes, osteoporosis y algunos tipos de cáncer como el de colón y próstata.
La prevención del cáncer de mama incluye el control de los factores de riesgo modificables. Es importante adoptar hábitos de vida saludables como mantener un peso adecuado y evitar el sobrepeso y la obesidad, controlar el consumo de alcohol, no fumar, realizar ejercicio de moderada intensidad, al menos 150 minutos a la semana, consumir una dieta balanceada rica en frutas y hortalizas, evitar en lo posible los carbohidratos refinados, el azúcar añadida, ingerir productos lácteos descremados, granos enteros, grasas saludables como el aceite de oliva y sustituir, en lo posible, la carne roja por carne de aves, pescado y proteínas de origen vegetal como los frijoles, lentejas y arvejas.
Aunque se puede lograr la reducción del riesgo del cáncer de mama mediante medidas de prevención, es importante recordar la importancia de la detección precoz mediante la mamografía.
Los invitamos a ver un video relacionado con el estudio publicado en la revista British Medical Journal.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
Un Comentario
Mirador Salud
Muchas gracias por compartir información tan importante….Como se lee, persisten resultados que indican el incremento del riesgo a cáncer de mama tras el consumo de carnes rojas. Ay..me remonta a la vida de las mujeres apureñas como mi madre, desayuno, almuerzo y cena con carnes rojas…muy sana mi vieja aún..Dios me la cuide; no obstante, una de mis hermanas salvó su vida de un cáncer de mama hace un poco más de dos años y en efecto, lo primera abstención fue la carne, por instrucciones de la especialista.¿Influye la contaminación? ..Las carnes de hoy no son tan sanas como las de antes, Pero. ¿Podemos hablar de carnes sanas en temas de ser el producto un precursor del cáncer de mama?.. Un abrazo desde el llano.
Profesora Isabel Macías
Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora