ALARMA. Es oficial. El mundo está perdiendo la batalla contra la pandemia de obesidad. “A pesar de algunas áreas aisladas de mejora, ningún país ha sido capaz de revertir la epidemia de obesidad hasta la fecha”. La prestigiosa revista The Lancet nos los advierte con su “Serie sobre obesidad 2015” conformada por 6 artículos que describen “el avance del sobrepeso en el mundo y el ritmo -inaceptablemente lento- de las medidas desplegadas para combatir la pandemia de obesidad”.
Para el año 2010 se estimó que un elevado índice de masa corporal (IMC) fue responsable de 8 millones de muertes al año, y los factores de riesgo relacionados con la dieta (por ejemplo, bajo consumo de frutas y hortalizas y una alta ingesta de sodio), y la inactividad física representaron el 10% de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) a nivel mundial.
En 2011, The Lancet ya había publicado la primera “Serie sobre obesidad” que identificó el principal “motor” de la pandemia: la globalización de los sistemas alimentarios que ha fomentado el consumo excesivo de alimentos y bebidas, bajos en nutrientes y de alta densidad calórica.
En la actualidad, el problema alcanza magnitudes terroríficas, estimándose que hay 2.100 millones de personas con sobrepeso en el mundo, que el 37 % de los hombres y el 38 % de las mujeres tienen un índice de masa corporal (IMC) mayor de 25, con un 28 % de aumento en la población adulta y un 47 % en la infantil desde 1980.
En la Serie, el foco sobre la obesidad infantil es rotundo. La situación en los Estados Unidos donde los niños pesan un promedio de 5 kilos más que hace 30 años y uno de cada tres tiene un IMC superior al adecuado, se utiliza como ejemplo de lo que pasa en un país desarrollado. Por otro lado, en los países en desarrollo, el sobrepeso avanza a pasos agigantados y en muchos casos, va acompañado con desnutrición por el abuso de alimentos ricos en calorías y bajos en nutrientes, en lo que se llama “doble carga de desnutrición y obesidad”.
¿Y cómo se puede explicar esto?
El gran editorial de la Serie 2015 nos dice: “Actualmente, el ámbito de la alimentación explota las vulnerabilidades biológicas, psicológicas, y económicas de las personas, facilitándoles e inclinándoles hacia el consumo de alimentos poco saludables. Esto a su vez, refuerza las preferencias y demandas de alimentos de baja calidad nutricional, fomentando los entornos de alimentos poco saludables. Para romper estos círculos viciosos se requiere la acción regulatoria de los gobiernos y el aumento de los esfuerzos de la industria de alimentos y la sociedad civil.”
Es decir, cada quien debe hacer su parte.
¿Explotar vulnerabilidades?
Como “explotador” de las vulnerabilidades biológicas, el sector más señalado es la industria de alimentos: “Los alimentos procesados pueden ser muy apetitosos y son procesados ??de manera que se dificulta regular la ingesta y el peso” (recordemos aquello, de “si te comes uno, te los comes todos”). “Incentivados para maximizar las ganancias, la industria alimentaria manipula ingredientes, como el azúcar, grasa y sal, junto con los potenciadores del sabor, aditivos alimentarios, y cafeína, para aumentar el valor de la recompensa de los alimentos. Muchos alimentos ultra procesados ??son pobres en fibra y proteínas, dos componentes que facilitan la saciedad y una lenta absorción de ingredientes -tales como el azúcar- hacia el torrente sanguíneo”.
Y algo mucho más fuerte dice la Serie: “La vulnerabilidad a los alimentos ultra-procesados es especialmente importante en los niños porque éstos tienen una fuerte preferencia por los alimentos dulces, mucho más que los adultos. La infancia es el periodo de la vida de las personas en el que las empresas empiezan a trabajar para desarrollar la lealtad de marca. El “marketing” y la exposición a temprana edad a los alimentos ultra-procesados empiezan a moldear las expectativas y preferencias del gusto de los niños hacia productos no saludables”.
Para ilustrar este punto, los autores informan que se espera que el mercado mundial de alimentos infantiles procesados alcance un valor de 19 mil millones de dólares en el año 2015, en comparación con los 13.700 millones del 2007. Frente a esta realidad se evidencia que los gobiernos no están tomando las medidas necesarias para proteger a los niños contra la obesidad, y se carece tanto de regulación , como de políticas para una alimentación saludable. En su lugar, la mayoría de los países confía en las iniciativas voluntarias propias de la industria de alimentos, las cuales no son suficientes.
Con respecto a las vulnerabilidades psicológicas, la Serie se refiere a las muchas formas en las que somos afectados por el contexto en el cual tomamos las decisiones acerca de lo que comemos, por ejemplo el tamaño de los envases y contenedores de alimentos, la colocación de los productos en los supermercados, el precio de los alimentos, las estrategias promocionales empleadas para mercadearlos: “La industria alimentaria está incentivada para diseñar entornos de elección que promuevan el consumo de alimentos de baja calidad nutricional, que tienden a ser los productos de mayores ganancias”.
Los factores ambientales son muy variados, sutiles e influyentes, ya que aprovechan los sesgos psicológicos que favorecen comer en exceso. Por ejemplo, la gente tiene una fuerte tendencia a adherirse a las opciones predeterminadas, y este sesgo psicológico es explotado en los restaurantes de comida rápida con el gran el tamaño de las porciones y las órdenes secundarias incluidas, que promueven comer en exceso. A pesar del deseo de los consumidores por porciones más pequeñas, los clientes rara vez salen del status quo y pedir menos comida.
Finalmente están las vulnerabilidades sociales y económicas que son explotadas en muchos ambientes modernos. Así, los cambios sociales en los roles familiares y la entrada de las mujeres a tiempo completo en la fuerza de trabajo aumentó la necesidad o el atractivo de comer fuera, en restaurantes, y en establecimientos de comida rápida y conveniente, pero mucho menos saludable que la comida casera. Por ejemplo, en los países de altos ingresos, los alimentos densos en energía y bajos en nutrientes tienden a ser de bajo costo, y saturan los barrios de bajos ingresos con opciones no saludables. Además, las compañías de alimentos y bebidas dirigen su “marketing” hacia grupos específicos, incluidos los adolescentes y los niños, las minorías raciales y étnicas, y personas de bajos ingresos.
Estas cuestiones socioeconómicas subyacen a la dificultad de asumir la responsabilidad personal para la elección de alimentos en ciertos contextos.
Dado que los adultos tienen que preparar o comprar , y comer su propia comida siempre habrá un componente de responsabilidad personal en las decisiones de los alimentos cotidianos. Sin embargo, también hay un papel para los ciudadanos de ejercer la responsabilidad personal mediante la movilización ciudadana exigiendo y luchando por su derecho a la salud.
La solución no es simple
De las soluciones que proponen los especialistas es la puesta en marcha de una amplia estrategia consensuada que debe incluir a los Gobiernos, una industria de alimentos comprometida, una sociedad consciente cuyas voces y acciones ejerzan presión, y por supuesto, el cambio de los comportamientos individuales.
Los gobiernos deben tomar medidas preventivas de varios tipos, entre las que se señalan -con ejemplos exitosos en algunos países entre los que hay varios latinoamericanos- el diseño de programas educativos para enseñar buenas prácticas de alimentación y nutrición y de otras conductas saludables en los colegios, legislar sobre la alimentación escolar en comedores y cantinas, aplicar impuestos a productos como las bebidas azucaradas, regular el marketing de alimentos para niños , implementar ayudas para familias con pocos recursos para comprar frutas y hortalizas frescas, etc.
Obviamente, la gran solución sería que todos comamos saludablemente. Es decir, hay que fomentar el consumo de alimentos saludables como las frutas y hortalizas.
Ya existe un consenso emergente sobre las acciones fundamentales de política que deberían adoptarse para promover una alimentación sana, empleando el marco NOURISHING creado por el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer que clasifica y describir estas acciones. El marco identifica posibles acciones políticas a través de tres grandes ámbitos: a) el entorno alimentario, b) el sistema alimentario, y c) comunicación del cambio de comportamientos/conductas.
Sin embargo, no todo puede ser responsabilidad de los gobiernos. La industria juega un papel preponderante, así como los ciudadanos movilizados.
La obesidad es una pieza de epidemiología muy compleja que requiere de una estrategia intersectorial y que debe ser examinada con una nueva visión que considere la obesidad como consecuencia de la «naturaleza recíproca de la interacción entre el medio ambiente y el individuo», donde los circuitos de retroalimentación perpetúan la selección de alimentos y los comportamientos.
Uno de los aspectos que aborda la Serie 2015, es que no se debe describir la obesidad y sus soluciones mediante dicotomías simplistas e inútiles como por ejemplo: responsabilidades individuales versus responsabilidades colectivas para la toma de acciones; la regulación de los gobiernos frente a la autorregulación de la industria, la obesidad como una enfermedad versus las secuelas de la gula desenfrenada; la falta de actividad física como una causa versus el consumo excesivo de alimentos y bebidas poco saludables; la prevención versus el tratamiento; la sobrealimentación versus la desnutrición, etc.
Se sugiere que estas perspectivas que compiten entre sí sean fusionadas para demostrar la relación recíproca entre las personas individuales y “el ambiente”.
Por lo tanto, el debate que busca culpar ya sea al «medio ambiente» o al individuo, debería reformularse reconociendo la relación recíproca entre las personas individuales y el “ambiente” que aprovecha las vulnerabilidades de los individuos que pueden socavar la capacidad de las personas de actuar en su propio interés en la toma de decisiones más saludables que favorecen el consumo excesivo de alimentos ultra-procesados.
De acuerdo a los autores, «la clave para cumplir la meta fijada en el año 2013 por la Organización Mundial de la Salud, (OMS) en el Plan de Acción Mundial contra las Enfermedades Crónicas, que incluye objetivos de obesidad: detener el aumento de las tasas de obesidad para el año 2025, será el fortalecimiento de los sistemas de rendición de cuentas para apoyar el liderazgo del gobierno, limitar el papel de la industria alimentaria como “hacedores” de políticas públicas, y animar a la sociedad civil para crear una demanda de ambientes saludables de alimentos.»
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve
En MiradorSalud se ha discutido mucho sobre este tema:
Ambiente obesogénico: algunas formas de enfrentarlo
¿Está la obesidad fuera de control en América Latina? I. México y Brasil reaccionan ante la pandemia
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2 Comentarios
Atilia Olavarrieta
¿Como contribuyen los huevos en la nutrición? ¿Sustituir una comida por un revoltillo con tomate y cebolla dos ó tres veces por semana es una ingesta elevada de grasas?
¿Los edulcorantes tambien son carbohidratos que se transforman en lípidos si no tenemos suficiente gasto de energía?
Gracias de antemano por sus respuestas, si coloca alguna cita bibliográfica, mejor aún.
Mirador Salud
Estimada Atilia Olavarrieta,
De acuerdo con las nuevas recomendaciones del Comité Asesor de las Directrices Nutricionales para Estadounidenses, que fueron publicadas hace una semana y de acuerdo con las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón, una persona sana, sin antecedentes de prediabetes o diabetes tipo 2 y que presente un perfil de lípidos en sangre dentro de límites normales podría consumir hasta cinco huevo a la semana, preferiblemente acompañados de vegetales y carbohidratos complejos ricos en fibra como el pan integral o una porción de avena. Los huevos son ricos en colesterol, sin embargo, el colesterol de la dieta afecta muy poco al colesterol de la sangre. Lo que hay que evitar es el consumo de grasas saturadas, que elevan el colesterol malo (LDL). De hecho, los huevos tienen pocas grasas saturadas. MiradorSalud en su edición de esta semana publicó un artículo que podría ser de su interés.
La ingesta de colesterol podría no restringirse de acuerdo con las nuevas directrices nutricionales
https://miradorsalud.com/site/la-ingesta-de-colesterol-podria-restringirse-de-acuerdo-con-las-nuevas-directrices-nutricionales/
En cuanto a los edulcorantes artificiales,le comento que prácticamente no aportan calorías y no se transforman en lípidos.
Saludos,
Berdjouhi Tsouroukdissian